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Andrés Bosch; (Traductor)
ISBN : 8499899706
272 páginas
Editorial: Debolsillo (06/09/2012)

Calificación promedio : 3.91/5 (sobre 169 calificaciones)
Resumen:
La primera de las novelas con que Virginia Woolf revolucionó la narrativa de su tiempo. La señora Dalloway relata un día en la vida londinense de Clarissa, una dama de alta alcurnia casada con un diputado conservador y madre de una adolescente. La historia comienza una soleada mañana de 1923 y termina esa misma noche, cuando empiezan a retirarse los invitados de una fiesta que se celebra en la mansión de los Dalloway. Aunque en el curso del día acaece un hecho t... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (50) Ver más Añadir una crítica
Celia_0504
 10 June 2022
#RetoEdwardianspirit de la cuenta @victorianspiritsblog, premisa "Un Libro de Vanguardia".

Esta novela era uno de los mayores retos que (valga la redundancia) quería superar a la hora de realizar el reto eduardiano. “La Señora Dalloway” es uno de esos libros que lleva años y años en mi estantería de lecturas pendientes y que me daba mucho miedo de empezar, por que estaba convencida de que con ella iba a sentirme perdida y que no iba a entenderla . de hecho, en general toda la obra de Virginia Woolf siempre me ha dado mucho respeto, de ahí que lo único que haya leído de esta autora hasta ahora había sido el estupendo ensayo “Una Habitación Propia”. Estaba convencida de que la lectura de la obra de la Woolf iba a resultar un varapalo enorme para mi ego lector, porque me temía que no iba a lograr entender nada o disfrutar de unas lecturas que en general suelen ser tan apreciadas y admiradas por muchos lectores (traumas que tengo de que soy una autentica cateta intelectual desde que no entendí, y encima me aburrió soberanamente, cierta lectura sobre cierto capitán obsesionado con cierta ballena blanca, y que mucha gente define como una maravilla de la historia de la literatura).

Pero centrándonos en lo que de verdad importa… mis miedos no se han cumplido para nada. Esta novela ha sido un auténtico y absoluto descubrimiento para mí. La prueba palpable de que la literatura aún puede sorprender y emocionar al lector cuando este menos se lo espera. O por lo menos a mi. Ya os digo desde aquí que es de los poquísimos libros que leído en mi vida al que le puedo dar, sin ningún tipo de duda, más de cinco estrellas en la puntuación.

Siguiendo el modelo iniciado por el “Ulisses” de James Joyce (si leer el libro que nos ocupa me daba miedo, no podéis ni imaginar lo que me da enfrentarme a esta lectura. Quiero hacerlo, pero en un momento de mi vida en que tenga tiempo y claridad mental para osar enfrentarme a este coloso literario) en “La Señora Dalloway” nos adentramos en el Londres de un día cualquiera de junio (sin planearlo he leído el libro en el mejor mes posible) del año 1922. La mujer que da nombre al libro, Clarissa Dalloway, va a dar esa noche una fiesta en su casa y empieza a recorrer la ciudad para preparar dicho evento. En su paseo en pos de los preparativos se mezclarán con un discurso interno en el que la protagonista saltará de su pasado hasta su presente, y que nos permitirá desmenuzar los claroscuros de la psique y existencia de una mujer que ha dejado atrás la primavera de su vida y que es un cliché andante de una sociedad burguesa anquilosada y en plena descomposición tras la Primera Guerra Mundial. Su discurso estará acompañado del de otros, pertenecientes a personas que ella conoce o que son auténticos extraños para ella, pero con los coincidirá a lo largo de su paseo y en que también tienen sus propias historias y sentimientos que contar. En medio del tumulto de voces del Londres pos bélico destacará la de Septimus Smith, un ex combatiente que ha quedado psicológicamente dañado por el conflicto, y cuya existencia será la otra cara de la de Clarissa, pese a que no lleguen a verse las caras nunca.

No ha sido una lectura fácil, para que mentir. Muchas veces ha sido, incluso, poco agradable y muy desafiante. Es un libro al que hay que dedicarle tiempo y ponerle ganas. Creo que en esto tiene mucho que ver su estructura, ya que no hay capítulos ni separaciones dentro de la narración, que es toda seguida. de una manera abrupta se pasa a un personaje a otro, sin que medie preparación de ningún tipo para esto. Yo me he pasado la mitad de la lectura teniendo que releer fragmentos enteros de lo que había leído anteriormente para poder ubicarme. de ahí que sea un libro que no creo que pueda leerse de otra forma que no sea de una sentada, es decir, empezarlo y dejar pasar algún tiempo para continuarlo me parece mortal para esta lectura. Esto se debe a su formar de narrar, que solo se puede describir como danzarina o juguetona. de una forma original y asombrosamente directa, el narrador omnisciente va colándose a ritmo vertiginoso en las almas de cada uno de los personajes, de una forma que podría describirse como caótica. Como un pajarillo, va dándole pequeños mordiscos a los monólogos interiores de los personajes, enrevesados y dispersos, que pasan de los flashbacks al momento presente con gran presteza y ligereza.

Durante toda la lectura no he podido dejar de pensar en algo de lo que se hablaba en el ensayo “Una Habitación Propia” .Ahí la autora hablaba de que su discurso narrativo era como un río del en el cual metía una caña de pescar de la que sacaba las ideas que luego iba a exponer en su escrito (si mal no recuerdo). Pues esa misma sensación he tenido leyendo “La Señora Dalloway”. Todo parece un batiburrillo sin sentido, pero Virginia Wolf controla perfectamente cada uno de los resortes de su obra, lo controla todo y lo conoce a la perfección. Nada se queda a lazar, cada elemento, cada palabra, cada personaje, cada figura literaria, todo tiene su porque y su sentido. Y el resultado es un tapiz vibrante y caótico lleno de elementos coloridos, en los que cada uno parece que se mueve a su propio compas, pero nada más lejos de la realidad. Una realidad que la autora presenta con todos sus claroscuros y todas sus capas. de lo más profundamente individual, Woolf crea un todo de una serie de individualidades, en medio del caos hay orden y precisión. Y todo con una ambientación llena de fuerza y complejidad que arrastra totalmente al lector, zambulléndole en una perfecta crónica en la que se esboza la estructura y mentalidad de la sociedad inglesa de los años 20 del siglo pasado, y de un Londres que intenta superar, en todos los sentidos, las cicatrices que le ha dejado la Primera Guerra Mundial.

El estilo narrativo de la Woolf es simplemente sublime. Es delicado, sutil, punzante, cristalino, elegante, irónico y enrevesado, todo en uno. Sus metáforas son unas protagonistas más de la historia. Crea una historia de lo más personal que conecta con el lector en planos que ni me imaginaba que fueran posible, además de conquistarle. Porque está claro que “La Señora Dalloway” bebe y nace de las obsesiones, miedos y preocupaciones de una escritora que tuvo una existencia plagada de demonios internos, demasiado compleja para profundizar en ella debidamente en unas pocas lineas en una reseña. Es una obra profundamente personal, que sin embargo trata temas universales y que conectan perfectamente con el lector, como la lucha de sexos, el papel de la mujer, el lesbianismo, el paso del tiempo, la sexualidad, los traumas producidos por la guerra, la amistad, el amor, la vida después de la primera guerra mundial, y la política y sociedad del momento. Pero, sobre todo, es una ácida crítica hacia las clases altas del periodo de entreguerras. Todo el libro es una carcajada cruel y amarga hacia su cerramiento en unas convecciones y principios que ya son, visiblemente, añejos. La critica acida de Woolf pone el foco en su ceguera endémica, que se niega a ver que la guerra, esa guerra que todo lo ha trastocado y a la cual (como el resto de la sociedad) trata de sobreponerse, ha dejado al descubierto su ineficacia y que su fecha de caducidad está ya pasada. de la misma forma en que Clarissa Dalloway es mental y fisicamente estéril (una esterilidad que a la Woolf se la impuso fisicamente, y que ella siempre considero que era la nota predominante de su obra) esta sociedad tampoco da más de si.

Con su visión de que una persona debe controlarse en todo momento y mantener el orden y la compostura para así, no solo salvaguardar su dignidad, sino también la del resto de la sociedad y ayudar a que esta funcionase bien; el mundo de la alta burguesía, la nobleza y la política se demuestra, junto al descalabro de la guerra, como el kid de la cuestión de este libro. Por la forma como su autora lo presenta como la representación de un mundo que está compuesto por personas que viven, respiran, van a fiestas, se casan, se enamoran, envejecen y, en definitiva, cumplen los roles que se esperan de ellas. Pero es solo una vitalidad estética y aparente, y por lo tanto falsa. Por dentro es una sociedad compuesta por cadáveres andantes, que sigue en el mismo curso previsible que se espera de ellos y que en realidad está muerta por dentro, devastada por los traumas de la guerra y por sus propios problemas internos y externos, que apenas son capaces de verbalizar como no sea de puertas para dentro. Y cuando hablo de puertas, me refiero a las suyas propias, las interiores. La novela se centra en eso, en los secretos, deseos y pensamientos inconfesables, que no pueden decírselo pero que tienen vida propia. Y en los “y si” que implican pensar que hubiera pasado si se hubiera optado por una decisión diferente a la que realmente se tomo. Lo que hubiera implicado lanzarse hacia la aventura por encima de lo esperable o convencionalmente aceptable.

Todo eso son los últimos y únicos coletazos de vida de gente como Clarissa (que solo parece sentirse viva recordando su juventud y en su reciproco odio hacia la señorita Kilman, la tutora de orígenes alemanes enamorada de su hija Elizabeth), Peter Washl, Ricahrd Dalloway, Lady Bruton o lord Bradshaw, entre otros. Y el único que, en su locura, tiene el valor de gritar contra esa podredumbre y sinsentido moral y social es el superviviente y loco Septimus Smith, quien pagara caro esa osadía (¿ o quizás ese valor? La linea que separa ambas perspectivas con la locura es tan tenue…). Como se ha dicho antes, es la otra cara de la moneda que es Clarissa Dalloway, los dos son un díptico, el de la muerte que sobrevuela cual cuervo la vida. Esto se ejemplifica en el tono fúnebre que impregna la famosa fiesta en casa de los Dalloway. Pero eso es algo que no se plasma a las claras. Pues,“La Señora Dalloway” es un libro en el que lo que no se dice tiene peso, produce ecos que resuenan a lo largo y ancho de lo que es su historia, y son elemento discordante en ese día de estío, uno de tantos donde se deja constancia del vacío vital de esas vidas, y por ende, de una sociedad ya en plena desestructuración, aunque no sepan o quieran verlo.

Y como no, mención especial al tomo con el que he tenido la suerte de introducirme en esta historia, el del sello Cátedra. Una vez más solo puedo recomendar leer las publicaciones que esta editorial saque, merece mucho la pena por sus prólogos. En esta ocasión, quizás me ha parecido, a veces, demasiado marido y un tanto repetitivo (casi he tardado más en leerlo que la obra propiamente dicha) y echo en falta que se ahonde en la totalidad de la biografía de la Woolf, pues solo se trata hasta el momento en que escribió la presente novela. Una pena, porque el aspecto bibliográfico me gustó especialmente, y también es una de las partes que más me gustan de los prólogos de Cátedra. de todas maneras, cuando se trata en profundidad lo que es la “La Señora Dalloway” me ha parecido muy esclarecedor y me ha ayudado a entender muchas cosas de ella. Pero aún así, lo que siempre digo: leer a Cátedra es un acierto, por la cantidad de datos, informaciones y curiosidades sobre la obra, el contexto histórico y los autores que contienen sus volúmenes.

Esta lectura, en definitiva, ha sido, lo que esperaba que fuera. Un reto. Un reto que ha sido más que disfrutable y que me ha puesto las pilas totalmente. La frase que se dice al principio “¡Que Deleite! ¡Que zambullida!”, define muy bien lo que ha sido esta experiencia para mi. de sus propios traumas y experiencias, Virginia Woolf crea una historia en la cual todo es lo que parece, pero esconde mucho más, es la epopeya de la sociedad en la que a ella le tocó vivir y de crepúsculo de un mundo entre dos guerras que intenta adaptarse a los nuevos tiempos. Puedo entender que haya gente a quien esta historia le parezca un tanto sinsentido y que no le guste, porque el final te deja con cierto regusto de que el libro puede no haberte aportado nada, de que lo que te has tragado es la crónica de un día en la vida de una ama de casa de mediana edad y familia bien, aburrida y pacata, que aparte de su propio sentir no tiene mucho más que aportar al lector, pues su personaje no evoluciona para nada. Pero al mismo tiempo, es maravilloso como Virginia Woolf puede crear de una historia tan aparentemente aséptica o realista y con unos personajes tan convencionales (porque no son especialmente complejos, pero todos tienen algo que decir) algo tan intenso, profundo y lleno de todo tipo de colorido y matices, demoledoramente universal. Clarissa Dalloway no evolucionara, pero ese día es un paseo por toda su vida, si que hay un viaje emocional. Pese a su brevedad, la novela sorprende por la cantidad de temas que toca y por la hondura con que lo hace.Es un libro de musica y agua, de vida y muerte, de flores y ciudad. Estoy convencida de que algún día volveré a leerlo, y de que será ese tipo de lecturas que cada vez te dicen alguna cosa nueva.

De lo que llevo de año es, sin duda alguna, la lectura que más me ha gustado. Y no tengo ninguna duda de que cuando termine 2022 este libro, si no ocupa el primer puesto, va a ocupar una posición muy alta dentro de mis mejores lecturas del año. Espero también que esto me anime, de una vez por todas, a poder llevar a cabo una de mis grandes asignaturas pendientes dentro de la literatura, adentrarme en profundidad en la obra de Virginia Woolf. Una autora que ya me conquistó en la primera lectura que hice de ella, pero que en esta ocasión ha logrado sorprenderme y conquistarme aún más.
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La_pecera_de_Raquel
 23 September 2018
Me duele en el alma darle dos estrellas a este libro y por ende a Virginia Woolf abanderada del feminismo en la literatura, pero ha sido un sufrimiento leer este libro.
Cuenta un día en la vida de la Sra. Dalloway, un día en el que celebra un baile en su casa, todo gira en torno a ella porque es un personaje altivo y snob.
Clarissa, la protagonista, según va pasando el día, se va encontrando personas por la calle se mete en sus pensamientos y nos cuenta la vida de éstos, según avanzas la lectura parece que no pasa nada, pero que si te despistas, lees mal una coma, o dejas el libro para otro día, ya no sabes de qué trata y por donde va la trama, si es que a esto se le puede llamar trama.
No he conectado con ninguno de los personajes, porque te dicen como son en voz de Clarissa no te deja hacerte una composición de lugar, salvo Peter...
Es una narración continua, sin capítulos, incluso los diálogos están en párrafos no guiones. A veces no sabes quién habla ni siquiera lo que te cuenta, muy intimista sí, con frase profundas muy acertadas, sí, trata muchos temas muy importantes, como la homosexualidad, el derecho al voto de la mujer, la mujer en la vida política, el suicidio, el amor, la infidelidad, el paso de los años, la belleza..., es un libro muy feminista, pero la tormentosa vida de la escritora se refleja perfectamente en la atroz narración y lo hace cansino e insufrible y, al menos a mí, deja muy pocas ganas de seguir leyendo a la autora. (Siento que soy muy cruel con esta crítica pero tenía que contarlo tal como lo siento, perdón)

Como consejo para poder leerlo os diría que lo hagáis en un solo día para no tener que dejar su lectura porque yo tuve que empezarlo cinco veces, y si podéis leerlo en voz alta mejor, porque entenderéis mejor la narración, parece como si os metierais más en la historia, en la cabeza de cada uno de los personajes.

No lo recomiendo si quieres pasar un buen rato.
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laurass89
 07 May 2020
El itinerario
Clarrissa Dalloway, más conocida como la señora Dalloway, camina por las calles de Londres para comprar las flores para la cena que va a dar en su casa esa noche. Todo tiene que salir perfecto ya que toda la alta sociedad de la ciudad acudirá a ella. En ese caminar, la voz narradora irá saltando de una mente a otra para contarnos las reflexiones, pasiones, aflicciones que sienten los personajes que se van cruzando unos con otros.
Así la historia parte con Clarissa, mujer de alta alcurnia se ha mezclado con todo tipo de personas a lo largo de su vida y eso le ha hecho, lógicamente, abandonar a unos para mezclarse con otros. Su adolescencia está marcada por lo subversivo y relaciones poco apropiadas para su vejez que parece que la perseguirán por siempre.
De ella pasaremos al matrimonio Warren Smith, punto en el que la demora de la novela nos enseña lo magnífico de la vida a través del punto de vista opuesto, se sucederá un accidente que conmocionará todo Oxford Street... Pero no dejaremos rápido a la señora Dalloway que tiene que llegar a casa para terminar de preparar el gran evento. Así el itinerario por Londres desembocará como os imaginaréis en esa gran cena. Mientras tanto saltaremos a la señorita Kilman, a Peter Walsh, etc. y así uno tras otro nos irán dibujando el ir y venir de un Londres dañado por la guerra y por el cambio de valores que ha sufrido tras el turbio comienzo de siglo. Cada uno de los personajes nos mostrará a través de la técnica flujo de conciencia su disposición hacia los demás, sus reflexiones sobre el pasado, sus anhelos sobre el futuro y sobre todo darán un perfecto retrato de la sociedad de la época, ya que la autora no ha eliminado a ningún estrato de esta conciencia colectiva que es su novela.
La temática
Sin embargo, lo que más me ha sorprendido y gustado de la novela no ha sido la técnica narrativa, que cabe decir que, aunque al principio asusta por lo inconmensurable del flujo, engancha y provoca que nuestro hilo de lectura se enganche a ese no cesar que supone una conciencia ajena. Lo que más me ha gustado han sido los temas que se desarrollan y el punto de vista desde el que se hace.
Sobre los temas cabe decir que son muy diversos y nos ofrecen, como decía más arriba, un fiel retrato del comienzo de cambio de valores que supuso la I Guerra Mundial en Europa. En este sentido, la política será uno de los temas preponderantes y se mostrará en la novela como un rasgo de independencia en las mujeres, aunque no podrá dejar de tener cierto sesgo masculino, como si fuera más una apropiación de las osadas que un derecho de las ciudadanas (así por ejemplo tenemos el ejemplo de Millicent Bruton o Sally Seton).
Ahora bien, este cambio de valores no solo liberó a algunos, no fue inocuo y tuvo sus damnificados como es el caso del matrimonio Warren Smith. Lo interesante en este sentido es que Virginia Woolf no hablará solo de los veteranos de guerra, sino que también se centrará en sus familias. El peso del frente no lo soporta solo un hombre, que sí, sino también quien está a su lado que pierde su vida porque el otro la ha conservado. Pero no solo encontraremos a lo que ganaron, sino también a los que perdieron, que tendrán que reafirmar que ellos no son como los malos que combatieron, que ellos son los «alemanes buenos».
Lo más curioso de la novela es que siendo el epicentro del terremoto la señora Dalloway, como vemos son otros los personajes que también tienen peso en su discurso. Bajo mi punto de vista, Virginia Woolf jugó a ofrecernos la frivolidad de Clarissa para poner en su sitio el resto de testimonios. Así, criadas, obreros de la clase media, familias venidas a más, a menos, todos tienen cabida en ese mirar de Clarissa. Pero ella también tendrá su tema.
La señora Dalloway
No solo de cenas, flores y frivolidad estará hecha nuestra protagonista. Su pasado nos enseña como os decía más arriba una mujer pensante, bohemia y que aceptaba sus sentimientos con las impropiedades de esto. Así la cuestión de cómo la sociedad nos moldea y nos deja en lo que somos, un nombre se ve en Clarissa, que pierde su nombre propio para ser simplemente la señora Dalloway. de esta manera, el matrimonio, la independencia de la mujer, la maternidad, la vejez y las oportunidades profesionales se ven engarzadas en la Clarissa del pasado la cual ha sido abandonada por la Clarissa ya madura y derrotada, aunque ella no quiera verlo.
Lo que todos ven
Si tuviera que recomendar la novela por una sola cosa, la recomendaría por la relativización de perspectiva que nos ofrece. Ese qué pienso sobre mí, que ven los demás de mí se representa muy bien en la novela. El estilo es denso por el mecanismo narrativo que se emplea, el flujo de conciencia sostenido a lo largo de todas las páginas, con diálogos escasos es duro, pero se ameniza mucho con el cambio de la psique que leemos. En este sentido, cuando ya estamos dentro el estilo de Virginia nos parece fluido y sencillo, pero el pacto que se exige es interesante. Espero que os animéis a adentraros en estos pensamientos para olvidaros de los vuestros y para que, al regresar a ellos, podáis con ellos en su justa medida.

Enlace: http://ellibroenelbolsillo.b..
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Guille63
 06 March 2023
Me impresionó Woolf con este libro, el primero que leí de ella. Me gustó todo, letra y música; todos los modos de la narración me parecieron portentosos. Me maravilló ese narrador de espíritu juguetón que nos va colando en el alma de los personajes para mostrarnos sus monólogos interiores caóticos, enrevesados, entrecortados, dispersos, saltarines. Me encantaron esos diálogos icebergs donde se mezcla con tanta agudeza lo dicho, lo callado y lo ni siquiera pensado. Y hasta con el discurso más tradicional de un narrador omnisciente supo estar a la altura.

Un libro soberbio acerca del paso del tiempo y la soledad, repleto de las obsesiones, miedos y debilidades de la autora. La literatura debió de servir a Woolf de catarsis y, al mismo tiempo, como vía de comunicación, siempre difícil, siempre imperfecta, siempre deficiente, siempre decepcionante, con los otros y con el universo todo.

El tema de la soledad abarca tanto la imposibilidad de comunión con los demás como el enfoque existencial de un individuo sin dioses, solo ante el mundo y ante sí mismo sin una base sólida a la que aferrarse.

Y en esta soledad, el tiempo, que imperturbable e indiferente nos va machacando sin piedad, que incomprensiblemente ya transcurría antes de nuestra aparición y seguirá avanzando igual de incomprensiblemente después de que nos hayamos ido, mantendrá el ritmo de la fiesta sin importarle que la muerte haga su presencia en ella una y otra vez.

La novela es una muestra de la habilidad e inteligencia de la autora para las situaciones, tanto las que mantienen el hilo de pensamiento como todas aquellas engarzadas para crear el ambiente adecuado, para transmitir el sentimiento correcto o para describir el rasgo definitorio de cada personaje.

Unos personajes que parecen recoger cada uno de ellos alguna parte de ella misma, partes no queridas. La visión de conjunto sobre el ser humano es desoladora. Un ser dejado de la mano de dios, necesitado de comunicación, de roce e imposibilitado para una intimidad real, para un profundo conocimiento del otro, que le deja desamparado. Un ser veleidoso, caprichoso, vanidoso y perplejo ante la complejidad de la vida, que es incapaz de comprender como las cosas no pueden funcionar de forma más sencilla, tan fácil como acercarse a esa bella muchacha que el azar, que no es el azar, ha puesto en nuestro camino y decirle “Venga conmigo a tomar un helado” y que ella nos responda naturalmente “Ah, sí”.

Woolf es dura con el ser humano en general, pero fundamentalmente con ella misma. Es dura con la cobardía de Clarissa ante la realización de sus deseos, con su debilidad ante la opinión de los demás, con su esnobismo. Es dura con la inseguridad de Peter Walsh, siempre manoseando su cortaplumas, con su falta de ambición, con su falta de lucha en la consecución de sus objetivos, con su cobardía para hacer frente a sus sentimientos. Es dura con la frialdad ecuánime de Richard, con su serenidad, con su falta de pasión, con su falta de sensibilidad artística. Es dura con la insustancialidad de Hugh, con su bobería, con su autocomplacencia.

Pero sobre todo es dura, durísima, con la señorita Kilman, lo cual es muy llamativo. La señorita Kildman que parece encarnar a la mujer liberada, autosuficiente, alejada de injustos sentimentalismos y capaz de hacer frente a la opinión dominante si la cree injusta, concentra, sin embargo, una buena parte de los odios de Woolf, quizás de los odios contra sí misma: odia su inteligencia (“la inteligencia es estúpida”); su falta de compasión, su trascendentalismo frío; sus aires de superioridad, su intolerancia, su afán por someter a los demás con su alta moral y, cómo no, también su debilidad.

Solo dos personajes se escapan a esta impiedad con el ser humano. Uno es Sally Seton, posiblemente la representación de su deseo, de su ideal, el espejo donde Clarissa no quiere mirarse, la independencia sin pretensiones, la claridad de sentimientos y de ideas, la mujer libre y dueña de sí misma. El otro es el encargado de, en base a sus opiniones y a su propia vida, darnos una buena parte de esa imagen tan descorazonadora del ser humano, el imposibilitado para sobrellevar la vida, el desesperado que ve la muerte como un abrazo, Septimus Warren Smith. Parece que este también tenía mucho de ella.

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GemaDado
 12 April 2020
La señora Dalloway es una historia romántica y cuenta con la peculiaridad de estar dotada de un agudo análisis psicológico de los personajes, algo común en toda la obra de Virginia Woolf. Ambientada en la sociedad inglesa de 1923, la acción se desarrolla en un solo día, algo que provoca en el lector la sensación de estar viviendo en tiempo real los acontecimientos que se narran.
Clarissa Dalloway, dama de la alta sociedad londinense, mujer de cincuenta y dos años, da una fiesta en su casa y ultima los detalles para que la recepción que ofrece a sus invitados resulte perfecta. El reencuentro inesperado con Peter Walsh, con quien mantuvo una relación sentimental en el pasado, la lleva a analizar las decisiones que ha tomado a lo largo de su vida. Clarissa Dalloway podría ser otra mujer, llevar otra existencia, pero se ha convertido en un ser superficial y dependiente, que se ha rendido a su destino. El inventario de lo que fue y lo que no ha podido ser se salda con la nostalgia, sentimiento que la invade al recordar a Sally Seton, amiga de juventud y primera experiencia amorosa de Clarissa, que representa el amor puro y desinteresado. al compararlo con su matrimonio, este se le antoja algo horrible.

La autora da voz a las mujeres de su tiempo, las retrata con sus particulares inquietudes, con sus sueños y pasiones. Las mujeres desean realizarse como personas, como individuos independientes, sin embargo, viven a través de los hombres, desencantadas, sumisas y profundamente infelices.
La Primera Guerra Mundial y sus consecuencias también se hallan presentes en la novela.
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Citas y frases (28) Ver más Añadir cita
NextLibrisNextLibris07 February 2022
...como sea que nuestras apariencias, la parte de nosotros que aparece, son tan momentáneas en comparación con otras partes, partes no vistas, de nosotros, que ocupan amplio espacio, lo no visto puede muy bien sobrevivir, ser en cierta manera recobrado, unido a esta o aquella persona, e incluso merodeando en ciertos lugares, después de la muerte. Quizá, quizá.
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SoniaghSoniagh26 April 2023
Siendo dos veces más inteligente que Dalloway, Clarissa tenia que verlo todo a través de los ojos de Dallo-way, lo cual es una de las tragedias de la vida matrimonial. Dotada de criterio propio, tenía que citar siempre las palabras de Richard,
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bigorniabigornia08 June 2023
Pero el futuro de la civilización está, pensó, en manos de jóvenes así; de jóvenes como había sido él hacía treinta años; con su amor por los principios abstractos, haciendo que le enviaran libros desde Londres hasta un pico en el Himalaya, leyendo libros de ciencia, leyendo libros de filosofía. Él futuro está en manos de jóvenes así.
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NextLibrisNextLibris07 February 2022
Pero, dijo Clarissa, sentada en el autobús que ascendía por Shaftesbury Avenue, ella se sentía en todas partes; no «aquí, aquí, aquí»; y golpeó el respaldo del asiento; sino en todas partes. Clarissa agitó la mano, mientras ascendían por Shaftesbury Avenue. Ella era todo aquello. De manera que, para conocer a Clarissa, o para conocer a cualquiera, uno debía buscar a la gente que lo completaba; incluso los lugares.
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SandragamaSandragama03 October 2022
Que bojos que som. Només Déu sap per quina raó l’arribem a estimar tant, la veiem com la veiem, inventant-la, construint-la al nostra voltant, destruint-la i creant-la de nou a cada moment: estimem la vida.
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