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Los papeles póstumos del Club Pickwick de Charles Dickens
Muchos autores mantienen una negativa, no solo necia sino deshonesta, a reconocer las fuentes de donde obtienen su valiosa información.
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Calificación promedio: 5 (sobre 267 calificaciones)
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Los papeles póstumos del Club Pickwick de Charles Dickens
Muchos autores mantienen una negativa, no solo necia sino deshonesta, a reconocer las fuentes de donde obtienen su valiosa información.
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Historia de dos ciudades de Charles Dickens
Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación
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David Copperfield de Charles Dickens
Conozco ya lo suficiente el mundo para haber casi perdido la capacidad de sorprenderme demasiado por algo; pero sigo aún sin comprender con qué facilidad me abandonaron a tan corta edad. Me cuesta creer que nadie intercediera por un niño inteligente, observador, perspicaz, apasionado, vulnerable y sensible. Sin embargo, así fue.
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Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Tan inmutable era la triste y vieja casa, y la amarillenta luz en las oscuras habitaciones, así como el aspecto marchito de la buena señora junto al tocador, que, muchas veces, me pregunté si al pararse los relojes se había parado también el tiempo en aquel lugar misterioso, y si mientras yo y todos los demás crecíamos y nos desarrollábamos, cuanto había en la casa permanecía siempre en el mismo estado. Jamás entraba allí la luz del día. Esto me maravillaba, y, bajo la influencia de aquella casa, continué odiando cordialmente mi oficio y también seguí avergonzado de mi propio hogar.
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David Copperfield de Charles Dickens
¡Ah, cómo la amaba! ¡Qué feliz sería (pensaba yo) si estuviéramos casados y pudiéramos vivir juntos en algún lugar! Entre los árboles, en medio del campo, sin envejecer jamás, sin aprender nada nuevo, siempre niños, caminando de la mano bajo el sol, a través de prados floridos, apoyando nuestras cabezas en el musgo, al caer la noche, y entregándonos a un sueño muy dulce, repleto de paz y de pureza, hasta el momento en que los pájaros nos enterraran, después de nuestra muerte.
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Cuento de Navidad de Charles Dickens
¡Oh muerte fría, fría, rígida y atroz, eleva aquí tu altar y vístelo con esos pavores que sólo a ti obedecen porque este es tu reino! Pero en tus terribles propósitos no podrás volver odioso un solo rasgo ni tocar un solo cabello de los rostros amados, honrados y reverenciados. Y no es porque la mano sea pesada y se desplome al soltarla, ni porque se hayan parado los pulsos y el corazón, sino porque ERA una mano abierta, generosa; fiel; porque era un corazón valiente, cálido y tierno; porque el pulso era un pulso de un hombre de verdad. ¡Golpea, sombra, golpea y verás cómo manan de la herida sus buenas obras para sembrar en el mundo vida inmortal!
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Oliver Twist de Charles Dickens
Es asombroso cómo la Virtud vuelve el rostro ante unas medias sucias y cómo el Vicio, si va unido a unos lazos y a una poca indumentaria alegre, cambia de nombre, como las señoras al casarse, y se convierte en romance.
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Para leer al anochecer de Charles Dickens
Para entonces ya había despuntado la mañana en toda su hermosura. Mientras caminaba entre las hojas que se habían desprendido de las susurrantes copas de los árboles, doradas y ocres, y examinaba las maravillas de la creación a mi alrededor, considerando las leyes fieles, inmutables yarmoniosas que las sustentan, comenzó a parecerme que la conferencia espiritista de aquel caballero había sido una de las peores anécdotas de viaje que pudieran ocurrírsele a uno. Estaba sumido en aquel estado de excitación mental cuando alcancé la casa y me dispuse a examinarla con atención.
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Charles Dickens
Existen ciertos ascensos en la vida que, independientemente de las recompensas económicas que ofrezcan, adquieren un valor y una dignidad especiales gracias al uniforme propio del cargo. Un mariscal tiene su propio uniforme, un obispo su capa pluvial, un magistrado su toga y un pertiguero su sombrero de tres picos. Despojen al obispo de la capa o al pertiguero del sombrero y ¿qué es lo que queda? Hombres, hombres sin más. La dignidad y, en ocasiones, hasta la santidad, son también cuestión de uniforme, más de lo que algunos se imaginan.
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Cuento de Navidad de Charles Dickens
Algunos se burlaron al ver el cambio que había experimentado, pero él dejó que se burlaran y poco caso les hizo, pues era lo bastante sabio para saber que no ha ocurrido nunca nada bueno en esta vida de lo que algunos no se hayan hartado de reír al principio, y, como esa gente iba a seguir ciega de todos modos, consideró que tampoco pasaba nada porque les salieran arrugas alrededor de los ojos de tanto reírse, en lugar de desarrollar la enfermedad de formas peores. A él le reía el corazón, y con eso le bastaba.
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Su trama cuenta la historia de un hombre avaro y egoísta llamado: