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Oliver Twist. El perro apaleado que mira con ojos abiertos y lastimeros a su amo sin comprender el porqué de tanta maldad. Por si alguien albergaba algún tipo de duda sobre el valor de un niño en la época victoriana, Dickens lo deja claro y cuidado, tampoco ha pasado demasiado tiempo, e incluso en algunos territorios continúan igual o peor. Oliver es una carga, una boca que alimentar que no produce. Díscolo por tener inquietudes, por no conformarse y protestar. Hay que deshacerse de él, oferta de venta por acumulación de stock. El isleño ( me encanta llamarles así a estos eternos isabelinos) edulcora la tiranía adulta, con su antagonista. La bondad. Ambos inherentes en el ser humano, cada cual practica su doctrina y a dios gracias que se creó la luz para compensar tanta oscuridad. Vendido, maltratado, obligado a ejercer el pillaje, pero también protegido y amado. El bien y el mal tirando de cada uno de sus brazos y en medio una infancia destrozada. El abandono. Una sociedad que da la espalda a los niños, es una sociedad muerta en vida, no hay futuro posible. La narrativa de Dickens es excelente, bajo el disfraz del cuento se esconde la cotidiana miseria del huerfano infante, desamparado...otra cruel forma de esclavitud. Su prosa no necesita excesos, el dramatismo no está en la palabra, sino en la realidad ficcionada que describe. No, no es una novela infantil de aventuras, ocurre que con la edad, la percepción cambia, por eso Twist trasciende, evoluciona contigo. Y quizá por eso también en esta, mi apartada orilla, brille pura o impia la luna, con Dickens no cabe duda, se respira mejor. + Leer más |
Bergareche conversa con la escritora Laura Ferrero sobre los personajes de la novela, las inercias de la vida y cuán difícil es dejar ir aquellos que amamos y fuimos en el pasado.
Diego y Claudia ultiman los preparativos de la fiesta de inauguración de su casa en Menorca. Pocos días antes del evento, mientras pasea con su familia, Diego reconoce en una terraza a una extranjera con la que había coincidido en un festival en Estados Unidos. Esa mujer, cuyo nombre Diego desconoce y a la que lleva veinte años sin ver, le ayudó a superar un suceso traumático. Diego quisiera saludarla pero no se atreve, porque entonces tendría que contarle a Claudia cómo se conocieron. Intrigado, se las ingeniará para verla de nuevo en un encuentro que quizá le cambie la vida.
Tras el éxito internacional de Los días perfectos, Jacobo Bergareche regresa a la novela con una emocionante historia que ahonda en la pasión, en la pérdida y en la fuerza del recuerdo. Un libro en el que despliega todo su talento narrativo y que lo confirma como uno de los escritores más prometedores del panorama literario español.
«Una ‘nouvelle' redonda y elegantemente escrita sobre lo que Charles Dickens podría llamar "el sólido fantasma de las relaciones pasadas.» Sergio Vila-Sanjuán (Cultura/s - La Vanguardia)
«Un ejemplo de cómo se conquista el nirvana, se pierde, se añora y de cómo los convencionalismos nos atenazan. (...) No hay artificios y sí buenos materiales: una historia y prosa trabajada. Es un libro de esos que los personajes te acompañan durante mucho tiempo. » Jose María de Loma (Abril, El Periódico de España)