InicioMis librosAñadir libros
Descubrir
LibrosAutoresLectoresCríticasCitasListasTest
>

Crítica de Celia_0504


Celia_0504
10 June 2022
#RetoEdwardianspirit de la cuenta @victorianspiritsblog, premisa "Un Libro de Vanguardia".

Esta novela era uno de los mayores retos que (valga la redundancia) quería superar a la hora de realizar el reto eduardiano. “La Señora Dalloway” es uno de esos libros que lleva años y años en mi estantería de lecturas pendientes y que me daba mucho miedo de empezar, por que estaba convencida de que con ella iba a sentirme perdida y que no iba a entenderla . de hecho, en general toda la obra de Virginia Woolf siempre me ha dado mucho respeto, de ahí que lo único que haya leído de esta autora hasta ahora había sido el estupendo ensayo “Una Habitación Propia”. Estaba convencida de que la lectura de la obra de la Woolf iba a resultar un varapalo enorme para mi ego lector, porque me temía que no iba a lograr entender nada o disfrutar de unas lecturas que en general suelen ser tan apreciadas y admiradas por muchos lectores (traumas que tengo de que soy una autentica cateta intelectual desde que no entendí, y encima me aburrió soberanamente, cierta lectura sobre cierto capitán obsesionado con cierta ballena blanca, y que mucha gente define como una maravilla de la historia de la literatura).

Pero centrándonos en lo que de verdad importa… mis miedos no se han cumplido para nada. Esta novela ha sido un auténtico y absoluto descubrimiento para mí. La prueba palpable de que la literatura aún puede sorprender y emocionar al lector cuando este menos se lo espera. O por lo menos a mi. Ya os digo desde aquí que es de los poquísimos libros que leído en mi vida al que le puedo dar, sin ningún tipo de duda, más de cinco estrellas en la puntuación.

Siguiendo el modelo iniciado por el “Ulisses” de James Joyce (si leer el libro que nos ocupa me daba miedo, no podéis ni imaginar lo que me da enfrentarme a esta lectura. Quiero hacerlo, pero en un momento de mi vida en que tenga tiempo y claridad mental para osar enfrentarme a este coloso literario) en “La Señora Dalloway” nos adentramos en el Londres de un día cualquiera de junio (sin planearlo he leído el libro en el mejor mes posible) del año 1922. La mujer que da nombre al libro, Clarissa Dalloway, va a dar esa noche una fiesta en su casa y empieza a recorrer la ciudad para preparar dicho evento. En su paseo en pos de los preparativos se mezclarán con un discurso interno en el que la protagonista saltará de su pasado hasta su presente, y que nos permitirá desmenuzar los claroscuros de la psique y existencia de una mujer que ha dejado atrás la primavera de su vida y que es un cliché andante de una sociedad burguesa anquilosada y en plena descomposición tras la Primera Guerra Mundial. Su discurso estará acompañado del de otros, pertenecientes a personas que ella conoce o que son auténticos extraños para ella, pero con los coincidirá a lo largo de su paseo y en que también tienen sus propias historias y sentimientos que contar. En medio del tumulto de voces del Londres pos bélico destacará la de Septimus Smith, un ex combatiente que ha quedado psicológicamente dañado por el conflicto, y cuya existencia será la otra cara de la de Clarissa, pese a que no lleguen a verse las caras nunca.

No ha sido una lectura fácil, para que mentir. Muchas veces ha sido, incluso, poco agradable y muy desafiante. Es un libro al que hay que dedicarle tiempo y ponerle ganas. Creo que en esto tiene mucho que ver su estructura, ya que no hay capítulos ni separaciones dentro de la narración, que es toda seguida. de una manera abrupta se pasa a un personaje a otro, sin que medie preparación de ningún tipo para esto. Yo me he pasado la mitad de la lectura teniendo que releer fragmentos enteros de lo que había leído anteriormente para poder ubicarme. de ahí que sea un libro que no creo que pueda leerse de otra forma que no sea de una sentada, es decir, empezarlo y dejar pasar algún tiempo para continuarlo me parece mortal para esta lectura. Esto se debe a su formar de narrar, que solo se puede describir como danzarina o juguetona. de una forma original y asombrosamente directa, el narrador omnisciente va colándose a ritmo vertiginoso en las almas de cada uno de los personajes, de una forma que podría describirse como caótica. Como un pajarillo, va dándole pequeños mordiscos a los monólogos interiores de los personajes, enrevesados y dispersos, que pasan de los flashbacks al momento presente con gran presteza y ligereza.

Durante toda la lectura no he podido dejar de pensar en algo de lo que se hablaba en el ensayo “Una Habitación Propia” .Ahí la autora hablaba de que su discurso narrativo era como un río del en el cual metía una caña de pescar de la que sacaba las ideas que luego iba a exponer en su escrito (si mal no recuerdo). Pues esa misma sensación he tenido leyendo “La Señora Dalloway”. Todo parece un batiburrillo sin sentido, pero Virginia Wolf controla perfectamente cada uno de los resortes de su obra, lo controla todo y lo conoce a la perfección. Nada se queda a lazar, cada elemento, cada palabra, cada personaje, cada figura literaria, todo tiene su porque y su sentido. Y el resultado es un tapiz vibrante y caótico lleno de elementos coloridos, en los que cada uno parece que se mueve a su propio compas, pero nada más lejos de la realidad. Una realidad que la autora presenta con todos sus claroscuros y todas sus capas. de lo más profundamente individual, Woolf crea un todo de una serie de individualidades, en medio del caos hay orden y precisión. Y todo con una ambientación llena de fuerza y complejidad que arrastra totalmente al lector, zambulléndole en una perfecta crónica en la que se esboza la estructura y mentalidad de la sociedad inglesa de los años 20 del siglo pasado, y de un Londres que intenta superar, en todos los sentidos, las cicatrices que le ha dejado la Primera Guerra Mundial.

El estilo narrativo de la Woolf es simplemente sublime. Es delicado, sutil, punzante, cristalino, elegante, irónico y enrevesado, todo en uno. Sus metáforas son unas protagonistas más de la historia. Crea una historia de lo más personal que conecta con el lector en planos que ni me imaginaba que fueran posible, además de conquistarle. Porque está claro que “La Señora Dalloway” bebe y nace de las obsesiones, miedos y preocupaciones de una escritora que tuvo una existencia plagada de demonios internos, demasiado compleja para profundizar en ella debidamente en unas pocas lineas en una reseña. Es una obra profundamente personal, que sin embargo trata temas universales y que conectan perfectamente con el lector, como la lucha de sexos, el papel de la mujer, el lesbianismo, el paso del tiempo, la sexualidad, los traumas producidos por la guerra, la amistad, el amor, la vida después de la primera guerra mundial, y la política y sociedad del momento. Pero, sobre todo, es una ácida crítica hacia las clases altas del periodo de entreguerras. Todo el libro es una carcajada cruel y amarga hacia su cerramiento en unas convecciones y principios que ya son, visiblemente, añejos. La critica acida de Woolf pone el foco en su ceguera endémica, que se niega a ver que la guerra, esa guerra que todo lo ha trastocado y a la cual (como el resto de la sociedad) trata de sobreponerse, ha dejado al descubierto su ineficacia y que su fecha de caducidad está ya pasada. de la misma forma en que Clarissa Dalloway es mental y fisicamente estéril (una esterilidad que a la Woolf se la impuso fisicamente, y que ella siempre considero que era la nota predominante de su obra) esta sociedad tampoco da más de si.

Con su visión de que una persona debe controlarse en todo momento y mantener el orden y la compostura para así, no solo salvaguardar su dignidad, sino también la del resto de la sociedad y ayudar a que esta funcionase bien; el mundo de la alta burguesía, la nobleza y la política se demuestra, junto al descalabro de la guerra, como el kid de la cuestión de este libro. Por la forma como su autora lo presenta como la representación de un mundo que está compuesto por personas que viven, respiran, van a fiestas, se casan, se enamoran, envejecen y, en definitiva, cumplen los roles que se esperan de ellas. Pero es solo una vitalidad estética y aparente, y por lo tanto falsa. Por dentro es una sociedad compuesta por cadáveres andantes, que sigue en el mismo curso previsible que se espera de ellos y que en realidad está muerta por dentro, devastada por los traumas de la guerra y por sus propios problemas internos y externos, que apenas son capaces de verbalizar como no sea de puertas para dentro. Y cuando hablo de puertas, me refiero a las suyas propias, las interiores. La novela se centra en eso, en los secretos, deseos y pensamientos inconfesables, que no pueden decírselo pero que tienen vida propia. Y en los “y si” que implican pensar que hubiera pasado si se hubiera optado por una decisión diferente a la que realmente se tomo. Lo que hubiera implicado lanzarse hacia la aventura por encima de lo esperable o convencionalmente aceptable.

Todo eso son los últimos y únicos coletazos de vida de gente como Clarissa (que solo parece sentirse viva recordando su juventud y en su reciproco odio hacia la señorita Kilman, la tutora de orígenes alemanes enamorada de su hija Elizabeth), Peter Washl, Ricahrd Dalloway, Lady Bruton o lord Bradshaw, entre otros. Y el único que, en su locura, tiene el valor de gritar contra esa podredumbre y sinsentido moral y social es el superviviente y loco Septimus Smith, quien pagara caro esa osadía (¿ o quizás ese valor? La linea que separa ambas perspectivas con la locura es tan tenue…). Como se ha dicho antes, es la otra cara de la moneda que es Clarissa Dalloway, los dos son un díptico, el de la muerte que sobrevuela cual cuervo la vida. Esto se ejemplifica en el tono fúnebre que impregna la famosa fiesta en casa de los Dalloway. Pero eso es algo que no se plasma a las claras. Pues,“La Señora Dalloway” es un libro en el que lo que no se dice tiene peso, produce ecos que resuenan a lo largo y ancho de lo que es su historia, y son elemento discordante en ese día de estío, uno de tantos donde se deja constancia del vacío vital de esas vidas, y por ende, de una sociedad ya en plena desestructuración, aunque no sepan o quieran verlo.

Y como no, mención especial al tomo con el que he tenido la suerte de introducirme en esta historia, el del sello Cátedra. Una vez más solo puedo recomendar leer las publicaciones que esta editorial saque, merece mucho la pena por sus prólogos. En esta ocasión, quizás me ha parecido, a veces, demasiado marido y un tanto repetitivo (casi he tardado más en leerlo que la obra propiamente dicha) y echo en falta que se ahonde en la totalidad de la biografía de la Woolf, pues solo se trata hasta el momento en que escribió la presente novela. Una pena, porque el aspecto bibliográfico me gustó especialmente, y también es una de las partes que más me gustan de los prólogos de Cátedra. de todas maneras, cuando se trata en profundidad lo que es la “La Señora Dalloway” me ha parecido muy esclarecedor y me ha ayudado a entender muchas cosas de ella. Pero aún así, lo que siempre digo: leer a Cátedra es un acierto, por la cantidad de datos, informaciones y curiosidades sobre la obra, el contexto histórico y los autores que contienen sus volúmenes.

Esta lectura, en definitiva, ha sido, lo que esperaba que fuera. Un reto. Un reto que ha sido más que disfrutable y que me ha puesto las pilas totalmente. La frase que se dice al principio “¡Que Deleite! ¡Que zambullida!”, define muy bien lo que ha sido esta experiencia para mi. de sus propios traumas y experiencias, Virginia Woolf crea una historia en la cual todo es lo que parece, pero esconde mucho más, es la epopeya de la sociedad en la que a ella le tocó vivir y de crepúsculo de un mundo entre dos guerras que intenta adaptarse a los nuevos tiempos. Puedo entender que haya gente a quien esta historia le parezca un tanto sinsentido y que no le guste, porque el final te deja con cierto regusto de que el libro puede no haberte aportado nada, de que lo que te has tragado es la crónica de un día en la vida de una ama de casa de mediana edad y familia bien, aburrida y pacata, que aparte de su propio sentir no tiene mucho más que aportar al lector, pues su personaje no evoluciona para nada. Pero al mismo tiempo, es maravilloso como Virginia Woolf puede crear de una historia tan aparentemente aséptica o realista y con unos personajes tan convencionales (porque no son especialmente complejos, pero todos tienen algo que decir) algo tan intenso, profundo y lleno de todo tipo de colorido y matices, demoledoramente universal. Clarissa Dalloway no evolucionara, pero ese día es un paseo por toda su vida, si que hay un viaje emocional. Pese a su brevedad, la novela sorprende por la cantidad de temas que toca y por la hondura con que lo hace.Es un libro de musica y agua, de vida y muerte, de flores y ciudad. Estoy convencida de que algún día volveré a leerlo, y de que será ese tipo de lecturas que cada vez te dicen alguna cosa nueva.

De lo que llevo de año es, sin duda alguna, la lectura que más me ha gustado. Y no tengo ninguna duda de que cuando termine 2022 este libro, si no ocupa el primer puesto, va a ocupar una posición muy alta dentro de mis mejores lecturas del año. Espero también que esto me anime, de una vez por todas, a poder llevar a cabo una de mis grandes asignaturas pendientes dentro de la literatura, adentrarme en profundidad en la obra de Virginia Woolf. Una autora que ya me conquistó en la primera lectura que hice de ella, pero que en esta ocasión ha logrado sorprenderme y conquistarme aún más.
Comentar  Me gusta         152



Comprar este libro en papel, epub, pdf en

Amazon ESAgapeaCasa del libro
Apreciaron esta crítica ()(12)ver más