Chesil Beach

Qué gran lectura.
Dos jóvenes recién casados,, Edward y Florence, nos llevan a través de sus encorsetados valores, forjados en la Inglaterra de principios de los años sesenta, por un camino de temor, vergüenza, nerviosismo y muchas dudas a su primer encuentro sexual, después de su boda. Cuando ya todos se han marchado, quedan los dos solos en la intimidad de una habitación del hotel, junto a la playa de Chesil Beach, una playa llena de guijarros al sur de Inglaterra.
Magistralmente narrada, como tan bien sabe hacerlo su autor, es una novela, que no puedes dejar de leer, aunque siempre con una mirada desconcertante y los ojos desorbitados por la intensidad y la atmósfera que respiramos.
Es el terrible despertar de una relación, del sexo, pero también de una época y sus consecuencias.
Los protagonistas, Edward y Florence se conocen en una manifestación en contra de las armas nucleares, aunque son de muy diferente clase social, ella posee una familia culta y una gran casa y él y su familia viven de forma muy diferente, una madre con problemas y una casa siempre hecha un desastre. Pero a los jóvenes eso no les importa , son inocentes y se aman. Edward ha estudiado historia y Florencia es violinista.
Después de un período de relación, consideran que, a sus veinte años , están preparados para la vida, para casarse y formar parte de la sociedad adulta, y así lo hacen.
Pero, ¿cómo empezar? ¿ cómo dejarse llevar? ¿ cómo satisfacer los deseos? Y he aquí donde la novela adquiere esos tintes trágicos y sin salida que se hace irrespirable y los vamos acompañando hasta un desconcertante final.
Al contrario de lo que ocurre en la sociedad actual donde, en general, la juventud es una apuesta considerada de éxito en sí misma, en aquel momento histórico, se encontraba en el escalón inferior a lo que se podía pensar que era el estado adulto, que ya incluía experiencia y conocimiento.
Se sienten atraídos, muy atraídos por el aroma que desprende la inclusión real en la sociedad, quieren, necesitan por algún motivo desconocido, incluso para ellos, integrarse y ser aceptados en la esfera cálida y segura que arropaba al mundo de los adultos.
Y todo ello con la prosa admirable y las maravillosas descripciones por las que nos dejamos envolver , nos absorbe y la disfrutamos.
Es un libro que tenía sin leer, desde hace ya mucho tiempo, lo encontré y me lo he leído sin parar. Imposible dejarlo. Su intensidad, desborda.
Y además acabo de ver la película En la playa de Chesil, que se hizo sobre esta novela, que aunque me parece bastante difícil de adaptar, ha sido una buena e interesante película, bastante fiel al libro, excepto en el final. con buenos protagonistas, los actores Saoirse Ronan y Billy Howle . Lectura y película. Un Buen día.

¡Maldito McEwan, que brutalidad de escritor que es! Esta novela me confirma algo que tenía muy claro de este autor: la trama en sus obras es importante, sí, pero los personajes lo son aún más, el argumento es un mero marco que permite a este escritor esbozar a sus caracteres, destriparlos ante el lector y dejarlos desnudos y en carne viva, mostrar su psicología con todo su detalle y como el ambiente en que se han criado o en el que viven les ha condicionado, sus luces y sus sombras. Y todi eso es algo que McEwan en todas las novelas que he leído de él siempre ha hecho con un exquisito y cruel detallismo casi plástico.

“Chesil Beach” es un ejemplo perfecto de esto, una vez más. Aquí McEwan nos presenta a dos jóvenes, virginales e inexpertos, Edward y Florence, que acaban de contraer matrimonio de una forma extrañamente precipitada, y que se disponen a pasar su noche de bodas en un hotel de la costa. Y como no tardaremos en apreciar, cada uno de ellos encara la consumación de su relación y la perdida de la virginidad de una forma diferente. Muy diferente y marcada por la separación que hay entre sus mundos, su educación, sus formas de ser y su manera de ver y entender el sexo o el amor. Por no hablar que cada uno de ellos carga con un bagaje psicológico y de personalidad que haría las delicias de cualquier psicoanalista. Todo eso unido llevará al inevitable drama.

Lo primero debo decir es que, siendo sinceros, el argumento no da para mucho. McEwan es consciente de esto, pero usa magistralmente el material del que dispone, y compone una novela sobria y densa en menos de 200 páginas, en la que los acontecimientos que tienen dura lugar durante la noche de bodas se intercalan con gran abundancia de Flashback. En pocas páginas nos pone al corriente del pasado de los protagonistas; sus metas y ambiciones; los ambientes en que se mueven y la época en la que viven, unos años 60 en los que el mundo está en pleno proceso de transformación, mientras intenta superar todo lo que supuso la Segunda Guerra Mundial y encontrar su lugar en plena Guerra Fría. Éstos Flashback son muy importantes: por un lado, sirven para representar la época en la que se realizan los sucesos que nos están contando.

Por otra nos permite ahondar en los personajes y ver qué es lo que les impulsa a actuar como lo hacen, que es lo que ha forjado sus personalidades. No obstante, algo que me ha llamado mucho la atención, es que hay ciertas temas del pasado que se tocan muy de puntillas y que McEwan deja a la imaginación del lector definir y decidir hasta que punto han influido en nuestros protagonistas, especialmente en el de Florence. Una técnica que a mi me ha gustado por lo sutil que resulta y por el halo de misterio que da a Edward y, sobre todo, a Florence, en el sentido de que ni ellos (ni el lector) son conscientes de que les mueve. Pero reconozco que también puede resultar muy frustrante, te lleva a no entender del todo a los personajes de esta novela, y por consiguiente, a lo que sucede la misma, a alejar argumento y protagonistas del lector.

No obstante, para mí lo esencial y lo que realmente me ha chocado de toda esta lectura es la que considero que es la moraleja y núcleo emotivo de esta historia, que es como un minuto, o un instante, acaba por definir tu vida para siempre de una manera que no podrías ni imaginarte. Algo que se plasma muy bien en estas páginas y de una forma impactante. El final me ha recordado, quizás por eso, a lo que se podía leer previamente en la obra más famosa del autor “Expiación”. Ver como lo que empezó siendo una narración sobre el primer amor acaba convirtiéndose en la crónica de una muerte anunciada, abocada por un cúmulo de errores, torpezas, ira y la falta de comprensión que vienen marcados por la mentalidad de la época acerca del sexo y el amor, la falta de sinceridad y la juventud de los novios y sus propios problemas de índole psicológica. Un cumulo de circunstancias que muestran, por más que se quisiesen y lo tuviesen todo a su favor, Edward y Florence no estaban realmente preparados para el matrimonio ni para lo que la sociedad les marcaba como pareja. Y todo esto nos lleva a un final tan abrupto como impactante y cruel, que dejará al lector con una sensación de una pena en el pecho.

Aunque me ha encantado, tampoco voy a negar que “Chesil Beach” no va a pasar como uno de mis libros preferidos de este escritor (ese honor, de momento, lo tienen “Expiación” y “Niños en el Tiempo”), pero es una obra que está fantástica y nítidamente bien escrita, con personajes increíblemente bien trazados y muy realistas, y una ambientación nítida y perfecta de una época concreta con todos sus problemas y ventajas, y las diferencias de ideologías y conciencias entre clases y entre personas mayores y la juventud de ese momento. No obstante, el argumento al final resulta muy escueto y poco interesante, pero ahí también está una de las gracias del libro, que dura exactamente lo que tiene que durar para no hacer la historia repetitiva, densa o aburrida.

“Pensaba que era un joven original. Distinto a todas las personas que ella había conocido. Siempre llevaba un libro en rústica, por lo general de historia, en el bolsillo de la chaqueta, por si acaso se encontraba en una cola o en una sala de espera. Marcaba lo que leía con un lápiz”.

No tenía muy claro lo que me iba a encontrar en esta novela, pero sin duda ha superado mis expectativas. Es difícil explicar como McEwan consigue unir en este relato las dificultades de dos recién casados en su noche de bodas, con todo el retrato de una época, de un cambio social que apenas empieza en aquellos años 60 del siglo pasado en el que se iniciaba la liberación sexual.

“Cruzara la frontera que cruzase, siempre había otra nueva esperándola. Cada concesión que hacía aumentaba la exigencia, y luego el desencanto”.

La narración va alternando fragmentos de esa noche de 1962, con la historia de los dos enamorados, de su infancia y sus años de universidad, de sus meses de noviazgo. Así, poco a poco nos va mostrando cómo han llegado a ser quienes son, con sus virtudes y sus defectos, que les van a llevar al desenlace más inesperado.

Es una historia que deja poso, que hace que te quedes pensando después de leerla a lo largo de los días. Y es una historia terrible por su trasfondo. Cuántas historias similares a esta que nos cuenta habrán sucedido, con desenlaces iguales o totalmente diferentes. Cuántos Florence y Edward habrán pasado su primera noche juntos en busca de una felicidad esquiva, consiguiendo llegar a ella. O no. Cuántas veces se ha repetido esa historia con otros desenlaces, quizás teniendo que hacer concesiones dolorosas para seguir adelante en esa vida de pareja. Cuánto hemos cambiado como sociedad. Qué diferentes se ven las cosas ahora.

McEwan me ha sorprendido. La calidad de su prosa es incuestionable. Si no habéis leído esta historia no podéis perdérosla. Ya estoy pensando cuál de mis pendientes de este autor va a ser el siguiente. Tengo varios para elegir: Amor perdurable, Cáscara de nuez, Expiación, En las nubes y Solar. ¿Opiniones?

No es una fantasía balsámica, para entretenerse y evadirse, es un pedazo de vida, melancólico y amargo: no es el camino de baldosas amarillas, sino "la inmensa vía recta de guijarros relucientes a la luz pálida", Chesil Beach, un encuentro y un desencuentro, un recuerdo que nos hostiga, una decisión, una negación que cambia nuestro futuro y al que volvemos una y otra vez.

No es la asombrosa y superlativa Expiación, con su rica y deslumbrante complejidad de puntos de vista y visiones temporales que se ramifican como fractales, se anticipan y retrotraen colmando cualquier ambiciosa expectativa que podamos tener ante lo que es el Arte. Aquí nos encontramos más bien una pieza de cámara, un atardecer en un hotelito cabe una playa de gravilla, con Florence y Edward, en 1962.

Es esta una época difícil, de transición entre la austeridad de la posguerra y el Swinging London. Nuestros pobres héroes confusos tienen "muchos planes, planes alocados" y convergen huyendo de la insatisfacción con su entorno y atrayéndose por lo que tienen que ofrecer. ¿Es esta ofrenda sincera y total? ¿Sabemos lo que somos y lo que queremos, plenamente, en un mundo que busca un lugar para el mañana? Jacqueline du Pré, Norman Cohn, Iris Murdoch, noticias confusas de la píldora y el comienzo de la protesta contra las nucleares enmarcan esta lucha personal, con dos antagonistas orbitando desde Chesil Beach y nosotros con ellos, adelante y atrás, en esta agonía entre los hechos y los deseos, en lo que nos hace ser quienes somos.

Me gusta mucho el estilo de McEwan. Expiación (Atonement) es una de mis novelas favoritas de los últimos años. Creo que el autor británico escribe sobre personajes ricos en matices, nos proporciona un buen contexto para entenderlos mejor. Es capaz de crear interés en situaciones que pudieran ser mundanas o bastante manidas. A veces tiene un punto provocador que puede descolocar al lector, lo que me parece algo aún más a favor.
En Chesil Beach (On Chasil Beach), McEwan nos habla de Florence y Edward, dos jóvenes recién casados de principios de los años 60 que se han ido a pasar su luna de miel a un pueblo costero de Inglaterra. Ambos son vírgenes y los nervios aparecen en su actitud ante lo que va a suceder. Edward está sobreexcitado, Florence está asustada e insegura. La historia no se queda ahí, nos va presentando a cada personaje, cómo es su entorno familiar (muy diferente), cómo se conocieron y cuáles son los motivos que les llevan a afrontar esta noche de bodas de manera tan distinta. También nos dibuja un cuadro histórico con referencias que aparecen salteadas durante esos flashbacks. Los mismos Florence y Edward se conocieron en una manifestación antinuclear, Florence no entiende a su familia y sus ideas políticas tan conservadoras y anticomunistas. La presencia del sexo es muy importante, no solo en la relación de los recién casados, sino en la descripción de la época. Se nos presenta una Inglaterra reprimida con muchos prejuicios y a punto de entrar en una época muy distinta. Por último, la música juega una papel muy importante. Edward es profesor de Historia. Con el tiempo se volverá un especialista en jazz y rock and roll. Florence es una violinista apasionada de la música y que quiere vivir dedicada a ello. En la novela se comentan varias obras musicales que pueden acompañar come banda sonora.
Y sin embargo, a pesar de mi gran admiración por McEwan, esta novela me ha decepcionado bastante. Hay una tensión sexual, hay miedo, angustia por no saber expresar con palabras las ideas que nos atenazan. También hay un contexto familiar exigente, estricto y frío, que nos intenta dar la pista para entender la reacción de Florence. No funciona del todo para mí, no creo que todo lo que ocurre en esta novela esté bien traído y sea coherente. Lo que no digo es que no existan personas como los protagonistas, estoy seguro que esta historia se ha podido repetir en más de una ocasión, pero creo que el autor no tiene reparos en explicarnos una eyaculación, pero se queda corto con los sentimientos de Florence y sus motivos.