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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
02 November 2021
¡Maldito McEwan, que brutalidad de escritor que es! Esta novela me confirma algo que tenía muy claro de este autor: la trama en sus obras es importante, sí, pero los personajes lo son aún más, el argumento es un mero marco que permite a este escritor esbozar a sus caracteres, destriparlos ante el lector y dejarlos desnudos y en carne viva, mostrar su psicología con todo su detalle y como el ambiente en que se han criado o en el que viven les ha condicionado, sus luces y sus sombras. Y todi eso es algo que McEwan en todas las novelas que he leído de él siempre ha hecho con un exquisito y cruel detallismo casi plástico.

Chesil Beach” es un ejemplo perfecto de esto, una vez más. Aquí McEwan nos presenta a dos jóvenes, virginales e inexpertos, Edward y Florence, que acaban de contraer matrimonio de una forma extrañamente precipitada, y que se disponen a pasar su noche de bodas en un hotel de la costa. Y como no tardaremos en apreciar, cada uno de ellos encara la consumación de su relación y la perdida de la virginidad de una forma diferente. Muy diferente y marcada por la separación que hay entre sus mundos, su educación, sus formas de ser y su manera de ver y entender el sexo o el amor. Por no hablar que cada uno de ellos carga con un bagaje psicológico y de personalidad que haría las delicias de cualquier psicoanalista. Todo eso unido llevará al inevitable drama.

Lo primero debo decir es que, siendo sinceros, el argumento no da para mucho. McEwan es consciente de esto, pero usa magistralmente el material del que dispone, y compone una novela sobria y densa en menos de 200 páginas, en la que los acontecimientos que tienen dura lugar durante la noche de bodas se intercalan con gran abundancia de Flashback. En pocas páginas nos pone al corriente del pasado de los protagonistas; sus metas y ambiciones; los ambientes en que se mueven y la época en la que viven, unos años 60 en los que el mundo está en pleno proceso de transformación, mientras intenta superar todo lo que supuso la Segunda Guerra Mundial y encontrar su lugar en plena Guerra Fría. Éstos Flashback son muy importantes: por un lado, sirven para representar la época en la que se realizan los sucesos que nos están contando.

Por otra nos permite ahondar en los personajes y ver qué es lo que les impulsa a actuar como lo hacen, que es lo que ha forjado sus personalidades. No obstante, algo que me ha llamado mucho la atención, es que hay ciertas temas del pasado que se tocan muy de puntillas y que McEwan deja a la imaginación del lector definir y decidir hasta que punto han influido en nuestros protagonistas, especialmente en el de Florence. Una técnica que a mi me ha gustado por lo sutil que resulta y por el halo de misterio que da a Edward y, sobre todo, a Florence, en el sentido de que ni ellos (ni el lector) son conscientes de que les mueve. Pero reconozco que también puede resultar muy frustrante, te lleva a no entender del todo a los personajes de esta novela, y por consiguiente, a lo que sucede la misma, a alejar argumento y protagonistas del lector.

No obstante, para mí lo esencial y lo que realmente me ha chocado de toda esta lectura es la que considero que es la moraleja y núcleo emotivo de esta historia, que es como un minuto, o un instante, acaba por definir tu vida para siempre de una manera que no podrías ni imaginarte. Algo que se plasma muy bien en estas páginas y de una forma impactante. El final me ha recordado, quizás por eso, a lo que se podía leer previamente en la obra más famosa del autor “Expiación”. Ver como lo que empezó siendo una narración sobre el primer amor acaba convirtiéndose en la crónica de una muerte anunciada, abocada por un cúmulo de errores, torpezas, ira y la falta de comprensión que vienen marcados por la mentalidad de la época acerca del sexo y el amor, la falta de sinceridad y la juventud de los novios y sus propios problemas de índole psicológica. Un cumulo de circunstancias que muestran, por más que se quisiesen y lo tuviesen todo a su favor, Edward y Florence no estaban realmente preparados para el matrimonio ni para lo que la sociedad les marcaba como pareja. Y todo esto nos lleva a un final tan abrupto como impactante y cruel, que dejará al lector con una sensación de una pena en el pecho.

Aunque me ha encantado, tampoco voy a negar que “Chesil Beach” no va a pasar como uno de mis libros preferidos de este escritor (ese honor, de momento, lo tienen “Expiación” y “Niños en el Tiempo”), pero es una obra que está fantástica y nítidamente bien escrita, con personajes increíblemente bien trazados y muy realistas, y una ambientación nítida y perfecta de una época concreta con todos sus problemas y ventajas, y las diferencias de ideologías y conciencias entre clases y entre personas mayores y la juventud de ese momento. No obstante, el argumento al final resulta muy escueto y poco interesante, pero ahí también está una de las gracias del libro, que dura exactamente lo que tiene que durar para no hacer la historia repetitiva, densa o aburrida.
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