Es vergonzoso a veces que el cuerpo no quiera, o no pueda, ocultar las emociones.
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Es vergonzoso a veces que el cuerpo no quiera, o no pueda, ocultar las emociones.
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Se consideraban demasiado complejos para creer en el destino, pero les seguía pareciendo una paradoja que un encuentro tan trascendental hubiera sido fortuito, tan dependiente de cien sucesos y elecciones nimios. Qué posibilidad tan aterradora que pudiera no haberse producido nunca.
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¿Cómo podría él no amar a una mujer tan singular y cálidamente especial, tan dolorosamente sincera y consciente de sí misma, una mujer cuyos pensamientos y emociones se veían todos a simple vista, ondeando como partículas cargadas a través de sus gestos y expresiones cambiantes?
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Era todavía la época […] en que ser joven era un obstáculo social, un signo de insignificancia, un estado algo vergonzoso cuya curación iniciaba el matrimonio. Casi desconocidos, se hallaban extrañamente juntos en una nueva cumbre de la existencia, jubilosos de que su nueva situación prometiera liberarles de la juventud interminable
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Enamorarse era revelarse a sí misma lo extraña que era, la frecuencia con que se enclaustraba en sus pensamientos cotidianos […] ¿Tanto le había costado descubrir que le faltaba un simple resorte mental que todo el mundo tenía, un mecanismo tan normal que nadie lo mencionaba siquiera, una inmediata conexión sensual con la gente y los sucesos, y con sus propias necesidades y deseos?
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¿Y qué se interponía entre ellos? Su personalidad y su pasado respectivos, su ignorancia y temor, su timidez, su aprensión, la falta de un derecho o de experiencia o desenvoltura, la parte final de una prohibición religiosa, su condición de ingleses y su clase social, y la historia misma. Poca cosa en definitiva.
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Ser pueril no era aún honorable ni estaba de moda.
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"Eran jóvenes, instruidos y vírgenes aquella noche, la de su boda, y vivían, en un tiempo en que la conversación sobre dificultades sexuales era claramente imposible".
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Cruzara la frontera que cruzase, siempre había otra nueva esperándola. Cada concesión que hacía aumentaba la exigencia, y luego el desencanto.
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Quería estar enamorada y ser ella misma. Pero para ser ella misma tenía que decir no a cada paso. Y entonces ya no era ella. La habían arrojado al lado de la enfermedad, como la cara opuesta a la vida normal.
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Novela de ciencia ficción, escrita por Richard Matheson, en 1975 se titula: "En algún lugar del _________"