Carta de una desconocida de
Stefan Zweig
"Pero desde ese segundo, desde que sentí esa tierna y suave mirada, quedé a tu merced. Después comprendí que esa mirada que atrae, que te envuelve y te desnuda a la vez, esa mirada de seductor consumado, era tu modo de mirar a todas las mujeres que se cruzaban en tu camino, a cualquier vendedora que te atendía, a cualquier criada que te abría la puerta. No eres consciente de la fuerza de esa mirada que tu ternura hacia las mujeres hace parecer más dulce y afectuosa en su insistencia. Pero yo, con trece años, no sospechaba nada de eso, vivía sumergida en fuego. Creí que esa ternura sólo era para mí, para mí sola. Como adolescente, en un segundo, se despertó en mí la mujer que había de enamorarse de ti para siempre." (Págs.15-16).