Las hermanas de Stefan Zweig
Helena había triunfado sobre Sophia, la belleza sobre la sabiduría, el vicio sobre la virtud, la carne siempre dispuesta sobre el espíritu, variable y despótico.
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Las hermanas de Stefan Zweig
Helena había triunfado sobre Sophia, la belleza sobre la sabiduría, el vicio sobre la virtud, la carne siempre dispuesta sobre el espíritu, variable y despótico.
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Novela de ajedrez de Stefan Zweig
¿Pero no somos culpables de una denigración repudiable al considerar al ajedrez "un juego"?
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La Lucha Contra El Demonio (Hölderlin - Kleist - Nietzsche) de Stefan Zweig
Como siempre, el heroísmo de un hombre encuentra el mayor peligro en los seres que más lo quieren ;los que lo aman tratan de calmar esa tensión dolorosa y bondadosamente soplan sobre el fuego sagrado para reducirlo a las cómodas proporciones de una modesta llama de hogar doméstico.
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Veinticuatro horas en la vida de una mujer de Stefan Zweig
La vejez no significa nada más que dejar de sufrir por el pasado"
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Miedo de Stefan Zweig
Algunas veces tenía que sentarse hasta que su corazón desbocado se tranquilizaba. Otras una turbadora pesadez se apoderaba de su cuerpo, el cansancio se derramaba sobre sus miembros como si fuera un líquido viscoso, lacerante; sin embargo, era incapaz de conciliar el sueño. Un miedo atroz consumía las raíces de su existencia, envenenaba su cuerpo. En lo más íntimo de su ser deseaba que este mal saliera al exterior y se hiciese visible, que se convirtiera en una dolencia tangible, con un diagnóstico clínico, que despertaría la compasión y la misericordia de la gente.
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Mendel el de los libros de Stefan Zweig
Sentí un regusto amargo en los labios. El regusto de la fugacidad. ¿Para qué vivimos, si el viento tras nuestros zapatos ya se está llevando nuestras últimas huellas?
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Mendel el de los libros de Stefan Zweig
Que una vida pura en el espíritu, una abstracción completa a partir de una única idea, aún pueda producirse hoy en día, un enajenamiento no menor que el de un yogui indio o el de un monje medieval en su celda, y además en un café iluminado con luz eléctrica y junto a una cabina de teléfono...Este ejemplo me lo dio, cuando yo era joven, aquel pequeño prendero de libros por completo anónimos más que cualquiera de nuestros poetas contemporáneos.
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Mendel el de los libros de Stefan Zweig
Pronto había abandonado al riguroso dios único , Jehovah, para entregarse al politeismo brillante y multiforme de los libros.
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Clarissa de Stefan Zweig
A veces, al evocar su vida, se sentía como si solo hubiera participado activamente en una pequeña parte de ella, y hubiera vivido el resto sumida en el cansancio o empujada por el vacío sentido del deber.
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Carta de una desconocida de Stefan Zweig
—Pero uno siempre vuelve. —Sí- respondí yo— uno siempre vuelve, pero entonces ya ha olvidado. |
Momentos estelares de la humanidad de Stefan Zweig
"Los hombres solitarios,que siempre están leyendo y aprendiendo,son los más peligrosos a la hora de revolucionar el mundo"...
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María Antonieta de Stefan Zweig
Como durante demasiado tiempo quiso estar sola en su felicidad, estará sola en su desgracia y tendrá que pagar por un juguete infantil con una corona y una vida.
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Viaje al pasado de Stefan Zweig
Se concentró en escuchar, por si aquella voz profética, la intérprete de sus recuerdos, quería volverle a hablar , develándole el presente a través de su pasado
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Los ojos del hermano eterno de Stefan Zweig
No sé si es sabiduría lo que hago, no sé si es felicidad lo que siento, no sé si puedo enseñar nada o dar consejo alguno.
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La impaciencia del corazón de Stefan Zweig
...sé que ninguna culpa queda olvidada mientras la conciencia tenga conocimiento de ella.
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Novela de ajedrez de Stefan Zweig
Como todas las naturalezas tenaces, no tenía ningún sentido del ridículo.
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Miedo de Stefan Zweig
La pasión que le embriagaba mientras lo escuchaba tocar el piano, le resultaba inquietante cuando se entregaban al amor.
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Miedo de Stefan Zweig
Le había hecho levantar los ojos del piano y aquella primera mirada se poso en ella.
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Mendel el de los libros de Stefan Zweig
… los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido.
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¿En qué año se publicó?