No sabría por dónde empezar con este libro. Tan pronto empecé a leerlo, supe (estoy segura de ello) que esta novela pasará a la historia de la literatura, y me dio un poco de rabia haber comprado la versión traducida, aunque admito que muy bien traducida.
El libro es de una delicadeza exquisita, la ambientación muy cuidada y disfruté de cada línea. Pocas veces se ha visto el dolor y duelo tan de cerca, con todas sus consecuencias destructivas en la mente de una madre.
Por fortuna, al empezar mi lectura no sabía mucho de la obra y me salté los pequeños poemas introductorios, lo cual fue muy acertado porque solo pasados unos capítulos empecé a desconfiar que podría tener algo que ver con Shakespeare, pese al parecido entre Hamlet y el título
Hamnet, y no supe quién moriría, hasta la escena de la llegada de la muerte.
Me gustó mucho que Maggie O'Farrell recuperase el nombre de Agnes para Anne. Fue respetuosa para con ella, aunque no esperaba ni creo que se deba tomar la novela como histórica, sino como ficción con personajes que existieron, pero de los que poco se sabe.
Aparte de la enfermedad y el duelo, con un tratamiento ya de por sí insuperables, el libro toca la distancia de la pareja Agnes y su marido, deliberadamente sin nombre. Es la misma que la existente entre el hombre y el mito en que se convirtió Shakespeare. Él que la quiso y ella a él, ambos maltratados en sus infancias, y, poco a poco, ella que no entiende lo que él hace en Londres y él que se alegra cuando finalmente puede sorprenderla. Son dos personas cuyos caminos se bifurcaron en algún momento, en un ángulo pequeño, pero a medida que avanzaban uno y otro, la distancia entre ellos se volvía insalvable. Esa mujer diciéndole a su marido que no se puede ir de allí cuando lo tiene delante con la maleta en la mano, y cuando ella más lo necesita te encoge el corazón.
Antes de terminar, quería comentar que el
Hamnet de Agnes y Shakespeare, y el Hamlet de la obra de teatro no se parecen mucho. Puede que la locura de Ofelia recuerde a la de Agnes, o el famoso monólogo “ser o no ser” refleje el miedo a la muerte. Tal vez Shakespeare le diese a Hamlet el nombre de su hijo porque no se lo podía sacar de la cabeza y nada más. Igual tampoco sabía mucho de su hijo porque fue un padre ausente. Pero del mismo modo que la novela hace un guiño a Hamlet, aunque solo sea por el nombre de su hijo, a lo largo de la obra hay otros guiños, algunos claros, otros que seguro que me pasé por alto, y alguno puede que «cogido con pinzas»:
*Macbeth posiblemente sea como el padre de Shakespeare, un hombre ambicioso e, incluso, tramposo
*El Rey Lear se refleja en la situación de Agnes, huérfana de madre, en condición de inferioridad en su casa con respecto a los demás hermanos/as.
*El mercader de Venecia, con las cuentas de Venecia que trajeron la peste a Stratfford-Upon-Avon. ¡Este está clarísimo!
*Sueño de una noche de verano - en cuanto al bosque y la magia. Shakespeare ve a Agnes por primera vez con una ave viniendo del bosque.
*Noches de Reyes - También muy evidente cuando los gemelos que se disfrazan para hacerse pasar el uno por el otro. La escena en la que
Hamnet se mete en la cama de Judith para engañar a la muerte te desgarra por dentro.
Lo que sí noté fue que, a excepción de Hamlet, las comedias tenían que ver con su hijo e hijas, y las tragedias con los adultos, o sea, con él y Agnes.
Con la última escena, cerré el libro con los pelos de punta. Hacía mucho tiempo que no me ocurría esto. Sin duda, quiero leer más de Maggie O'Farrell en su versión original.