Maravillosa obra. Cómo me ha gustado. Es increíble como Maggie O' Farrell, nos traslada a una época lejana, con personajes históricos de los que tampoco conocemos mucho y sobre todo, con un personaje principal que, a pesar de saber desde las primeras páginas que es lo que le sucedió, nos atrape de tal modo que solo quieres leer y leer. Y es que, sencillamente, es Maggie O' Farrell. En este caso, nos vamos a trasladar a Italia, concretamente a Florencia , estamos en el siglo XVI, el gran período renacentista y vamos a conocer a nuestra protagonista, a Lucrecia, hija de Cosimo I de Medici y de Leonor Álvarez de Toledo, su tercera hija que se casaría con Alfonso II de Este, príncipe de Ferrara, tras la muerte de su hermana María, que era la que estaba destinada a ese matrimonio. Y así, Lucrecia , con tan solo quince años, se convertirá en la esposa y un poco después en la duquesa consorte de Ferrara, Módena y Reggio, hasta su temprana muerte. Y Hasta aquí la historia, lo real. Pero lo que consigue Maggie O' Farrell es dar visibilidad a este caso, a una joven protagonista, siempre silenciada y poco conocida, en una excepcional obra que, como ya pasara con Hamnet, su anterior y aplaudida novela, se nos sitúa al lado de Lucrecia de Medici, de la que apenas conocemos nada, para ir rellenando esos huecos que ponen de manifiesto las críticas a los estereotipos de la mujer en tiempos pasados. Y así consigue cambiar los roles habituales poniéndola a ella, a Lucrecia, en el centro de atención y dejando a Alfonso II como "el marido de". Genial y absolutamente extraordinaria , una obra donde la introspección psicológica es patente, y la figura de Lucrecia de Medici se nos presenta con grandes inquietudes, entre ellas, la pintura, pero sin olvidarnos de su potencial y gran inteligencia, a pesar de su corta edad. Sin embargo, nada importa cuando tiene que aceptar al marido que se le impone, así como exhibir un comportamiento de aceptación, silencio y sumisión, hacer todo lo que se le pida, estar prácticamente sola y recluida en su habitación y dispuesta y preparada para cuando el marido desee practicar su rol de cónyuge, con la intención interesada de poder tener descendencia y sucesor. Y por cierto, nunca lo tuvo, a pesar de sus innumerables matrimonios posteriores. La verdad es que desde nuestro punto de vista actual, no podemos evitar pensar qué hubiésemos hecho nosotras en esa situación, una muy difícil cuestión pues tal vez, no sé si hubiésemos preferido morir y acabar. De todas formas, lo que sí sentimos es una sensación de total impotencia e incluso de asfixia, ya que todo, absolutamente todo, le está vedado, es un pájaro en una jaula de la que no podrá salir y que sólo pretende, y pretendemos junto a ella, romper la jaula, alzar el vuelo. Porque Lucrecia siempre ha querido y ha sido libre, también soñadora, y esto es lo que también nos acompaña en sus momentos más difíciles ya estando casada, un recurso muy utilizado para sobrellevar mejor su prisión y su deber de esposa, pero a la vez, es creativa, y amante del arte, ella pinta, aunque luego lo tape, ya que no quiere que su marido lo sepa, es amante de la vida y de su familia, a la que añora y le escribe cartas. Y es que es una admirable y apreciada compañera, como me hubiera gustado hablar con ella y atender a sus temores y a sus deseos. Esto lo conseguimos porque realmente nos sentimos acompañándola. Y es que la autora nos embelesa, invitándonos a descubrir cada detalle describiendo con insistencia lo que de trascendente y esencial ocurrirá no solo en su vida, en la vida cotidiana de Lucrecia, sino también, en la mente de nuestra amada protagonista, porque eso es lo que provoca, la queremos y la seguimos, viviendo a su lado y junto a ella, y a la que querríamos poder hablarle y decirle muchas cosas. Y no puedo dejar de aplaudir también ese espléndido final de la novela y el gran intimismo que derrocha. Es una obra impactante, una obra de arte. Y ahora, hay que esperar a su próxima novela. Bravo por Maggie O' Farrell. + Leer más |