Temporada de huracanes

Fernanda Melchor escribe sin filtros. Esta novela está llena de contenido sensible, por eso a mí me resultó tremendamente fuerte y explícita su forma de narrar el horror y la violencia que transcurre en La Matosa (pueblo ficticio contextualizado e Veracruz).
El lenguaje es incómodo y oscuro. El ritmo te envuelve de una forma brutal, no hay párrafos que te permitan tomar un respiro.
Ciertamente no lo imaginaba así, tan desesperanzador y terrible. El finalizar la lectura queda poso, te sacude y no te deja indiferente.

Una historia tan cruda, salvaje,vertiginosa e única en su clase. La estructura del libro sin puntos aparte te obligan a no parar de leer y entre más leía, la sensación de miseria, dolor, ignoracia e injusticias se me metía en la piel.

Es una historia donde el asesinato de la bruja es lo de menos, el conocer a los personajes y la circunstancias que la llevaron a morir dejan ver una capa oscura y muy sórdida de la humanidad misma.

Aún no sé que valoración darle. Necesito digerir esta lectura y la razón de haberla leído.

Necesitaba saber por qué la mayoría de las críticas que he oído generan tantas expectativas.
No he podido soltarlo desde q lo empecé, no sé tampoco si por enganche o ganas de acabarlo desde que lo empecé.

Es una experiencia difícil, por lo que lees y por cómo está escrito. Pero aún no puedo decir , ni creo que lo diga , que es una maravilla y que lo recomiendo.

Voy a macerarlo a ver que sale.

Temporada de huracanes no es una lectura amable ni esperanzadora. Ni tampoco apta para todo el mundo. Pero es fascinante. No he podido sacarme esta historia de la cabeza desde hace semanas. La historia comienza con la aparición del cadáver de la bruja de un pueblo cañero ficticio, basado en Veracruz, México. A partir de aquí, en cada capítulo se suceden los relatos de los diferentes personajes relacionados de alguna forma con el asesinato de la bruja.

Esta es la novela del desamparo, del abandono, de la más absoluta violencia. Sin usar la primera persona, y por medio de la oralidad mexicana, Melchor consigue que las voces de cada personaje sean verosímiles y honestas, llenas de matices, de aristas. Las existencias que viven estos están vaciadas de esperanza, tanto a nivel familiar como social.

Dice Fernanda que no quiso usar la palabra amor o ninguna derivación de la misma. Los personajes se enculan, se encandilan, pero no se enamoran. Y es que en esta historia no hay sitio para el amor, aunque sus protagonistas necesiten desesperadamente un poco de ternura, de cariño.

Porque está todo bichado.

Sin duda alguna una historia latinoamericana, plagada de realidad cruda,superstición, violencia, drogas, prostitución. Un pueblo en la nada, ignorancia, la vida qué pasa sin ningún objetivo, la doble moral, la familia siempre juzgando, el mal camino, la identidad sexual y el que dirán. Un lenguaje soez, una jerga constante, un relato de la marginalidad y la degradación, del mal trato, de la pérdida de la juventud y de las no oportunidades.
Me ha gustado mucho, el hilo conductor de la narración es rápido y te deja sin aire, una historia de pobreza que nos han contado muchas veces, que sin embargo te mantiene enganchada.

Hubo un boom hace unos meses por estos lares con esta novela de la mexicana Fernanda Melchor que la encumbró al Olimpo de Bookstagram, así que tuve que ver con mis propios ojos si eran ciertos todos los elogios recibidos. Pues no, al menos para mí no.

No vamos a quitarle méritos a la novela, estamos ante una historia cruda y devastadora, que ahonda en las mayores miserias humanas de un elenco de personajes de baja extracción social que giran en torno a la figura de la bruja, mujer que aparece asesinada en extrañas circunstancias. A partir de aquí, se crea un tapiz de historias que se van entretejiendo unas con otras, ocho frenéticos capítulos donde el testimonio individual de cada uno de los secundarios conforma la trama, un ovillo desmarañado que no encaja hasta sus páginas finales. Cabe resaltar el trasfondo de temas que dan forma a la historia y que comprenden mayor importancia que ella misma: el machismo, la pobreza, la incultura, la violencia, la religión…

¿Por qué no me ha cuajado esta historia entonces? No ha sido solo por el fondo, ha sido por la forma. Estamos ante una escritura innovadora, sin signos de puntuación, sin separación de frases o pensamientos, sin guiones. Un estilo que encaja totalmente con la concepción asfixiante de la novela, porque no deja respiro. Capítulos enormes sin descanso, que hay que continuar y devorar hasta el punto final, en el cual no sabes si sentir alivio y respirar, o sentir asfixia y agobio por continuar. Un texto, a la vez, cargado de modismos, expresiones coloquiales, vulgarismos, que encajan totalmente con la tipología de personajes y con el hilo argumental, pero que me desubicó totalmente por mi ignorancia de el coloquialismo mejicano.

En conclusión un esfuerzo de lectura mayúsculo, una novela rompedora y muy bien narrada, que provoca y hace sentir, pero que para mí sólo se queda en la forma, el fondo, la trama no me aporta nada. No me ha compensado el esfuerzo sufrido.  ¿Recomendable? No sabría deciros, me alegra haberla leído, pero no ha cuajado conmigo, es una novela de extremos, que amas o que sufres, no queda más que picotear un poco y probar, pero os aconsejo entrar de puntillas.

Dentro de nuestras cabezas se tiene que ocultar alguna especie de botón activador que permita transcribir las sensaciones que uno experimenta al notar que se ha quedado sin palabras. Esa palanca que da origen a que todo fluya con naturalidad para poder escribir algo coherente. Algo lleno de toda magia, Musa que acaricia tus dedos, que sea capaz de borrar de tu mente cualquier sonrojante panfleto que intente acercarse al complejo engranaje que ha conseguido plasmar Fernanda Melchor en Temporada de huracanes.
Ya les digo que es imposible transcribirlo porque las emociones siempre se disuelven tras las letras. Por mucho que lo intentes, el fracaso se percibe en medio de tus pretensiones. Y es que solo aquellos que han llegado al desenlace de una obra como esta podrían entender lo inútil que es describir esa sensación que tienes cuando el vendaval que escribe Fernanda ha arrasado contigo. Es agotador, te deja exhausto, descorazonado y podrido por dentro pero, sin embargo, querrías seguir más y más adentrándote en esa pesadilla cotidiana con la que Temporada de huracanes remueve tu conciencia.
El argumento en una obra como esta es lo de menos. La aparición del cadaver de una mujer dará paso a unos hechos que dibujarán una sociedad sucia, peligrosa, llena de personajes desamparados cuya única ambición en la vida sea la de entender el por qué todo a su alrededor carece de sentido. Todo girando alrededor de una casa aislada del pueblo que causa tanto pavor como fascinación y que desvelará todos los secretos que se esconden en esta imprescindible obra de las letras mexicanas.
Pero como digo, nada de eso hace justicia a la obra de Fernanda Melchor, voz narradora que tiene la capacidad de atraparte con su tormentosa manera de describir los hechos que cuenta en esta novela y, sobre todo, con esa maravillosa naturalidad que desprende para dar vida a sus personajes. Todos, cada uno de ellos, se van a quedar para siempre en la memoria del lector, pese a que cuando rozas las páginas del libro con cualquiera de sus vivencias terminas siempre sangrando. Porque no hay otro modo de vivir estas vidas sin quedar empapado de sus infortunios, de sus silencios, de esas miradas que atraviesan el papel para recordarte que lo único que te diferencia de ellos es la fortuna que tienes al poder cerrar las cubiertas de estas vidas de ficción.
Es un mundo que queremos ocultar. Con sus propias reglas, sus códigos, sus verdades…lugares prohibidos que se esconden en cada una de nuestras ciudades, parapetados tras la indiferencia. Lugares llenos de vida, de miedos, euforias, deseos, tristezas, esperanzas, frustraciones y, como no, de amor. Emociones que se vierten en cada página de esta historia destrozándote por dentro.
Era temporada de huracanes, tenía que haberlo previsto. Sus efectos siempre son devastadores.

Qué tremendo descubrimiento ha sido la narrativa de Fernanda Melchor y qué pena que tardé tanto en leerla. Han transcurrido ya un par de semanas meses desde que terminé Temporada de huracanes y hay muchos aspectos del libro en los que sigo pensando porque me parecen maravillosos.

Para empezar, es un libro que me ha sorprendido de una manera brutal porque ha cambiado ciertos parámetros que tenía como lectora. Para ello, he de reconocer (y no me siento orgullosa de ello ni lo digo solo por disentir) que no disfruto mucho del arte mexicano más contemporáneo, en particular todo aquel que refleja tal cual la realidad del país –una realidad violenta, brutal, inmisericorde y terriblemente injusta. Y no es porque no quiera ver la realidad en el arte, sino al contrario, porque es una realidad que vivo día con día y de la que tengo plena conciencia, entonces no busco en el arte, otro recordatorio de lo que veo de forma cotidiana. Por otra parte, tengo la impresión que muchas veces esa realidad se usa (y sobre todo en el cine) tan constantemente que en algún momento pierde su efectividad como recurso artístico y se torna en algo gratuito.

Ahora bien, antes de empezar esta novela tenía miedo que no fuera a disfrutar del libro, porque había leído reseñas de que era cruda y brutal. Y vaya que lo es. Temporada de huracanes es la historia de una comunidad en Veracruz (que puede ser cualquier lugar en México, o en Centroamérica o el mundo), en donde existe corrupción, prejuicios, odios y violencia familiar, alcoholismo, drogadicción y mucho abandono. La narración comienza con un asesinato, el de la Bruja, personaje que de entrada parece sobrenatural pero resulta ser el personaje diferente que en cualquier pueblo es visto como algo raro y por tanto, temido. Este es el punto de partida de las historias de una serie de personajes, jóvenes en su mayoría, que viven en una comunidad pobre, brutal, llena de desesperanza y con un futuro sin posibilidades que los lleva a cometer acciones terribles. Es el retrato de un México ignorante, familiarizado con la violencia, con la sangre, con la discriminación, la misoginia, con el abuso de poder e impotente ante una realidad que muchas veces nos rebasa y nos deja indefensos.

Lo que me sorprendió de la prosa de Melchor, y que temía por lo mencionado en cuanto al exceso de violencia es que cada elemento, cada situación terrible que se presente, no tiene la intención de ser aleccionadora pero tampoco gratuita: no usa malas palabras por el hecho de hacerlo. Incluso las escenas sexuales que son explícitas y brutales me parece que no sobran ni se exageran –son parte de una narrativa tremendamente bien construida, necesaria para la trama. En ello, fue sorprendente para mí darme cuenta que muchos de los escenarios me resultaron familiares: más allá de la violencia diaria del país, también encontré elementos dolorosos como esta sociedad patriarcal terrible en la que vivimos (una de las protagonistas es maltratada por su abuela por ser mujer), los prejuicios que nos hacen suponer que cualquier persona distinta “está endemoniada”, entre otras cosas. Crecí en una ciudad muy pequeña en el norte de México y me impactó reencontrarme con estos escenarios que creía propios de mi infancia y sobre los cuáles no había reflexionado.

Me siguen faltando palabras para describir todo lo que esta obra de Melchor me provocó, y con ello sé que definitivamente releeré este libro.

La Matosa, un pueblo en las entrañas de México que se configura en base a un sistema económico catastrófico donde la población ha pasado de ser gobernada por un señor feudal a vivir del narcotráfico y del miedo a una mujer llamada la Bruja a la que acuden en busca de ayuda. Todo cambia cuando unos niños encuentran un cadáver flotando en un canal, es ahí, cuando los secretos de la Matosa salen a relucir más que sus actividades económicas.

Temporada de huracanes es una historia que podría atribuirse como un estudio etnográfico del México profundo, acercando la población, la cultura y el lenguaje al lector. Ese es el mayor poder de este libro. En el, entre otros elementos, nos encontraremos con personajes propios de las leyendas como la Bruja Vieja y la Bruja Chica, y otros propios de las noticias, como Cuco el traficante o Chabela. La potencia que albergan estas escasas doscientas y poco de páginas de narración casi ininterrumpida de Fernanda Melchor, colman con una historia que nos va acercando a los personajes mediante un hilo que los va uniendo poco a poco hasta que se forma una línea de acontecimientos que ubica al lector al final creando el puzle de la historia real que Fernanda leyó y le inspiró para acercarnos hasta la crueldad, machismo y religión de la obra.

Adentrarse dentro de Temporada de Huracanes no sólo es resolver un misterio, es un mundo de personajes que encarnan todos los estigmas sociales que se atribuyen al país natal de la autora, y que, magistralmente, resuelve dándole el punto inclusivo en un ejercicio de naturalidad impresionante que descubriréis según pasen las hojas del libro.

Este libro merece la pena no sólo por la narración aunque sea difícil acostumbrarse a un ritmo de lectura frenético por la escasa puntuación, también tiene mérito el misterio y el desarrollo de personajes que se van enroscando en las acciones de los otros como si de imanes se tratara. Un libro sobre un misterio que sabe resolverlo, aportando personajes reales y un buen mensaje final en apenas doscientas páginas.
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Difícil. Difícil reseñar Temporada de huracanes. Un libro duro, desagradable, con un estilo muy marcado, pero a pesar de todo, un libro para enmarcar.
Temporada de huracanes es un libro escrito por la joven autora mexicana Fernanda Melchor, una de las narradora latinoamericanas más destacadas de la actualidad. Y no es para menos, ya que esta novela consiguió ser finalista del Booker Internacional en 2020 y ha sido traducida a mas de una treintena de países, una bestialidad.

Fernanda Melchor es una escritora con un estilo propio. En esta novela, dónde no hay ningún punto y aparte, e igual alguna frase te encuentras que más del 80% de las palabras son palabras malsonantes, la autora mexicana consigue una narración que es toda una revolución para el lector que se adentra en sus páginas. Es un huracán, un huracán literario en el que acabas metido y no puedes salir. Y es que Fernanda nos cuenta esta historia de forma circular, como si fuese un huracán, dando vueltas siempre sobre el mismo punto. Y es que hay un hecho con el que se inicia la novela y cada uno de los capítulos pasan por ese hecho, nos cuentan lo que paso antes de llegar a eso y lo que paso después. Muchas veces desearías quedarte en el ojo del huracán, implorando un poco de calma en este ritmo tan frenético, pero con su estilo agresivo, su desagradable escenografía y su lenguaje hosco, hace que te veas arrastrado a ese huracán constantemente y no puedas salir de él.

Es una novela claramente de personajes. Una novela coral donde cada uno de los personajes implicados en esta historia, toma la palabra en cada uno de los capítulos de la novela. La historia se desarrolla en La Matosa, una localidad inventada que basada en su Veracruz natal, trae a escena la violencia, la prostitución, la homofobia y sobre todo la brujería tan propia de esta zona de México.

Es un libro no apto para todos los lectores. Hay ciertas partes que a mi se me hicieron desagradables en extremo, pero el libro merece mucho la pena. Es una denuncia social clara, ya que muchos de estos hechos están basados en hechos reales.

Yo voy a seguir con la autora, porque a pesar de su exigencia, tengo claro que es una autora diferente, y a mi me gusta lo diferente.