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Temporada de huracanes no es una lectura amable ni esperanzadora. Ni tampoco apta para todo el mundo. Pero es fascinante. No he podido sacarme esta historia de la cabeza desde hace semanas. La historia comienza con la aparición del cadáver de la bruja de un pueblo cañero ficticio, basado en Veracruz, México. A partir de aquí, en cada capítulo se suceden los relatos de los diferentes personajes relacionados de alguna forma con el asesinato de la bruja. Esta es la novela del desamparo, del abandono, de la más absoluta violencia. Sin usar la primera persona, y por medio de la oralidad mexicana, Melchor consigue que las voces de cada personaje sean verosímiles y honestas, llenas de matices, de aristas. Las existencias que viven estos están vaciadas de esperanza, tanto a nivel familiar como social. Dice Fernanda que no quiso usar la palabra amor o ninguna derivación de la misma. Los personajes se enculan, se encandilan, pero no se enamoran. Y es que en esta historia no hay sitio para el amor, aunque sus protagonistas necesiten desesperadamente un poco de ternura, de cariño. Porque está todo bichado. |
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