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#Retovictorianspirits de la cuenta @victorianspiritsblog, premisa "Un libro Ambientado en la Inglaterra Rural". Tercer año consecutivo en el que leo una novela de Hardy, una cita anual que siempre espero con mucho interés y que nunca decepciona. de hecho este libro era uno de los que más ganas tenia este 2022 de hincar el diente. Y si, una vez más Hardy no defrauda. A grandes rasgos ha sido una lectura que me han tenido en vilo todo el rato y me ha gustado tanto como me ha hecho sufrir. Pero también tengo que decir que dudo mucho si ponerle cuatro o cinco estrellas a esta lectura. Y es que, aunque a grandes rasgos me ha gustado mucho, también soy consciente de que este libro no me ha entusiasmado tanto como los dos que leí anteriormente del mismo escritor, a los cuales les puse cuando los acabe las cinco estrellas sin pestañear. Y ambos (“El Alcalde de Casterbridge” y “Lejos del Mundanal Ruido”) estuvieron en mi top 5 de mejores lecturas de sus respectivos años. Y no tengo tan claro que esto vaya a pasar con “Jude el Oscuro” en el presente año. El protagonista de la novela es Jude Fawley, un hombre de extracción humilde, quien desde que es un muchacho ha intentado estudiar y adquirir conocimientos por su cuenta para poder acceder a una educación superior en uno de los colegios de la ciudad de Christminster (trasunto de Oxford en las novelas de Wessex, el país ficticio basado en Inglaterra en el que Hardy ubicaba la mayor parte de sus obras). A medida que pase el tiempo, Jude comprobara no solo lo prácticamente imposible que es poder acceder al mundo de la intelectualidad siendo un simple picapedrero. También se interpondrán en su camino dos mujeres: la mundana y pasional Arabella, con quien contraerá un precipitado matrimonio que no tardará en hacer aguas; y su propia prima Sue, una joven sensible, voluble y de ideas avanzadas para su época que se convertirá en el amor de su vida y que pondrá su mundo patas arriba para siempre. Como autor, Hardy tiene varias señas de identidad, y una de ellas es esa atmósfera de fatalidad y tragedia que flota en sus obras desde la primera página. al leerle uno siente como poco a poco va forjándose el drama a medida que va desarrollándose la historia. Un drama que surge de la incapacidad de sus personajes de escapar de un hado oscuro que surge de las convenciones sociales de la época en que les toco vivir, sus propios sentimientos y actos, un férreo determinismo genético y un destino implacable que les predestina a la desgracia y la mala suerte. Estamos ante un hado tenebroso que no les deja escapar de su sino, y que casi parece tener personalidad propia, una fuerza tormentosa que mueve los hilos y condena a los personajes a la desdicha y la incomprensión de sus semejantes. En este caso, dicho destino surge del choque entre los convencionalismos sociales de la época victoriana contra la extraordinaria sensibilidad y el pensamiento adelantado de la pareja protagonista, Jude y Sue. Y por ello la suya es una relación que prácticamente está condenada desde el principio a tener un desenlace triste y miserable. Y cuando digo desde el principio, es que es desde el mismísimo principio, ya que en la familia que tienen en común los matrimonios nunca suelen terminar bien, todas las parejas acaban, de un modo u otro, separados y desencantados con la vida y el amor. Y todo eso duele, sobre todo cuando lees las ideas tan avanzadas que esta pareja (y especialmente ella) tienen para haber sido creados en pleno siglo XIX. Esa es una de las cosas que más me ha sorprendido de esta lectura, comprobar como Hardy se adelantó varias centurias a una concepción sobre el matrimonio y la relaciones entre hombres y mujeres más libre y basada no tanto en la legalidad como en el respeto, el amor y la compatibilidad entre los contrayentes. Son ideales que ahora resultan muy normales y son buen sabidos, pero que en esa época proponerlos, tan siquiera, era un auténtico escándalo. No me resulta nada difícil imaginarme al potencialmente bien pensante lector victoriano criticando en público las sinvergüencerías que Hardy narraba en este libro, y escandalizándose ante la falta de principios de sus protagonistas. Para luego leerlo con todo el interés por debajo de la mesa, y replantearse algunas de las cuestiones que están en el centro emocional de esta novela. Además, la obra tiene el salseante añadido de que supuestamente está inspirado en la propia vida de Thomas Hardy y en la relación que tuvo con su prima, la cual parece ser, sin casi ningún tipo de duda, el modelo para el personaje de Sue. Este fue un romance que supuso un autentico escándalo dentro del seno familiar de los implicados, del que los historiadores y estudiosos sabe muy poquito, aunque parece que es muy claro que sí ocurrió de verdad. Y para liar más las cosas, supuestamente de esta relación nació un niño que desapareció al poco de nacer y que se cree fue dado en adopción. Saber todo eso da otra perspectiva a esta lectura, la hace más realista y, en cierto sentido, más cercana. Volviendo al libro, nos encontramos ante una historia en la que lo más penoso es como todo se conjura para convertir en un sinsentido las existencias de Jude y de Sue. Por un lado, Jude es un hombre extremadamente sensible, de buen corazón y justos principios, pero con debilidad por las mujeres y la bebida. Es un personaje con el que es fácil empatizar y que te caiga bien, ya que no busca hacer daño a nadie, es más bien al revés. En cierto sentido, no es raro que la novela lleve su nombre, ya que buena parte de ella es un Bildungsroman o novela de aprendizaje. A lo largo de los años vemos como los elevados ideales y todos los sueños por los que Jude ha luchado desde joven van, lenta pero inexorablemente, evaporándose para dar paso a otros más cínicos y pesimistas, hijos del desencanto y del choque con la dura realidad. Jude no es un héroe, sino un hombre normal y común al que las circunstancias le niegan todo lo que quiere. Es muy interesante ver la crítica que el autor hace a la falta de oportunidades de las clases más bajas para acceder a una educación de calidad, una crítica que surge en un momento en el que la revolución educativa era una cuestión que estaba a la orden del día en la sociedad victoriana. Además, el que Jude no pueda cumplir con sus metas y deseos no tiene solo que ver con la dura realidad y la incapacidad de las clases más humildes de acceder a los estudios más altos sin la preparación y el dinero necesario. También en ello tiene mucho que ver la forma en que le marcan las relaciones con Arabella y Sue, dos mujeres totalmente diferentes tanto de él como entre ellas, con dos formas diametralmente opuestas de ver la vida y de actuar. Para bien o para mal, ambas acabarán influyendo en su personalidad y en sus decisiones. En realidad, gran parte del drama de Jude se lo ha buscado el mismo, es un personaje que está marcado por su propia debilidad y por la forma en que es incapaz de oponerse a dos mujeres con personalidades mucho más marcadas que las del mismo y que siempre acaban interponiéndose cuando está encauzando su vida. Debilidades que, al final, pagará con con la más absoluta degradación física y moral. Sue es una mujer extremadamente sensible y culta. Es coqueta, le gusta sentirse querida, y esta más interesada en el amor como concepto en su vertiente más platónica que en el sexo y en la sensualidad. Además, cree firmemente que el matrimonio es una imposición social y sin sentido, la cual critica duramente a lo largo del libro. Realmente Sue no es una mala persona, pero es demasiado voluble, indecisa cuando toca ser firme y cabezota en los principios de turno que adquiere en diferentes momentos y en hacer siempre lo correcto. Y eso es lo que terminara condenándola durante y al final de la novela. Se deja llevar demasiado por sus ideas y sus circunstancias. Se casa sin meditarlo en profundidad con el profesor Phillotson, un hombre por el que no siente ningún tipo de atracción y al que acabara dejando. Esta experiencia y su historia familiar marcaran los tempos de su relación con Jude, que será un constante tira y afloja sobre la necesidad de caer en los imperativos sociales contrayendo ellos mismos matrimonio, o vivir según ellos creen que es lo mejor y como más a gusto se sienten. Pero una serie de circunstancias la acabarán por abocar a un destino trágico al hacer aquello que el resto de la sociedad ve como lo correcto, pero que es justamente lo único en lo que ni ella ni Jude deberían haber caído nunca.En el fondo esta mujer (aunque no sea santo de mi devoción, como diré más abajo) es una víctima más de los principios sociales del momento, que oprimen y limitan, y que impiden a uno ser feliz según sus propias normas. Al final ella (Sue)es la otra cara de la moneda de la otra Femme Fatale en la vida de Jade, Arabela. Ninguna de las dos es la típica mujer victoriana. No son personajes dulces y pasivos. Es cierto que el matrimonio, el amor y la sensualidad son extremadamente importantes en las trayectorias vitales de las dos, pero no son lo único que se destaca en el papel que cumplen dentro de esta novela, ni lo único que las marca como caracteres. Tanto Sue como Arabella tienen ideas propias, personalidades muy complejas y bien cimentadas en sus pasados y circunstancias sociales. No están solo ahí para competir por el amor de Jude como gatas en celo, para esperar ser su damisela o su enamorada. Tienen sus propias ideas y sus propias metas, y en cierto modo esas son el motor de todo lo que acontece en la novela y en la propia vida de su protagonista. Centrándonos en Arabella, es una mujer ordinaria, vulgar y profundamente sensual, con una visión más cínica y práctica de la existencia humana, y pese a su propio genero, un tanto machista. Si algo distingue al personaje es que a lo largo de toda la novela, absolutamente, a lo suyo, siempre enfocada en saciar sus propios apetitos sensuales o en tener una existencia económicamente desahogada. Es una mujer que puede llegar a ser tan voluble como Sue, de pasiones violentas. Pero no se deja influir para nada en el romanticismo. Es un personaje profundamente egoísta. No tendrá la misma educación que Sue o el propio Jude, pero ella si que sabe de que va todo, de vivir lo mejor que se pueda. Y si hay que usar la mentira y la picaresca para ello, pues por eso mismo está justificado ser un poco mala cuando toca. Sin saber de autores clásico o sin tener ganas de ponerse a pensar en temas filosóficos o religiosos, Arabella tiene una inteligencia primaria y malévola, que le hará conseguir, al fin de cuentas, lo que realmente busca en cada momento de la novela. Ella misma transgredirá cuando más le convenga los usos sociales, pero sabrá volver a ellos y usarlos a su favor cuando sea menester, ya que ella si sabe valorarlos en su justa medida. No es un personaje que realmente esté ahí para despertar las simpatías del lector. Siempre que hace su aparición en escena es para complicar aún más las cosas. Pero aún así, tengo que reconocer que me ha caído ligeramente mejor que la buena de Sue. Por lo menos, Arabella sabe lo que quiere en cada momento y va a por ello. Sue, con tanta sensibilidad y tanta filosofía, al final me canso muchísimo. No sabéis cuanto. Si hay algo que puedo criticar de “Jude el Oscuro” es que me parece que la mayor parte de la novela es dar vueltas al tema del matrimonio, y a las dudas y cambios de opinión sobre si oficializar o no su relación con Jude. Y creo que todo eso acaba por pensar de forma negativa en la trama, convertirla en ,cierto modo, en un poco de sinsentido, ya que la pareja principal parece que nunca llega a un acuerdo durante la mayor parte de la novela y que todo es darle vueltas a lo mismo. Y todo ello resulta cansino y repetitivo. Hasta las últimas cien páginas, que es cuando el auténtico drama se desencadena totalmente en su forma más pura. Todo lo que pasa a partir de ahora resulta de lo más impactante tanto para el lector como para los personajes, dejando al primero con la sensación de que por fin se ha desencadenado aquello con que se llevaba amenazándole desde que inició esta lectura. Pero también reconozco que esta cuestión es uno de los núcleos emocionales de toda la novela. Una historia sobre heridas que nunca llegan a sanar, sino que la vida se ocupa de ahondar de ellas. Sobre anhelos que nunca terminan por cumplirse. Sobre personajes a los que la sociedad condena a reprimirse y a no poder vivir según sus propios criterios. Sobre limitaciones e imposiciones sociales. Sobre una religiosidad férrea que condena a aquellos que no se pliegan ante ella. Sobre el alcholismo, y no solo etílico. Que trata sobre la necesidad de una educación igualitaria para todos los sectores de la sociedad y sobre la eternas cuestión de las relaciones entre hombres y mujeres con la sexualidad y la sociedad patriarcal como marco de fondo. Sobre matrimonios sin amor y condenados por la ley de dios y el hombre a seguir estando juntos.Sobre el papel de la mujer en la sociedad victoriana y su posición de inferioridad respecto al hombre en la misma. Hardy vuelve a demostrar contundentemente lo adelantado que estaba mental e ideológicamente a su momento histórico. Toda la obra es una crítica contundente y sin ningún tipo de concesiones a la sociedad en la que vivió. No se calla nada y no se corta nada a la hora de escribir. de ahí que crea una historia psicológicamente violenta y fluctuante, con un sesgo pesimista y oscuro que ningún momento parece que vaya a despejarse, solo a aumentar hasta el final. Es una obra adelantada a su época, y bien que Hardy tuvo que pagar por ello. Las críticas que se vertieron sobre ella cuando se publicó fueron tan feroces que el autor terminó totalmente desencantado con el género de la novela, y nunca más volví a escribir ninguna. Como escritor, Hardy es una maravilla para leerlo. Su pluma es sutil y elegante sin dejar de ser incisiva e inteligente, con un sentido de la narrativa increíble y del que él es muy consciente. Sabe hacer que su historia avance inexorablemente hasta su escabrosa conclusión. Sus diálogos son ágiles y naturales, hacen avanzar la trama mientras despliegan ante el lector el rico mundo interior y las motivaciones de los personajes implicados en el mismo. Sus descripciones de la Inglaterra rural y de las ciudades (ya sean de provincias o de más tamaño) son simplemente perfectas, con un virtuosismo plástico delicadisimo que te transporta totalmente al lugar que se describe. Por cierto, resulta irónico que haya escogido justo para la premisa del reto victoriano sobre la Inglaterra Rural la novela menos rural de Hardy, pues buena parte de ella tiene lugar en ciudades bastante grandes. Aunque en esta ocasión no esté tan presente como en otros trabajos, uno de los temas secundarios de la obra es la revolución industrial,. Eso se ve especialmente en la aparición que tiene el tren y otros vehículos como medio de transporte en no pocas ocasiones a lo largo de la trama. Para acabar “Jude el Oscuro” es uno de esos libros que hacen reflexionar al lector desde prácticamente su inico hasta que lo finiquitas. Es una novela que no deja indiferente a nadie y que realmente duele por la dureza de muchas de las cosas que ves y lees a lo largo de sus más de 500 páginas. Y también, con una sensación de impotencia, porque es muy difícil no sentir a veces cierta simpatía por la pareja protagonista y desear que su amor triunfe frente a todos los convencionalismos sociales y religiosos, pese a todas las idas y venidas que tienen a lo largo de la obra. Hardy, una vez más, deja claro que sabe cómo hacer sufrir a sus personajes y, por supuesto, al lector; como dejar al último con el corazón en un puño. Y, por supuesto, deja claro que tenía una mente increíblemente preclara y avanzada para la época. + Leer más |