![]() |
|
Calificación promedio: 5 (sobre 172 calificaciones)
/La covid-19 ha avivado el interés por La peste, de Albert Camus. En 'Exhortación a los médicos de la peste', texto anterior e inédito en castellano, el escritor daba recomendaciones a los médicos para enfrentarse a aquella pandemia. El actor José María Pou le da lectura. Suscríbete a nuestro canal: http://cort.as/yI0n Guarda la lista de El País Semanal entre tus preferidas: http://cort.as/cZgy Síguenos: Facebook: https://www.facebook.com/elpaissemanal Twitter: https://twitter.com/elpaissemanal
![]() |
|
![]() |
La peste de Albert Camus
El modo más cómodo de conocer una ciudad es averiguar cómo se trabaja en ella, cómo se ama y cómo se muere.
|
![]() |
El verano de Albert Camus
La desesperación es silenciosa. Hasta el propio silencio guarda un sentido si los ojos hablan. La verdadera desesperación es agonía, tumba o abismo. Si habla, si razona, sobre todo si escribe, inmediatamente el hermano nos tiende la mano, el árbol se justifica, el amor nace. Una literatura desesperada es una contradicción en sus términos. (El enigma) |
![]() |
El extranjero de Albert Camus
Por primera vez desde hacía mucho tiempo pensé en mamá. Me pareció que comprendía por qué, al final de su vida, había tenido un «novio», por qué había jugado a comenzar otra vez. Allá, allá también, en torno de ese asilo en el que las vidas se extinguían, la noche era como una tregua melancólica. Tan cerca de la muerte, mamá debía de sentirse allí liberada y pronta para revivir todo. Nadie, nadie tenía derecho de llorar por ella. Y yo también me sentía pronto a revivir todo. Como si esta tremenda cólera me hubiese purgado del mal, vaciado de esperanza, delante de esta noche cargada de presagios y de estrellas, me abría por primera vez a la tierna indiferencia del mundo. Al encontrarlo tan semejante a mí, tan fraternal, en fin, comprendía que había sido feliz y que lo era todavía. Para que todo sea consumado, para que me sienta menos solo, me quedaba esperar que el día de mi ejecución haya muchos espectadores y que me reciban con gritos de odio.
|
![]() |
La peste de Albert Camus
...el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa.
|
![]() |
El extranjero de Albert Camus
Al final, sólo recuerdo que desde la calle y a través de las salas y de los estrados, mientras el abogado seguía hablando, oí sonar la corneta de un vendedor de helados. Fui asaltado por los recuerdos de una vida que ya no me pertenecía más, pero en la que había encontrado las más pobres y las más firmes de mis alegrías: los olores de verano, el barrio que amaba, un cierto cielo de la tarde, la risa y los vestidos de María. Me subió entonces a la garganta toda la inutilidad de lo que estaba haciendo en ese lugar, y no tuve sino una urgencia: que terminara cuanto antes para volver a la celda a dormir. Pág. 135. |
![]() |
El extranjero de Albert Camus
Todo mi ser se distendió y crispé la mano sobre el revólver. El gatillo cedió, toqué el vientre pulido de la culata y allí, con el ruido seco y ensordecedor, todo comenzó. Sacudí el sudor y el sol. Comprendí que había destruido el equilibrio del día, el silencio excepcional de una playa en la que había sido feliz. Entonces, tiré aún cuatro veces sobre un cuerpo inerte en el que las balas se hundían sin que se notara. Y eran como cuatro breves golpes que daban en la puerta de la desgracia. Pág. 80. |
![]() |
El extranjero de Albert Camus
Hoy ha muerto mamá. O quizás ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: «Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias». Pero eso no quiere decir nada. Quizá fuera ayer.
|
![]() |
La peste de Albert Camus
-¿Hay más de treinta enfermos en la ciudad? -Hay los que tienen miedo y los que no lo tienen. Pero los más numerosos son los que todavía no han tenido tiempo de tenerlo. |
![]() |
Albert Camus
Paneloux es hombre de estudios. No ha visto morir bastante a la gente, por eso habla en nombre de una verdad. Pero el último cura rural que haya oído la respiración de un moribundo pensará como yo. Se dedicará a socorrer las miserias más que a demostrar sus excelencias.
|
Salambó