Por fin hemos llegado a la historia de Gregory, al que conocimos siendo un niño y ya es todo un hombre. La verdad es que, como era el último libro de la serie, esperaba que fuera brutal, que Julia Quinn nos brindara una despedida a lo grande. Pues mi gozo en un pozo, porque para mí este ha sido el libro que menos me ha gustado de los ocho que conforman la serie principal.
Gregory es un personaje que, si bien nunca fue de los que más me llamó la atención de su familia, sí que me parecía adorable y muy divertido, por los comentarios que soltaba a veces y también por sus peleas con Hyacinth. Además, me gustó mucho verlo crecer, ver cómo en cada libro era diferente, un poquito más adulto. Gregory en este libro es un fiel creyente del amor, porque lo ha visto en sus hermanos, y tiene la esperanza de encontrarlo pronto. La verdad es que es un personaje que me ha gustado, pero algunas veces creo que infravaloraba mucho a Lucy por cómo pensaba de ella, como desprestigiándola, no sé. Es un personaje que muy bien en algunas cosas, pero en otras muy mal.
Por otro lado, Lucy me ha parecido una chica muy agradable, me parece una joven muy resuelta, que se siente siempre eclipsada por la hermosura de su mejor amiga, pero siento decir que a veces me ha resultado un poco sosa, sin chicha. Que sí, que siempre tenía una contestación lista para Gregory, peeero no es un personaje que me haya llegado especialmente, despertó lo mismo en mí que despertaría un personaje secundario que simplemente cumple una función.
Lo que menos me ha gustado del libro han sido los instalove. Y hablo en plural, porque tenemos dos, el segundo no es tan exagerado como el primero, pero la forma fue similar y lo asocié, aunque no fuera igual. Es que en los amores a primera vista de este tipo lo único que puedo hacer es poner lo ojos en blanco, porque son poco creíbles y un tanto absurdos. Entiendo que una persona te pueda atraer y que quieras conocerla, pero por favor, se notaba desde el inicio que Gregory y Hermione tenían 0 conexión, y Gregory se daba cuenta, porque era imposible no darse cuenta, y seguía empecinado en estar con una chica que ni le gustaba. Creo que esa situación la autora la alargó mucho, esa persistencia en algo ni siquiera quieres, me sobró, y también me sobró lo de enamorarse de un cuello, en serio os lo digo. Ahora me río, pero cuando estaba delante del libro estuve tentada de tirarlo por la ventana.
De lo que más disfruté fue de ver como Gregory y Lucy empezaban a compartir momentos y a tener confianza el uno con el otro, cómo van llegando a hacerse amigos. Tal vez la cosa debería haberse quedado ahí, y es que tampoco vi un amor que resaltara, para mí los protagonistas se acercaron y se llevaban muy bien, pero de ahí a enamorarse... Vi mucho más interés por parte de uno que del otro.
También hubo una parte que me sorprendió e hizo que me diera un paro cardiaco, porque no esperaba que fuera a llegarse a tal momento en la novela, pero se llega. Además, el final es un tanto disparatado y divertido, a la par de surrealista, pero le da el toque a la novela. Sin embargo, como ya he dicho, es el libro en el que menos emoción he notado, un poco flojo en comparación con los anteriores. De hecho, siempre disfruto con las apariciones de los otros Bridgerton, pero en este libro son todas un poco de moralidad, no digo que no fueran necesarias, pero se me hicieron un pelín repetitivas, porque la mayoría iban de lo mismo, solo que con distinto personaje.
La reseña me ha quedado un pelín corta, en comparación con lo que suelo escribir, pero es que no tengo más que comentar, creo que todo se resume en que es un libro que es un poco soso y que emociona menos que los anteriores. Ha sido una despedida un tanto meh, de la saga, pero de todas maneras, me da mucha pena saber que no tendré nuevas historias de esta maravillosa familia. Como efecto placebo, me sirve decir que queda el libro de relatos, del cual os traeré la reseña más pronto que tarde.
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