Charity Royall vive en North Dormer, un diminuto pueblo al oeste de Massachusetts. La joven fue adoptada siendo muy niña por la familia del abogado local, quien la saco de la Montaña, un inhóspito lugar poblado por gentes de mal vivir y dudosa reputación. Charity debería estar agradecida con su tutor, pero lo cierto es que su relación con él es demasiado compleja y oscura, y que íntimamente desprecia a todo el vecindario, el cual siente que la oprime profundamente. Todo cambiara con la llegada al pueblo de Lucius Harney, Un joven arquitecto que hará que Charity encuentre un nuevo interés por la vida… Hacía muchos meses que no leía una novela de una de mis autoras favoritas, Edith Wharton. Y tengo que decir que ya tenía muchas ganas de volver a ella. “Estío” es una obra que va de menos a más, y reconozco que quizás no vaya a pasar a la historia como una de mis favoritas de la autora, pero a grandes rasgos ha sido una lectura que me ha gustado mucho y me ha parecido muy interesante. En ella encontramos algunas de las características más prominentes de Wharton como escritora: por un lado, vemos como una vez una vez más da una lección de cómo crear una novela muy interesante a partir de una argumento aparentemente sencillo y en el que no pasan grandes cosas. Si hay algo que me ha sorprendido de esta lectura, es que me ha parecido muy lenta (especialmente al principio), pero por una cuestión de la que voy a hablar más adelante y que justifica esta lentitud. Si esto me ha llamado la atención ha sido por que si hay algo que Wharton lleva muy bien son los tiempos. Sus obras tienen un ritmo muy plácido, pero eso no equivale a que en ellas haya momentos para el aburrimiento o que se estanquen, ni mucho menos. de hecho, a su manera son bastante ágiles y fluyen muy bien. Y en segundo lugar, nos encontramos con una protagonista perteneciente a la clase más alta del lugar en el que vive. Charity no es noble o rica, pero pertenece a la alta sociedad de North Dormer gracias a su relación con el abogado Royall. Sin embargo, se le niega el encontrarse totalmente integrada en ese microcosmos. Tanto por haber nacido en la montaña; , ese lugar poblado por una sociedad marginal y pobre tan diametralmente opuesta a aquella bien pensante que puebla North Dormer como la luna al sol; como por su propia forma de ser, orgullosa y hostil hacia un mundo que no para de recordarle sus orígenes humildes y cuyas normas oprimen sus ganas de ser libre y de conocer que hay más allá de los límites del pueblo. Wharton no necesita ir a la Nueva York de principios del siglo XIX o a las grandes ciudades europeas para enseñarnos a un grupo de personas que se mueven y viven en un microcosmos propio, definido por sus propios ideales y sus propias normas sociales. Un microcosmos que es cruel con todo aquel que osa salirse de la tangente y tratar de hacer las cosas de forma paralela a sus convicciones sociales, castigándole con desprecio. Quizás lo más cruel de toda la obra sea que Charity piense que yéndose lejos de North Dormer encontrará la libertad y podrá alejarse de las rígidas normativas sociales. Poco a poco irá comprobando que eso no es así, las leyes sociales se extienden más allá del lugar, y sus tentáculos llegan a todas partes de forma implacable y han echado raíces en la mayoría de la gente. La verdad es que Charity no es un personaje que haya sido creado para caer bien al lector. Pero si para que éste pueda empatizar con ella y entender su forma de ser y actuar. Charity se muestra orgullosa y esquiva con todo el mundo porque sabe que es ,a todos los niveles, superior que ellos. Por más que ellos las traten con condescendencia por haberla aceptado entre ellos pese a provenir de la montaña, Charity sabe que el pueblo no deja de ser un lugar pequeño y cerrado, fuera de sus fronteras hay más, mucho más. Lo que Charity quiere es ser económicamente independiente y poder dejar North Dormer. Pero las circunstancias y la propia sociedad se oponen en su camino, no la dejan ser ella misma. Eso sumado a la opresiva y extraña situación que vive en su casa hacen que la joven vea el mundo en el que vive sintiendo que todo lo que la rodea le es hostil o no es digno de su atención. No busca consuelo ni afecto en nadie y solo piensa en si misma. Sus días van sucediéndose sin pena ni gloria, su vida carece de toda luz o de cualquier mínimo atisbo de esperanza o alegría. Por eso, cuando conoce a Harney y entabla con él una relación amorosa, todo su mundo cambiará totalmente. El amor por el joven arquitecto se convertirá en el centro de su existencia, su única motivación para vivir. Con todos sus vaivenes e inseguridades será su tabla de salvación y la puerta de entrada hacia la adultez. Creo que uno de los grandes aciertos de Edith Wharton a la hora de componer esta obra (y son varios) es que la narre únicamente desde el punto de vista de su protagonista. Esto hace que todo lo que el lector lea sea muy parcial desde la primera página, de forma que a medida que todo el panorama vaya modificándose paulativamente, el lector se dé cuenta hasta qué punto la perspectiva es un juego, un juego que la autora usa para engañarle y para hacerle comprender las cosas a la par que Charity. Así, a la vez que ella, podrá comprobar aquello que se intuía, (pero que la joven no quería ver aunque las señales estaban ahí). Las propias opiniones de Chariry pueden estar trasgiversadas por aquello que siente, su hipersensibilidad y su enamoramiento. Todo esto, muchas veces, son los disfraces bajo los que se esconde la pura, simple y dura realidad. Esto se notará hasta el mismísimo final: puede parecer alegre, pero a mí por lo menos me ha dejado una patina muy agridulce y derrotista. Pero si hay algo que me ha parecido sumamente interesante y muy bien llevado de esta novela es su ambientación. Whartom se recrea describiendo los paisajes rurales del oeste de Massachusetts. Cada detalle, cada tonalidad y cada elementos están descritos con tanta sensibilidad y de forma tan poética que uno no puede dejar de tener la sensación de estar en el mismo lugar de forma física. Es un detallismo plástico que me ha recordado mucho a las descripciones de la inglaterra rural victoriana de Thomas Hardy, especialmente en “Lejos del Mundanal Ruido”. Lo cual me ha parecido muy curioso, porque justo empecé este libro después de acabarme uno de Hardy. En “Estío” parece como si Wharton fuera una pintora expresionista más que una escritora, o que se valiera de las palabras como pincel para enseñarnos de forma nítida y poética esos paisajes. Sus habilidades no solo se quedan en el campo. La gran ciudad en la que tienen lugar alguna de las escenas de la lectura es descrita de una manera vibrante, llena de movimiento y ruido, variedad de edificios y aglomeraciones humanas. Sus abundantes y enormes edificios rellenan los huecos de la misma forma que en el pueblo lo hace la vegetación, los espacios vacíos y el silencio. Las descripciones son muy abundantes a lo largo de toda la obra, y es por ello que es obligado tomarse su tiempo para emprender la lectura de la misma. A mí personalmente, aunque me han parecido una maravilla por cómo están escritas, también considero que muchas veces han entorpecido y me han sacado de lo que era la propia lectura y su argumento, haciendo más lenta la misma. Pero al mismo tiempo reconozco que son una parte esencial de toda la historia, ya que no solo están ahí por mero adorno. Que la novela se llame “Estío” no es algo a lazar, como suele pasar en todos los trabajos de Wharton, que no da nunca puntada sin hilo. Todo empieza al inicio del verano, estación en la que tiene lugar la mayor parte de los hechos narrados. El lector se siente transportado a esa estación, al calor que paulativamente in crescendo a medida que el romance entre Charity y Harnes va asentandose a la luz del sol y a la vista de una vegetación y flora que van cambiando a medida que se acerca el otoño. Con el final del estío y el inicio de la caída de las hojas la realidad va imponiéndose frente a Charity, obligándola a abrir los ojos y a madurar. Para acabar, decir que con “ Estío” Wharton lo que emprende es una novela de aprendizaje a su manera. Charity Royall ve como su vida cambia de un día para otro al conocer el amor con todas sus consecuencias. Pero al final será un cataclismo que al pasar la habrá cambiado como persona totalmente, barriendo de un plumazo sus perspectivas. Quizás lo que menos me haya gustado de esta pequeña novella es que su final me ha parecido muy precipitado, en el sentido de que siento que la relación entre Charity y otro de los personajes principales cambia de una manera demasiado abrupta. Es cierto que antes de eso nuestra protagonista había pasado por muchas cosas bastante crudas, pero aún así siento que la forma en que la relación entre esos dos se volvió a forjar, fue de una manera un tanto precipitada y sin mucho sentido. Creo que haberle dedicado un poco más de tiempo a eso hubiera hecho todo más creíble, por lo menos para mi. No voy a decir que la Novellette me haya impactado tanto como otros trabajos de Wharton, tanto por su trama como por sus personajes. Pero tampoco voy a negarles que aquí podemos encontrar algunas de las mejores características narrativas de una de las mejores escritoras americanas de todos los tiempos: personajes muy bien definidos; una feroz crítica hacia la sociedad de la época; meditaciones sobre el papel de la mujer de la misma y su falta de libertad tanto laboral, como económica y ideológica; y una pluma elegante e incisiva. + Leer más |
Nacida en el seno de una rica familia de Nueva York, la popularidad y el respeto de sus pares, a ambos lados del Atlántico, no bastaron para que los académicos suecos tuvieran en cuenta a Edith Wharton (1862-1937) para otorgarle el Premio Nobel.
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