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Elisa Ancori (Otro)Maria Rosa Duhart (Traductor)
ISBN : 8411320545
Editorial: RBA (05/05/2022)

Calificación promedio : 4.02/5 (sobre 69 calificaciones)
Resumen:
La edad de la inocencia (título original inglés: The Age of Innocence) es una novela de Edith Wharton publicada en 1920 y que fue galardonada en 1921 con el Premio Pulitzer. La acción de la novela transcurre en la alta sociedad neoyorquina de la década de 1870.

Al amable mundo de convenciones sociales estrictas en el que se mueve, aparentemente sin roces ni contrariedades, la alta sociedad de Nueva York de finales del siglo pasado, regresa de Europa l... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (40) Ver más Añadir una crítica
Celia_0504
 11 December 2021
Una relectura que me ha sabido completamente a primera vez.

Leí la “Edad de la Inocencia” por primera vez cuando tenía 16 o 17 años y desde entonces no había vuelto a verme las caras con Edith Wharton hasta este año, cuando mi primera lectura del 2021 fue otra de sus novelas “La Casa de la Alegría”, que ha sido una de mis mejores lecturas del año. Tras acabarla fue cuando me decidí a volver a leerme “La Edad de la Inocencia”. Y es que, aunque en su momento me encantó no recordaba prácticamente nada de su argumento o de lo que pasaba en ella, solo recordaba un par de escenas de forma muy confusa y sin contexto alguno. Es una relectura que he tenido pendiente a lo largo de estos doce meses, que he ido posponiendo y no me he animado con ella hasta diciembre por eso de cerrar el circulo de lecturas anuales con la misma autora. Y tengo que decir que creo que nunca me alegrado tanto de volver a coger un libro. No solo por lo dicho más arriba, que no recordaba nada de él. Creo firmemente que lo he disfrutado mil veces más que cuando era adolescente, he sabido entender mejor lo que pasaba en el, de captar todos sus matices, y disfrutar totalmente de la exquisita prosa de Wharton y de las atmósferas que es capaz de crear. Ha sido una lectura deliciosa de principio a fin, que he saboreado y degustado como no fui capaz de hacer la primera vez.

Nos encontramos en la New York de finales del siglo XIX. Newland Archer es un joven abogado de una familia de clase alta que interiormente se burla de las convenciones sociales entre las que ha nacido, aunque exteriormente las respete y cumpla a rajatabla. Acaba de prometerse con la inocente y convencional May Welland cuando llega a la ciudad una prima de esta, la condesa Ellen Olenska, de pasado turbio y polémico. La Condesa Olenska perturbara el mundo idílico y ordenado de la petulante e hipócrita sociedad neoyorquina y del propio Archer, con quien entablará una relación plagada de facetas y deseos no consumados.

Como siempre, el trabajo de Wharton es impecable y minucioso, que sabe ser ligero y a la vez concienzudo. Su pluma sabe evocar como pocas pueden hacerlo, crear imágenes mentales con las palabras que se meten en el lector con la suavidad y finura de una pequeña cascada. Todo está muy bien medido y los personajes están finalmente construidos, incluso los secundarios. Su prosa es increíblemente pulida y sarcástica, sobresaliendo sus descripciones sociales y psicológicas. Con cada libro que leo de ella, más y más me enamoro de su estilo narrativo. Si hay algo que no se puede negar es que Wharton es una autora excepcional en todos los sentidos. Solo una mano muy diestra e inteligente sería capaz de convertir una historia tan sencilla y sin grandes giros en algo verdaderamente prodigioso, un puro drama social y humano que no puede dejar indiferente al lector. Es una historia aparentemente simple incluso plácida, en la que Wharton no necesita grandes medios o instrumentos para crear una historia que fluye sola. Todo lo que tiene de impactante y demoledor es lo que subyace en ella, los matices y los detalles de los que está plagada son parte del propio argumento y de la intención que tiene la autora al narrarla. Hasta los silencios de sus personajes dicen más que cualquier acto o palabra. No es solo la historia de un amor que se opone a todas las convenciones sociales, o de una mujer osada e independiente que busca vivir libre y huir de un marido cruel o maltratados y se encuentra con la incomprensión de sus familiares y vecinos.

Si hay algo que sobresale especialmente en esta novela es la feroz y contundente crítica hacia la sociedad neoyorquina de finales del siglo XIX, con sus férreas normas sociales, su clasismo y sus incesantes cotilleos y sus cambiantes preferencias y alianzas. Si hay algo que me ha impactado es la forma en que Wharton la retrata, como una especie de cárcel en la que sus habitantes creen vivir muy bien, pero que en realidad es un mundo asfixiante y cruel que tiene algo de selvático, en el que no está permitido salirse de la tangente o la naturalidad, ya que todo esta angustiosamente bien definido y marcado . Todo aquel que sobresale o que va contra corriente es visto como un Criminal, un ser que no tiene cabida en la misma. Esto genera por parte de la autora una atmósfera asfixiante que poco a poco va calando en el lector y en el protagonista de la novela, Archer.

Pero hay, incluso, algo más en todo esto. “La Edad de la Inocencia” es, al final del todo, la crónica de un mundo que está llegando a su crepúsculo, el de las viejas familias de noble abolengo y rancias costumbres del New York de la época, y del conflicto que están destinados a perder contra los nuevos ricos que acaban de llegar al lugar, y que poco a poco van haciéndose con todo el poderío económico y social. Esa es la moraleja final de la historia, la sociedad es cambiante y no hay nada seguro. Pero eso no equivale a que vaya a mejor, ya que nunca deje de ser una espada de Damocles sobre aquellos que la conforman, ya que los prejuicios y las imposiciones sociales siempre acaban por imponerse y marcar los compases.

Respecto a los personajes, tengo que decir que wharton se mueve como pez en el agua con ellos, cada uno de ellos, por más secundario que sea dentro de la obra, tiene su pequeño papel dentro de ese teatro en el que se mueven las clases altas norteamericanas, y ejemplifica como esta se mueve y respira. Newland Archer resulta un protagonista de lo más interesante como narrador. Tiene muchos matices, y de su mano conocemos los cimientos de la sociedad neoyorquina de la época y como se mueve y respira. Está muy conseguida como la tensión que padece por sus sentimientos hacia la condesa Olenska va en aumento a medida que la narración va avanzando, con el telón de fondo de la confrontación entre sus deseos más íntimos y lo que está establecido y se espera de él. No obstante, hubiera dado lo que fuera por saber tambien los puntos de vista de la condesa Olenska y de May, actrices también de este mar de turbulencias y secretos públicos que traga a todos los personajes . Olenska es quizás el personajes más evocador de toda la novela, una mujer que busca ser libre y aceptada por los suyos, pero que se encuentra con la incomprensión de los mismos , quienes la marcan por sus gustos bohemios y su deseo de hacer lo correcto y ser independiente. May, por su parte, representante de la joven de clase alta por antonomasia, bien educada y sin ideas propias, que busca ser la esposa ideal. al principio de la obra es representada como el ideal femenino para Newland, pero poco a poco el lector ira viendo es que es más que eso, como el resto de personajes oculta más que lo que aparenta a simple vista, incluso cuando (al igual que al propio Newland) el personaje le produzca cierta frialdad. Si a alguna de las dos se las hubiera dado la oportunidad de hablar, sin duda alguna hubiéramos conocido una historia completamente diferente. Ellas son las dos caras de la moneda, las que ejemplifican otro de los temas centrales de la novela, la naturaleza real del matrimonio tal y como es al llegar a él; y sobre el papel de la mujer en la sociedad y su derecho a ser tan libre como un hombre.

Si tuviera que definir literariamente este año, diría que el 2021 ha sido el año Wharton. Me he reencontrado con una autora que tenía totalmente olvidada y que rápidamente ha logrado convertirse ya en una de mis preferidas. de los cuatro libros que he leído de ella, dos están en mi lista de mejores lecturas del año. Y digo dos porque normalmente no meto en ella las relecturas, si lo hiciera con este caso, serían tres. Y sinceramente me estoy pensando muy seriamente hacer una excepción y meter en este grupo “La Edad de la Inocencia”. Porque esta segunda lectura ha sido totalmente como una primera vez y por lo mucho que me ha gustado.
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Alicia293
 23 July 2022
Las costumbres y tradiciones de un Nueva York de finales del siglo XIX se anteponen al amor entre Newland Archer y Ellen Olenska. Muy buena crítica a la sociedad de ese tiempo y las reflexiones de Archer te hacen pensar sobre si vale más "el que dirán" o la libertad de que cada persona viva la vida que quiera.
Sufrí con los dos primeros capítulos en donde se presentan a la gran mayoría de personas, es bastante lioso, y en ese momento pensaba que el libro no me iba a gustar y que tampoco me iba a enterar de nada; pero a la vez que pasaba las hojas me iba enganchando cada vez más esta historia. No podía parar de leer y cuando no tenía el libro entre mis manos solo pensaba en llegar a casa y seguir leyendo, hacía tiempo que no me pasaba con otro libro. Me arrepiento de no haberlo leído antes porque además de ser entretenido te enseña muchas cosas de la vida, de lo que realmente importa. Para mi ha sido una gran sorpresa y lo recomiendo totalmente.
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Laubythesea
 02 February 2022
Mi primer contacto con Edith Wharton no ha podido ser mejor, de autora pendiente a autora encumbrada en mi podio personal. ‘La edad de la inocencia', ganadora del premio Pulitzer en 1921, merece un puesto en toda biblioteca de aquellas personas que disfruten los retratos de época.

Y es que, no se me ocurre una mejor forma de describir la novela, que decir que es un retrato fiel (elegante y mordazmente crítico al tiempo) de la alta sociedad newyorkina del último tercio del siglo XVIII, caracterizada por sus cientos de normas de comportamiento no escritas y su inmovilismo.

Una novela que te atrapa desde las primeras páginas, llena de salseos (en serio, ¡es como ver un capítulo de época de Gossip Girl!) pero también de sutilezas que te animan a hacer una lectura atenta para captar todos los matices (¡hasta los nombres de los personajes tienen significado!). En mi caso esto hizo que fuera una lectura sumamente activa, de esas que te llevan a investigar sobre el lenguaje de las flores, a buscar analogías mitológicas y a aprender muchísimo sobre la elegancia del interiorismo de esos años.

El joven Newland Archer disfruta de un gran momento vital: hace que trabaja (como cualquiera de su posición), disfruta de la vida cultural y social de la ciudad y está a punto de comprometerse con su adorada May (un matrimonio socialmente aceptado y deseable para ambas familias). Todo cambia cuando llega a la ciudad, proveniente de Europa, la prima de May, la condesa Olenska. Un personaje que representa todo lo contrario a la encorsetada alta sociedad newyorkina y cuyo pasado y presente son analizados con lupa y juzgados a sus espaldas. Su llegada supone para Archer, por primera vez en su vida, ver más allá de todo lo conocido, ejercer el pensamiento crítico contra las tradiciones sobre las que se sustenta su día a día y la de quienes le rodean. Por primera vez se plantea, si realmente es feliz, qué sentido tiene su vida, y si debe hacer caso a su cerebro o a su corazón.

La novela ahonda en el papel de la mujer esa sociedad, del constreñimiento entre tener que ser todo lo aceptado sin lugar a la libertad, o ser repudiada y juzgada. Pero también lanza la reflexión acerca de cómo quién lucha por salir de lo establecido, está abocada a sufrir.

Una obra que te transporta, te mantiene en vilo y te deja la piel de gallina. Para los temas de amor, os diré que soy “corazón de hielo”, pocas cosas me emocionan, y hay escenas de esta novela, que uffff, los nervios y emociones a flor de piel. La forma de describir los sentimientos y de captar la intensidad de un momento que tiene Wharton, me ha dejado sin habla.

Una historia que invita a cotillear y debatir ideas, por eso, leerla en compañía solo suma. ¿Y qué deciros del final? WOW. Vaya genialidad.

Enlace: https://www.instagram.com/la..
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casadarebolta
 10 September 2021
Algo similar a lo que me ocurrió con Las Horas, pero unos diez años antes, la única película de Martin Scorsese que me ha gustado realmente, La Edad de la Inocencia me llevó a leer la novela del mismo título, escrita por Edith Wharton (1862-1937).



Incisiva, de una narrativa fluida que nunca se hace pesada, la novela narra las vicisitudes de un hombre atrapado entre su apática adherencia a las convenciones sociales y sus deseos íntimos, y dos mujeres: una que lucha en vano por traspasar los límites de una libertad tan estrecha como el corsé que la moda le impone y la otra, cándida al menos en apariencia, que representa todo lo bueno y todo lo malo de la sociedad neoyorquina de finales del siglo XIX. Estos atípicos protagonistas viven un destino tejido en la ciudad de Nueva York, laberíntica, difícil, llena de estuarios y baches, impertérrita ante el dolor, los vicios o las virtudes de quienes la habitan.

Mucho se ha dicho de esta historia: irónica, aristocrática, sensible pero no demasiado, astuta y dura. Y es cierto. Disfrazado entre las buenas maneras, el encanto más WASP, los encajes y sedas y armiños, los salones bellamente decorados y los platos más elaborados, La Edad de la Inocencia representa un drama interno lleno de quiebros, que no deja sitio para la ternura innecesaria ni respiro para Newland Archer o la condesa Olenska, que navegan inocentemente en un océano de intrigas a sotto voce, de destinos cruelmente marcados por las convenciones sociales y aceptadas por todos, Newland incluido; donde el nombre, la familia, el aspecto exterior significa mucho más, mucho más que la búsqueda de la felicidad, propia y ajena, y cuya continuidad sólo la garantiza la posesión de dinero, único requisito que finalmente se requiere para participar de ese juego de engaños que sofoca a sus protagonistas.



Es, y quizá sea el motivo por el que la historia me atrajo más, la representación de tres formas de ver la vida distintas pero complementarias, y el retrato de una vida que nosotros, los seres humanos, hacemos vil y dañina, sin ser plenamente conscientes de que todo pasa, todo, incluido nosotros mismos, o sobre todo nosotros mismos. Newland, que dentro de su modorra existencia encuentra una razón para sentir, soñar y vivir que rompe los cimientos de una existencia que debía seguir una línea determinada, una tranquila travesía por los años que pasan sin estridencias o sorpresas desagradables. May, la representante de la sociedad, la responsable de que el mundo siga siendo lo que es, encarna lo más sórdido de esas reglas del juego, calladas normas que se aceptan sin pensar, tal como en la actualidad la sociedad norteamericana (una inmensa parte de ella, de cualquier forma) se adhiere a las normas abyectas y caducas de religiones muertas para el siglo en el que vivimos. May, candorosa, esconde en esa serenidad, en esa constante reafirmación de su inferioridad, el verdadero poder, la fuerza que se sabe apoyada de antemano por todos los seres que, como ella, la anteceden o le sucederán en un futuro. En contra de lo que pudiera parecer, May no es un personaje sórdido: es el fruto de su sociedad, del mismo modo que Newland lo es de su tiempo. Pero lo que los diferenciará para siempre es que, en Newland, siempre ha latido esa ansia de apertura, ese tibio furor que le indica que, a pesar de todo, la vida es más brillante, más irresponsable, más diferente de lo que nunca hubo podido ver en los estrechos límites de la aristocracia nativa. Y en May esas dudas nunca se producen, porque su naturaleza inmovilista no se lo permite; su natural tendencia al no-cambio, al apoyo en el cómodo colchón social, no generan en ella el mínimo interrogante, no prende en ella ningún ánimo revolucionario. Sentiríamos más pena por May, viéndola con nuestros ojos dos siglos después, si no supiéramos que esa supuesta inocencia o esa falta de estímulo esconde el fervoroso inmovilismo, el alienante ahogo por lo distinto, por lo diferente, por lo que puede alterar un satus quo absurdo pero muy real, que la lleva a actuar, siempre en la sombra eso sí, de la manera más egoísta posible, y por eso mismo más cruel. Es el personaje más ciego de los tres protagonistas, y el más oscuro también, porque se encuentra ahogada en convencionalismos, en rígidas normas, en lo que debe ser y lo que otros han soñado para ella que debe ser, que lo acepta sin preguntas y, más aún, lo perpetúa simplemente porque así debe ser. Y lo defiende, con todas las armas posibles, frente a cualquier elemento desestabilizador que la perturbe. Y finalmente Ellen, la condesa Olenska, la distinta, de turbulenta vida marital, alejada de la sociedad nativa, que trae consigo los aires de cambio, las esperanzas y las nuevas locuras de, vaya paradoja, el viejo continente. Es el personaje realmente inocente de los tres protagonistas: cree que la sociedad la va a tratar como una más, aunque sus diferencias sean tan estridentes; confía en su corazón; confía en Newland (quizá el único ser que no la decepciona en realidad); y en su familia, sin saber que es la primera en darle la espalda y en tejer el juego de intrigas que la obligará a exiliarse nuevamente, esta vez para siempre.

Es una historia de amor a tres bandas; de desesperanza; de batallas perdidas, y de un amor imposible; de querer lo que no tenemos, o de anhelarlo porque lo que nos rodea no nos es suficiente; de renuncias, de lo difícil que resulta aceptar las consecuencias de nuestras decisiones; y finalmente de una aceptación callada, que nos lleva a navegar por el río de la vida con la errónea impresión que todo lo que ha pasado le ha ocurrido a otra persona.



Pero lo maravilloso de esta historia, y de la magnífica película de Martin Scorsese (remarcada por la espléndida banda sonora de Elmer Bernstein), es el retrato de la crueldad humana, mucho mayor al provenir de una sociedad supuestamente educada, y de lo actual de su trama. Y no me refiero aquí a los convencionalismos sociales; a la represión de una educación errónea; a la renuncia a la felicidad; sino a la eterna dificultad de la sociedad humana por aceptar lo que es distinto de sí misma; a la crueldad con que no asume lo que difiere de sus principios, principios absurdos cimentados sobre el barro de la siempre breve existencia del hombre. Aún hoy, a pesar de la facilidad con la que podemos gritar nuestras frustraciones (algo impensable en ese tiempo), todas persisten, todas sufren la misma lucha, la misma humillación y las mismas derrotas. El día en que la sociedad arranque el fundamentalismo de raíz, la existencia de seres que buscan la aceptación y su libertad, como la condesa Olenska, tendrá sentido; y la tibieza de seres como Newland Archer llegará a la ebullición libre de temores infundados e impuestos desde dentro; y la existencia de personajes como May, anclados en su propia comodidad y deseosos de mantenerla pese a todo, ya no tendrá cabida en una sociedad de verdad liberada de normas absurdas, ya caducas, sin etiquetas ni marcas, y cuyos únicos límites vendrán ajustados por la sensatez y una sensación real de hacer el bien por los demás.

La Edad de la Inocencia es un libro fascinante en ese aspecto, y muy actual, cargado de una simbología que aún hoy, dos siglos después, resuena con un eco propio en nuestro día a día.
Enlace: https://juanramonvillanueva...
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Galena
 02 April 2020
Hacía tiempo que quería leer algo de Edith Wharton y este fue el momento perfecto para darle una oportunidad a su obra más conocida: La edad de la inocencia.

No sé por qué me esperaba que estuviera narrado desde el punto de vida de una mujer, la verdad es que tampoco sabía mucho sobre la trama de la novela, pero me sorprendió ver que Archer es el protagonista principal.

La novela nos muestra como era la alta sociedad estadounidense a finales del siglo XIX y Archer es un joven que cree conocer bastante bien el mundo. Se considera un hombre cultivado y está deseando casarse con May Welland, una joven sin tacha.

No es tan ciego como para no saber que la chica ha crecido con una venda en los ojos, una venda que va unida a la educación que reciben las señoritas de bien en el mundo. No obstante, está seguro de que eso solo hará que sea para él un placer enseñarle la realidad del mundo porque pese a eso, May es una joven inteligente, amable, bella y moldeable, solo necesita alejarse de sus padres para crecer y madurar.

La llegada de la condesa Olenksa lo trastocará un poco todo. Como futuro miembro de la familia a Archer le tocará involucrarse más de lo que quisiera en ese asunto. Ellen ha dejado a su marido en Europa y parece dispuesta a vivir su vida sin él, creyendo que Estados Unidos era un lugar mucho más abierto y receptivo que el lugar del que provenía.

Ante toda esta historia están muy presentes las reflexiones de Archer y vemos cómo van cambiando y va madurando a lo largo de la novela. Ese es el punto esencial de la historia, apreciar el cambio en Archer y mostrar lo encorsetada que era la sociedad, especialmente para las mujeres.

Ya desde el principio vemos como Archer se da cuenta de su propia hipocresía pero trata de dejar esos pensamientos a un lado porque no le convienen. Rechaza la reacción de la sociedad ante la condesa Olenska, que ha tenido que dejar a su terrible marido, piensa que las mujeres deberían ser tan libres como un hombre, pero luego es consciente de que si su mujer lo dejase a él le gustaría castigarla utilizando los privilegios que esa sociedad le da.


Son reflexiones interesantes por lo reales que se muestran, la autora no trata de maquillar a Archer o hacer de él un protagonista que admirar, es un reflejo de los pensamientos de una persona, incluso de los más mezquinos. Me ha encantado el enfoque que adopta porque Archer es un hombre decente y empieza a ver las injusticias que existen en la sociedad con respecto a los hombres y las mujeres, pero también sabe que no hace nada por mejorarlo de forma activa.

Se aferra a su ilusión de un matrimonio magnífico, igual, con la adorable May, pero en el fondo sabe que ha creado de ella una ilusión alejada de la realidad. Ha idealizado tanto a su novia que llega un momento en el que no está seguro de nada, pero ya no puede deshacer lo que ha hecho.

La edición es en bolsillo, normalita, y han elegido una portada muy bonita.

La narración es amena y bastante ligera así que no creo que sea un libro difícil para nadie. Me parece que la autora plantea de forma clara y directa muchas de las problemáticas de la situación de las mujeres en su época y ha sido una lectura que me ha dejado muy buen sabor de boca. Tengo ganas de leer más de esta escritora y por mi parte recomendada queda.

Si habéis leído el libro o conocéis otras novelas de esta autora estaré encantada de conocer vuestras opiniones.
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Citas y frases (22) Ver más Añadir cita
LaubytheseaLaubythesea16 December 2021
Había olvidado todo lo que quería decirle y solo lograba cavilar desesperanzado sobre el misterio de la lejanía y la proximidad de ambos, que parecía estar simbolizado e el hecho actual de estar sentados muy juntos y no obstante, no pode verse los rostros
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GalenaGalena02 April 2020
Sus propias palabras, según las cuales «Las mujeres deberían ser libres, tan libres como nosotros» llegaban directamente a la raíz de un problema que su mundo había decidido considerar inexistente. Las mujeres «decentes», por agraviadas que hubieran sido, nunca reclamarían el tipo de libertad al que él se refería, y los hombres generosos como él se mostraban por tanto -en el calor de una discusión- especialmente caballerosos al concedérsela.
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Celia_0504Celia_050410 December 2021
Almorzaron lenta y pensativamente, con intervalos mudos entre torrentes de conversación, porque, una vez roto el hechizo, tenían mucho que decir, y también momentos en que el decir era un simple acompañamiento de prolongados diálogos de silencio.
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marta_lomarta_lo21 June 2020
Ella decía, por supuesto M’ama! y no , ya que una ley inalterable e incuestionable del mundo de la música ordenaba que el texto alemán de las óperas francesas, cantadas por artistas suecas, debía traducirse al italiano para mejor comprensión del público de habla inglesa.
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GalenaGalena02 April 2020
Pronto su tarea consistiría en quitarle a esa joven la venda de los ojos e instarla a mirar de frente al mundo. ¿Pero cuántas generaciones de mujeres que habían tenido su misma educación bajaban a la cripta familiar con los ojos vendados? Se estremeció al recordar algunas de las nuevas ideas expuestas en sus libros científicos y el ejemplo, tantas veces citado, de los peces de unas cuevas de Kentucky que habían dejado de tener ojos porque no les servían de nada.
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Vidéo de Edith Wharton
Nacida en el seno de una rica familia de Nueva York, la popularidad y el respeto de sus pares, a ambos lados del Atlántico, no bastaron para que los académicos suecos tuvieran en cuenta a Edith Wharton (1862-1937) para otorgarle el Premio Nobel.
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