Hijas y esposas

Hay novelas que, más allá de una trama lineal que progresa a lo largo de la narración, han sido creadas para tratar conceptos universales que requieren de una gran complejidad y destreza para quedar reflejados en obras de ficción. Aquéllos que consiguen hablar del amor a través de un romance, de la muerte a través de una pérdida, o de la vida a través de un evento familiar (por poner algunos ejemplos), se convertirán en escritores capaces de producir, bajo mi punto de vista, lo que tan ampliamente se ha calificado como clásicos de la literatura.

En 'Hijas y esposas', Elizabeth Gaskell reúne toda su experiencia cosechada como escritora para narrar el crecimiento y aprendizaje de Molly Gibson, una joven que vive en un pueblo inglés junto con su padre viudo. A través de su mirada inocente, se presentarán todo tipo de personajes y situaciones que tambalearán la estabilidad que había conseguido en su pequeño entorno familiar.

Pocas veces he sentido una narración tan brillante, de una perfección incluso abrumadora. No importa si Gaskell te relata los entresijos de la sociedad inglesa, o las contraindicaciones de un prospecto farmacéutico, puesto que en ambas situaciones se esforzaría por dotar a sus textos de un estilo refinado, incluso pomposo en ciertas ocasiones. Y aquí radica la mayor discrepancia de la lectura: mientras que entiendo que a la novela se le puedan recortar ciertos fragmentos sin que ello varíe el estudio y la evolución de los personajes creados por la autora, tampoco me hubiese importado seguir leyendo páginas y páginas sobre sus relaciones familiares y sociales.

Precisamente estas interacciones entre sus personajes son la mayor virtud de la historia. Encontramos hijas que aún no han aprendido a distinguir la admiración del amor, y que son definidas por la sociedad mucho antes de que ellas tengan la oportunidad de autodescubrirse. También encontramos esposas que se convierten en el órgano principal de su núcleo familiar, pero sin embargo pierden relevancia en un ambiente social donde es difícil sobrepasar el racismo y el clasismo que imperaba en la época victoriana. Pero especialmente encontramos la inevitabilidad del paso de hija a esposa, que en muchas ocasiones se convertía en una transacción social y económica disfrazada de amor y futuro.

'Hijas y esposas' se presenta como una novela cargada de madurez, con espacio para la sátira y, por supuesto, el costumbrismo. La pura bondad y maldad están muy alejadas de los conceptos que se desprenden de su lectura: los personajes discuten, se frustran, dudan y cometen errores, pero en todo momento se guían por el noble deseo de convertirse en alguien.

Si se aceptan las reglas de juego de la autora y su templanza a la hora de narrar los sucesos, la historia de la pequeña Molly Gibson puede transformarse en una experiencia muy enriquecedora para el lector, que se sumergirá en un ambiente en el que las apariencias suelen ser más importantes que la realidad y en el que la justicia y la opinática se convierten en dos caras de la misma moneda.

Cuando empecé a leer ‘Hijas y esposas' iba totalmente a ciegas. Es la primera obra que he leído de la autora y no sabía nada de ella. En los primeros capítulos ya me di cuenta de que este iba a ser un libro muy especial por la escritura y la forma de narrar de Gaskell. El estilo y la habilidad de enlazar palabras e ideas que he encontrado rezuman una personalidad única y una voz narrativa muy perfeccionada.

La novela es un festín de personajes excelentemente desarrollados y altamente complejos con los que Gaskell expone un certero retrato social de la intimidad doméstica victoriana. No encontramos pues una gran acción sino un ritmo pausado y costumbrista donde las relaciones de los protagonistas se cuecen a fuego lento, así como las personalidades de estos. La irónica pluma de la autora dota a la novela de una acidez tan afilada como entrañable y de un humor muy característico que hace que los personajes adquieran una gran profundidad.

Gaskell nos abre una ventana a la cultura y las costumbres del siglo XIX y mediante cuidadas descripciones crea una magnífica ambientación que nos transporta a esos ámbitos rurales y esos salones donde transcurren los acontecimientos. Una obra dulce de las que se recuerdan con cariño donde se analizan una gran variedad de temas como el amor, la amistad, la diferencia de clases sociales y la importancia de la belleza y el dinero en unos tiempos en los que aparentar era lo principal.

#HijasyEsposas de #ElizabethGaskell (1865) 📖 @albaeditorial 📚

Hace poco leí Mary Barton, primera novela de la autora, y ahora he regresado a ella con la última que escribió. Una historia que no le dio tiempo a finalizar, ya que murió antes de acabarla, pero ya adelanto que su lectura no deja al lector insatisfecho. Dejó de escribir prácticamente llegando al final, y sí que se sabía cómo pensaba proseguir la novela; las ideas que tenía para ese final, con el que hubiese cerrado la historia en un capítulo más, nos las comparte su editor en una Nota.

En Hijas y esposas Gaskell nos habla de situaciones, conflictos y relaciones familiares y amorosas cotidianas, normales (de su época, claro, pero que en esencia se siguen dando de una forma u otra); ni complejas ni sencillas, simplemente situaciones que suelen darse en la vida: algunas alegres y plácidas, otras tristes y dramáticas, otras conflictivas y estresantes, momentos rutinarios conjugados con situaciones que son un punto de inflexión y de cambio.

Conocemos a un viudo, el señor Gibson, y a su hija, Molly. El señor Gibson es el médico de la localidad rural en la que viven, Hollingford, y recibe aprendices a los que acoge en su casa. Uno de ellos se encapricha de su Molly y este hecho precipita acontecimientos que cambiará la vida de ambos. Todo desembocará en una estancia de Molly en casa de los Hamley, que le permitirá a la joven conocer a esta familia muy de cerca; y en las segundas nupcias de su padre, que le dará a Molly una madrastra y también una hermanastra, Cynthia. Veremos cómo se fragua su nueva familia y la relación que se crea entre Cynthia y ella, así como el paso de diversos pretendientes, compromisos algo turbios y relaciones amorosas cambiantes. Seremos partícipes también de las relaciones que establecen con los Hamley y con otras familias pudientes, como la de Cumnor Towers, gente importante, y con otros vecinos no tan bien situados pero muy presentes en sus vidas.

He vuelto a disfrutar de Gaskell y de su comprensión de lo social y del comportamiento humano. Con una construcción de personajes y una exposición de las situaciones sociales excelente, a mi modo de ver.

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me ha tenido enganchadísima, antes de nada debería decir que el libro no esta terminado ya que la autora se murió antes, pero si esta lo suficientemente avanzada solo le falta ese ultimo colofón y para cerrarlo tiene una nota del editor, de milochocientosymucho, del editor de su primera publicación y me ha emocionado. La edición es perfecta y la traducción de ensueño. Además en esta edición minus es una gozada.
Lo mejor de todo es la pluma de la autora que me encanta, anteriormente me había leído Norte y sur que se convirtió en uno de mis libros favoritos de todos los tiempos, este no me pareció tan redondo pero aun así me lo he gozado entero.
Es una historia amable con sufrimiento y males pero con una protagonista con mucho amor y bondad en su corazón.
El padre de nuestra heroína es medico y tiene estudiantes en casa y es viudo, cuando su hijita crece y la vida se le complica ve que ya es hora de volver a casarse, y se casa con una institutriz con aires de grandeza y con una hija peculiar. Los personajes me han encantado sobre todos ellas, todas ellas, y la trama es estupenda con líos de amores y chismes. Situado en pueblito ingles y del que veremos como viven muchos de sus habitantes.
En resumen es un clásico que pienso releer y que me ha dado mucha paz y diversión.

Hijas y esposas, la póstuma novela de esta autora de la que no había leído antes nada. Parece ser, según dice el editor en la larga nota final, que en sus últimos años había optado por una escritura más amable y menos comprometida que en sus obras anteriores: se nota. Es esta, como queda claro desde el primer momento, un ejercicio de nostalgia, de recuerdo de un tiempo pasado antes del ferrocarril y de la Ley de la reforma (el postrer clavo en el ataúd del feudalismo). Refleja, desde la perspectiva de una pequeña población en la que las habladurías están a la orden del día y dos muchachas en edad casadera lidian con la payasa de la madre de una de ellas y con sus ansias de vivir (Jane Austen, anyone? desde luego su tono frívolo me la recuerda), un tiempo nuevo en el que médicos y abogados serán vistos como personas importantes y los hombres de ciencia los más descollantes de la sociedad.

Poco más puedo decir de esta agradable (pero excesivamente extensa para mi gusto) lectura. Un sentido del humor bastante elaborado y nada ridículo, una panoplia de costumbres y sentimientos exquisitamente construida, una dosis de sentimentalismo bordeando la hiperglucemia (la adorable Molly Gibson suelta unas cuantas lágrimas en cada capítulo, pobrecita mía) y, por supuesto, el incomparable jolgorio de la #lecturaconjunta con las amigas de @jauladegrilloscl .¡Gracias a todas!