Hijas y esposas

Hijas y esposas, la póstuma novela de esta autora de la que no había leído antes nada. Parece ser, según dice el editor en la larga nota final, que en sus últimos años había optado por una escritura más amable y menos comprometida que en sus obras anteriores: se nota. Es esta, como queda claro desde el primer momento, un ejercicio de nostalgia, de recuerdo de un tiempo pasado antes del ferrocarril y de la Ley de la reforma (el postrer clavo en el ataúd del feudalismo). Refleja, desde la perspectiva de una pequeña población en la que las habladurías están a la orden del día y dos muchachas en edad casadera lidian con la payasa de la madre de una de ellas y con sus ansias de vivir (Jane Austen, anyone? desde luego su tono frívolo me la recuerda), un tiempo nuevo en el que médicos y abogados serán vistos como personas importantes y los hombres de ciencia los más descollantes de la sociedad.

Poco más puedo decir de esta agradable (pero excesivamente extensa para mi gusto) lectura. Un sentido del humor bastante elaborado y nada ridículo, una panoplia de costumbres y sentimientos exquisitamente construida, una dosis de sentimentalismo bordeando la hiperglucemia (la adorable Molly Gibson suelta unas cuantas lágrimas en cada capítulo, pobrecita mía) y, por supuesto, el incomparable jolgorio de la #lecturaconjunta con las amigas de @jauladegrilloscl .¡Gracias a todas!