Cien años de soledad

No voy a extenderme en una reseña cuando el propio autor lo define a la perfección: “todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”

Cien años de soledad es difícil, al menos para mí, de describir. Es sentir, es vivir en Macondo junto a la llegada del primer Jose Arcadio Buendia y conocer, a través de seis generaciones, todas sus pasiones, obsesiones, amores prohibidos y consentidos, sucesos mágicos y muchísimas más cosas bajo el amparo de una casa milagrosa y maldita.

Es ver el nacimiento de Macondo, su crecimiento y posterior decrepitud junto a unos personajes que se te meten bajo la piel, para odiarlos y amarlos. Es irrepetible.

Aparte de que se narre la historia de Colombia, para mi es la vida misma y he visto fuertes denuncias hacia las apariencias, la iglesia y la política. Aunque reconozco que tendré que volver a releerlo de aquí unos años, primero para volver a disfrutar de la magnífica pluma de García Márquez y para seguir descubriendo algunas cosas que no he captado. Tal vez esté escrita a propósito para que, igual que en la familia Buendia se repiten los mismos errores, el lector tenga que releerlo hasta que sea capaz de comprenderlo en su totalidad.

Pienso que es un libro al que enfrentarse desde una cierta madurez de edad y experiencia lectora, el "realismo mágico" no es mi género pero una vez leído y digerido el libro veo cosas las cuales me invitan a releerlo. El foco en la soledad como refugio y la prosa del autor me han encantado. El descubrimiento de este género literario en el que "todo vale" me dejaba trastocado mientras lo leía pero con paciencia descubres que todo tiene un por qué.

Sin duda, lo más destacable de la novela es la habilidad con la que cuenta el autor para entrelazar lo real con lo mágico. No obstante, la línea entre lo mítico y lo real puede resultar borrosa.
Una historia extraordinaria que te atrapa desde el primer párrafo.

Una de las obras mejor construidas de la literatura universal. Gabo nos narra la historia de la familia Buendía a través de generaciones, entremezclando lo mágico con el contexto histórico real de la Colombia de los siglos XIX y XX. Entretenido, absorbente y muy divertido.

El principio de este libro es magia. Tienes el privilegio de estar en un entorno único, conviviendo con todos los personajes en el origen de todo. Ese realismo mágico me emociona, me traspasa. Acciones extraordinarias y una manera única de narrar. Como algo negativo, quizá algunas decenas de páginas de personajes, ya menores, las habría suprimido.

Es curioso adentrarse a esta obra por tercera vez. La diégesis, como tal, me sigue encantando: la triste y trágica epopeya de los Buendía, desde aquel sabio abuelo loco que empezó a hablar latín y terminó atado a un árbol, hasta aquel último Buendía con cola de cerdo siendo devorado por la inclemencia de la naturaleza, simplemente me encanta, empero, la estructura de la obra es... curiosa.
Soy fiel partidario de lo que comentó Juan Villoro en una entrevista para la Universidad Veracruzana: "La mala hora preparó a García Márquez para crear Macondo". Dicha novela, que precede la epopeya del colombiano, expone abiertamente las carencias que tenía Márquez para crear obras largas: si recorremos su obra desde "Ojos de perro azul" (donde están sus primeros cuentos publicados en el periódico) hasta la "La mala hora", podremos darnos cuenta que sus obras son una extensión muy breve:
- Ojos de perro azul: cuentos.
- Relato de un naufrago: crónica literaria periodística de extensión corta.
- La hojarasca: novela breve.
- El coronel no tiene quien le escriba: novela corta tirando a cuento largo.
- Los funerales de la mamá grande: Cuentos.
- La mala hora: primera novela larga cuyo narración se siente ligeramente pesada y la conexión entre los capítulos está separada por unas elipsis bastante "raras" (por no decir desconcertantes).
Claramente, Márquez enmendó sus errores de "La mala hora" para poder hacer algo maravilloso con "Cien años...", y aún así, leemos los primeros capítulos, nos podemos dar cuenta como estos tienden a la auto-conclusión sin llegar a ellos: el primer capítulo, de no ser porque se inicia con una prolepsis (anticipación de un evento futuro), sería cuanto menos un cuento excelente. No es sino hasta el quinto o cuarto capítulo, más o menos, que el autor alcanza un estilo ya pulido para dar un hilo narrativo interesante. Creo que aprendió bastante mientras construía su obra magna, y eso se nota.

No quisiera hondar tanto en el nivel político de la obra porque, a todas luces, se nota el descontento que tenía el Gabo con los gobiernos latinoamericanos y el imperialismo yankee, empero, sólo puedo traer a colación al escena del tren que antecede al diluvio de Macondo, si uno no entiende que eso es por la intervención norteamericana en los pueblos latinos, entonces hace falta contexto histórico, pero insisto, hay quienes lo pueden analizar mejor que yo, así que no vale la pena abordarlo tan a fondo.

Esta novela me sigue encantando, y discrepo de las última opiniones populares acerca de que plagió a Rulfo. Admito abiertamente que se inspiró en él, claro que sí, sería un tonto si no lo hiciera, pero de ahí a plagiarlo... Macondo es el pueblo fiestero que termina cayendo victima del imperialismo; Comala, en cambio, es el país caído en desgracia por sí mismo, ambas son caras de la misma moneda, pero tienen sus diferencias.

Leed a Márquez, es bueno para el alma y ayuda mucho a conocer el contexto no sólo artístico, sino también político y cultural de Latinoamérica en los años 50 y 60, obra magnífica, mas no perfecta, pues peca de uno que otro error, errores que puliría en "El otoño del patriarca".

No voy a intentar hacerme la listilla ni la graciosilla ni nada que termine en -illa, porque sobre Cien años de soledad está todo dicho, y siempre me da miedo decir cosas que no son importantes o admirables sobre libros sobre los que, por otro lado, poco puedo decir que fuese brillante, así que, como siempre, aquí viene una opinión personalérrima y cien por cien subjetiva:

Lo primero, es que ya me habría gustado darle cinco estrellas a este libro que, al final me hizo dudar (el cierre es espléndido, y la última frase es para enmarcar, tatuar, grabarse en la frente con unas llaves hasta que sangre, te quiero mucho, Gabriel, por esa última frase), pero a lo largo de estas casi 400 páginas, de estos 8 días de delirio lector, no siempre sentí que fuese un-libro-cinco-estrellas: pequeños destellos de salida a la superficie, al mundo real, de no total absorción por la historia, me sacaron, o mejor dicho, me impidieron una inmersión siempre total (aunque, repito, fueron destellos, a los segundos volvía a entrar). Pero qué importa, será un cuatro estrellas, o un cuatro con cinco, o un tres setenta y cinco, qué más da porque esto es un librazo y aquí van las pinceladas de por qué así lo creo:

- Gabriel García Márquez se ha sacado el nardo (PERDÓN), se lo ha pasado como nadie escribiendo esto, y en ese frenesí creativo e n c i m a no se olvidó de escribir como un absoluto genio, porque qué texto, amigues.
- Cien años de soledad se siente un cuento para adultos, pero un cuento: como esos que nos contaban de niños antes de ir a dormir, y no sé si en mi vida adulta había sentido eso alguna vez con un libro.
- La estructura... Me imagino a este hombre encerrado en un despacho con pizarras y papeles alrededor a lo detective de thriller, uniendo con hilos rojos personajes y tramas hasta quedar él mismo atrapado en esa vorágine. Tampoco nunca había leído un libro tan complejamente armado, hasta el punto de que siento que si se leyera de atrás a delante, tendría el mismo sentido perfecto.
- El temor de todos los hijos de parecerse a sus padres (que es una constante vital y humana) se ve aquí cumplida como una pesadilla sin fin de la que todos los personajes creen que podrán escapar y a la que todos sucumben. Terrible, certero y genial.
- Hay un párrafo, amigues, que qué párrafo. Lo voy a trascribir, porque nunca había leído a un autor escribiendo en su propio libro lo que está haciendo con ese libro. No salgo de mi asombro. Ya ahora, elegís vosotres si queréis leerlo o no. Aquí va: «No se le había ocurrido pensar hasta entonces que la literatura fuese el mejor juguete que se había inventado para burlarse de la gente [...]. Había de transcurrir algún tiempo antes de que Aureliano se diera cuenta de que tanta arbitrariedad tenía origen en el ejemplo del sabio catalán, para quien la sabiduría no valía la pena si no era posible servirse de ella para inventar una manera nueva de preparar los garbanzos». Bueno es queeeee, genio y figura si me preguntan (y no poco la última frase de la que hablaba arriba por vergüenza, porque es clave del libro en parte y un cierre que merece ser descubierto en la primera lectura, y lo difícil que es encontrar frases finales tan buenas en los libros. Gracias por ello).

¿Un deseo? Tener algún día tanto vocabulario como este señor.
¿Algo que no había esperado según leía? Ese vacío que se me quedó dentro con el fin de la historia de los Buendía.
Maravilla.

Como soy bastante limitadito, no logro entender a quienes encuentran la escritura de G.G.Márquez (PNL'1982) difícil de leer; a mí me había resultado especialmente gozoso, deslumbrante y revelador, leer este bombazo de libro cincuenta años atrás (lo que me llevó a devorar toda su obra, salvo ese Memoria... que no pienso honrar) y el asombro e indudable placer se repitió este febrero con mis queridas #addictxslcs.

Ese crisol llameante de hipérboles más-grandes-que-la-vida e imágenes en torbellino ascendente, que nos transportan a las alturas como a Remedios la bella entre una llovizna de flores amarillas, marca de la casa (con permiso de Elena Garro, y recuerdos especiales a Isabel Allende; lo que dieron en llamar "realismo mágico" para diferenciarlo de la visión ramplona del mundo) está aquí al servicio de una saga familiar en una comunidad que es una alegoría feroz y doliente de nuestra condición humana: las luchas intestinas, los deseos peregrinos, las pasiones sangrantes, todo ello retorcido hasta el vértigo de la sinrazón. Toda la naturaleza, también la humana, es herida por golpes brutales y tenaces, por el autor que nos va dejando en el hueso, en lo más duro, como queriéndonos decir: Ven y mira, esto es el horror, esto el yerro, esto la purga. Una lección inolvidable, y un disfrute lector voraz, imperecedero.

Esperaba encontrarme otra versión de la Casa de los Espíritus y me topé con otra cosa totalmente distinta. Hay partes que se me hicieron bola, sobre todo aquellas que hablaban de la guerra o de algunos personajes, pero otras son simplemente maravillosas. Su forma de escribir es prodigiosa y, si te dejas llevar, consigue transportarte. Un must de la literatura aunque creo que he tenido Márquez para rato.

Es un libro muy denso pero q la vez entretenido.
Eso si, si no te gustan los conflictos bélicos no lo leas, porque es la historia de la familia pero que más de la mitad de la historia es sobre guerras.
He de reconocer que el autor escribe muy, muy bien