Como soy bastante limitadito, no logro entender a quienes encuentran la escritura de G.G.Márquez (PNL'1982) difícil de leer; a mí me había resultado especialmente gozoso, deslumbrante y revelador, leer este bombazo de libro cincuenta años atrás (lo que me llevó a devorar toda su obra, salvo ese Memoria... que no pienso honrar) y el asombro e indudable placer se repitió este febrero con mis queridas #addictxslcs. Ese crisol llameante de hipérboles más-grandes-que-la-vida e imágenes en torbellino ascendente, que nos transportan a las alturas como a Remedios la bella entre una llovizna de flores amarillas, marca de la casa (con permiso de Elena Garro, y recuerdos especiales a Isabel Allende; lo que dieron en llamar "realismo mágico" para diferenciarlo de la visión ramplona del mundo) está aquí al servicio de una saga familiar en una comunidad que es una alegoría feroz y doliente de nuestra condición humana: las luchas intestinas, los deseos peregrinos, las pasiones sangrantes, todo ello retorcido hasta el vértigo de la sinrazón. Toda la naturaleza, también la humana, es herida por golpes brutales y tenaces, por el autor que nos va dejando en el hueso, en lo más duro, como queriéndonos decir: Ven y mira, esto es el horror, esto el yerro, esto la purga. Una lección inolvidable, y un disfrute lector voraz, imperecedero. |