Una obra breve impregnada de escenas cómicas y festivas un tanto descabelladas, con una serie de amoríos fugaces y románticos como telón de fondo. Shakespeare compuso esta obra en la primera etapa de su producción, más concretamente, en 1594. Está dividida en cinco actos y es considerada una de sus piezas más alegres y fantasiosas. Su trama se basa en una serie de acontecimientos ocurridos la noche anterior a la boda de Teseo, duque de Atenas, e Hipólita, reina de las amazonas. La historia está protagonizada por un elenco de personajes variados que interactúan entre sí componiendo un puzzle muy peculiar y extravagante: cuatro amantes atenienses unidos por enamoramientos precipitados y un grupo de seis actores manipulados por Titania, la reina de las hadas y Oberón, rey de los duendes. A ellos se añade uno de los personajes más conocidos y celebrados del autor: Puck, el duendecillo que todo lo enreda, convirtiendo en pesadillas los sueños de los hombres. Y es que, las divinidades, en el simple lapso de una noche de verano, pueden cambiar caprichosamente el destino del mundo. Por otra parte, me gustaría destacar la complejidad del personaje de Helena, el único en el que se aprecia una evolución y unas cualidades más marcadas. El bosque y la oscuridad serán testigos de los deseos escondidos en el yo más recóndito del alma humana, aquél en el que nuestras pasiones cobran fuerza y nos dejamos llevar por nuestros instintos. Nosotros, como lectores, seremos partícipes de las ensoñaciones de los personajes, siendo los únicos que permanecemos despiertos mientras el resto duerme. Y, de este modo, todo lo ocurrido aparece velado por la ilusión, quedando finalmente advertidos por Puck de que, durante la lectura, “nos hemos quedado durmiendo mientras han aparecido esas visiones. Y de que ésta débil y humilde ficción no tendrá sino la inconsciencia de un sueño” porque, tal y como nos advirtió en su momento Freud, “los poetas y los filósofos descubrieron antes que él, el subconsciente”. Os recomiendo mucho esta divertida obra, en la que Shakespeare mezcla reyes caprichosos, duendes traviesos, enamorados hechizados y actores disparatados, y que conseguirá acercaros a la mitología y la magia de una noche de San Juan, plagada de tintes costumbristas y oníricos. Os aseguro que os regalará una experiencia lectora ideal para sobrellevar el calor abrumador de una larga noche de verano. + Leer más |
A punto de cumplirse 10 años de la abdicación del rey emérito, las librerías se atiborran de libros sobre su auge y caída.
La vida del rey Juan Carlos sigue siendo una fuente inagotable de biografías, ensayos y análisis. ¿Por qué? La respuesta podría estar en las obras de William Shakespeare. Las hazañas y vilezas del rey emérito tienen los elementos de una tragedia shakesperiana, la fuerza de un drama isabelino que no nos cansamos de contar, de leer y de releer: un príncipe sin corona que sacrifica todo (incluido a su propio padre) para reinar y que, cegado por la codicia, termina perdiendo el trono y pasa sus últimos años de vida vagando por el desierto.
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