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ISBN : 8491050116
424 páginas
Editorial: PENGUIN CLÁSICOS (23/11/2017)

Calificación promedio : 4.6/5 (sobre 24 calificaciones)
Resumen:
Los mejores libros jamás escritos. Edición de Gregorio Torres Nebrera, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Extremadura. Galdós siempre vivió entregado a la tarea de escribir. Uno entre los muchos hitos de su dilatada trayectoria es Misericordia, que, por la precisión de sus descripciones y el nítido trasfondo psicológico de sus personajes, se erige en una muestra señera del naturalismo español. La historia de Benigna, la fiel sirvienta que men... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (10) Ver más Añadir una crítica
Roseta
 13 May 2020
Final del XIX. Cambio de siglo. Miseria en las calles. Quizá siempre miseria para los mismos, misericordia para los mismos. Las clases humildes caminan por la ciudad, buscando, rebuscando; suplicando que alguien les dé eso que la vida les negó. Caridad, limosna, algo de misericordia. Así lo retrata Galdós (10 de mayo de 1843 – 4 de enero de 1920) en su novela Misericordia, una de las obras que más ahonda en ese Madrid de los suburbios. Benina es su protagonista, una mujer que sabe lo que es la burguesía, porque le tocó servir a los burgueses, porque la vida no fue tan condescendiente con ella, porque están los de arriba y los que siempre, siempre, se quedan abajo. Aunque estos burgueses, ahora, ya no lo son tanto y ella decide, en su misericordia, salir a mendigar, no para ayudarse sino para ayudarles.

Como bien expresa Almudena Grandes: “Un milímetro más acá sobrevive Benigna, la señá Benina, Nina; tres nombres diferentes para un personaje que encarna la dignidad del pueblo español en el contexto de la crisis más feroz”.

Antítesis de ella, doña Paca, que ha gastado toda su fortuna, la ha dilapidado en materialismos que ahora no le devuelven el bienestar de años pasados. Sus hijos Antoñito y Obdulia, casi lo mismo. Ninguno de los tres consigue esa calma, esa espiritualidad que rebosa Benina.

Antoñito deja a su madre y a su hermana solas, sin ingresos, una vez se casa. Obdulia hace lo propio, pero su matrimonio con don Luquitas se convierte en una pesadilla de la que no puede escapar. Se salvan de la indigencia gracias a la misericordia de la “señá” Benina que sale a mendigar y engaña a su “ama” diciéndole que va a cocinar a casa de don Romualdo, el sacerdote imaginario. Casualmente el mismo personaje que, de pronto, deja una herencia a doña Paca con la que poder salir de la miseria.

La miseria espiritual contrasta con la de los mendigos que pasean por el Madrid de finales de siglo; con el ciego Almudena (el más visionario de todos) o con Benina (la más realista y a la que más interesaría creer en fortunas imprevistas).

“En Misericordia me propuse descender a las capas ínfimas de la sociedad matritense, describiendo y presentando los tipos más humildes, la suma pobreza, la mendicidad profesional, la vagancia vicios, la miseria, dolorosa casi siempre, en algunos casos picaresca o criminal y merecedora de corrección”.

Madrid se convierte en personaje, hostil, como casi todas las ciudades con ese tinte grotesco, contradictorio. Las altas cúpulas contrastan con los bajos fondos. La iglesia de San Sebastián, edificio bifronte, fealdad risueña, contrasta con la esencia de Benina, dibujada casi como una santa.

“Galdós, creador de personajes femeninos extraordinarios, a través de los cuales contó el mundo con tanta ambición como la que desplegó en sus personajes masculinos, deposita en Benigna, en su nobleza, en su generosidad, en su ternura, la última de sus esperanzas. Ella representa la frágil hebra de vitalidad que conserva el imperio moribundo, ensimismado y mohoso, que tal vez aún merezca la oportunidad de renacer”. (Almudena Grandes)

Misericordia es, sin lugar a dudas, una novela imprescindible. Una novela que guardas en la memoria, siempre

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Tontoelquenolea
 27 December 2023
A nadie pillará de sorpresa que diga cuan maravillosa me parece la escritura de Benito Pérez Galdós, qué cercanos y vivos siento a sus personajes, qué placer es pasear con él por las calles, los cafés, las iglesias…

Misericordia” puede que no sea una de las obras más reconocidas de Galdós, pero en mi opinión es una de las que más transmite y más representa.

Puede que peque de minuciosidad en las descripciones (a mí me parece que es precisamente ahí donde radica gran parte de su excelencia), pero es innegable que Galdós es el gran retratista de la sociedad española decimonónica.

En este relato, el autor nos lleva a transitar los ambientes de más miseria de Madrid y a navegar en el fondo del alma de algunas de las personas que en ellos se desenvolvían.

Sobre todo viviremos a través de Benina, mujer inolvidable, esencia de esta historia y personaje que encarna sin duda el significado completo de la palabra “misericordia”.

Una historia que conmueve, que transcurre tranquila como si no sucediera nada, caminando con calma tras los pasos de Benina, siendo testigo de sus tribulaciones, de las del ciego Almudena y las del caballero Frasquito Ponce, pero que se va metiendo dentro del lector conforme avanza, siendo testigo de las dificultades por las que pasa la clase baja y criticando con fiereza a las clases más pudientes.

Una novela que representa a la perfección la realidad de la época, que indigna y que conmueve, profunda, reflexiva, intensa, humana, visceral, espiritual… podría seguir eternamente enumerando las infinitas cualidades de una obra brillante por su calidad literaria, su belleza artística, su atemporalidad.

Una de las lecturas que más he disfrutado de las leídas en el #vecindarioliterario , y es que con Galdós no hay riesgos, siempre es valor seguro. Calidad suprema. Excelencia.
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Emocionaria
 25 December 2022
Si hay algo por lo que Galdós es reconocido es por su capacidad para retratar de forma fidedigna el Madrid de finales del XIX a través de sus personajes. Éstos son los que dotan de fuerza a sus novelas: un amplio abanico de personas que reproducen y reflejan las formas y costumbres de la época.

Y sin embargo, en Misericordia Galdós da un paso más allá. Porque trasciende el mero relato de los bajos fondos madrileños para, siempre a través de sus personajes, denunciar la doble moral de una sociedad corrompida e hipócrita.

La crítica siempre sibilina del autor queda patente en la historia de Benina, una criada que debe pedir limosna para mantenerse y mantener a su señora, una burguesa venida a menos que sobrevive gracias a lo que su criada mendiga. de la mano de Almudena, un vagabundo ciego, Benina intenta con optimismo hacer frente a una sociedad que abraza el catolicismo mientras vapulea los valores del mismo, mostrando el papel de la religión a la hora de afianzar la distancia entre clases sociales. También a esa burguesía venida a menos que hipoteca todo lo que tiene por mantener las apariencias.

La crítica de Galdós es una crítica dura, mucho más impactante que cualquier crítica abierta que se pueda encontrar en la novela social. Es un retrato descarnado de la miseria, de la ruindad de la burguesía, de la hipocresía religiosa. Rezuma decepción con el contexto social y político y, sin embargo, nos regala uno de los personajes más buenos y optimistas que yo he encontrado nunca: a Benigna.

No soy partidaria de comparar y sin embargo si me veo en la obligación de avisar de que, si en Fortunata y Jacinta el autor alterna la crítica mordaz con trazas de humor inteligente, en este libro solo encontramos un relato desgarrador que hace que se tambalee la fe en la humanidad y que sólo salva ese personaje femenino que hace gala de su heroicidad en los gestos cotidianos.

Recomiendo mucho su lectura y especialmente está edición de Cátedra que viene con diferentes notas al pie de página que ayudan a comprender algunas expresiones y pasajes de la novela.
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EmilianoPD
 28 January 2024
En esta popular (en el auténtico sentido) y populosa novela destaca con irresistible fuerza, eclipsando a los muchísimos otros tipos y tipas y ocupando un lugar perenne en nuestro corazón la adorable Benina. En una cohorte de venidos a menos, menesterosos, dueños de míseros negocios y un par de bonachones, campechanos (cada uno con su habla coloquial que tan curiosa nos resulta y que es ya sello de la casa junto con su ágil escritura) es la pobre criada sobre quien orbita toda acción y todo cuidado, en la villa y corte luminosa y sórdida.

Veo en esta (como en tantas otras, pero aquí de un modo patente en extremo) novela la eterna batalla entre modos de interpretar el mundo, entre diferentes conocimientos de nuestra realidad. En muchos momentos de esta historia tintinea un deseo compartido de un sortilegio, un encantamiento que termine con la penuria e indefensión personal, un sollozante y pasivo anhelo de una intervención externa y milagrosa que oiga las súplicas y (nos) procure una vida mejor. Más allá de esta plegaria supersticiosa por el futuro, funciona como hilo de Ariadna y como moraleja la dialéctica entre la preocupación por la apariencia, el regodearse en quimeras de un pasado maquillado, la réplica de estructuras jerárquicas en contextos patéticos o incluso el cálculo ruin, por una parte, y por la otra la atención a lo que es fundamental, el ocuparse activo en la dicha del prójimo, la Misericordia de la que es paladín nuestra santa Benina, con sus afanes, correrías, trapacerías y mentiras piadosas, corriendo de un lado al otro, de las Injurias y las Cambroneras al centro y vuelta a empezar, removiendo cielo y tierra en ese Madrid horripilante de la crisis sobrevenida con la Restauración borbónica.
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martamartirios
 12 March 2024
Misericordia es una novela naturalista que nos presenta un fiel retrato de la sociedad española del siglo XIX.

En esta novela seguimos los pasos de Benina, personaje femenino que es la representación hecha carne del significado epistemológico de la palabra misericordia.

A través de sus ojos Galdós nos visibiliza la hipocresía de la clase burguesa de aquella época y de la institución religiosa de la Iglesia, las diferentes jerarquías que existían dentro de las clases más bajas y la pobreza y miseria que se vivía en el Madrid de aquellos años.

Una novela que deja poso y que resulta muy difícil olvidar.
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Citas y frases (13) Ver más Añadir cita
MacabeaMacabea23 September 2020
Aquel día, que tan siniestro se presentaba, y que la
aparición de Benina trocó en uno de los más dichosos,
Obdulia y Frasquito, en cuanto comprendieron que estaba
resuelto el problema de la reparación orgánica, se lanzaron
a cien mil leguas de la realidad, para espaciar sus almas en
el rosado ambiente de los bienes fingidos. Las ideas de
Ponte eran muy limitadas: las que pudo adquirir en los
veinte años de su apogeo social se petrificaron, y ni en
ellas hubo modificación, ni las adquirió nuevas. La
miseria le apartó de sus antiguas amistades y relaciones, y
así como su cuerpo se momificaba, su pensamiento se iba
quedando fósil. En su manera de pensar, no había
rebasado las líneas del 68 y 70. Ignoraba cosas que sabe
todo el mundo; parecía hombre caído de un nido o de las
nubes; juzgaba de sucesos y personas con candorosa
inocencia. La vergüenza de su aflictivo estado y el
retraimiento consiguiente, no tenían poca parte en su
atraso mental y en la pobreza de sus pensamientos.
Por miedo a que le viesen hecho una facha, se pasaba
semanas y aun meses sin salir de sus barrios; y como no
tuviera necesidad imperiosa que al centro le llamase, no
pasaba de la Plaza Mayor. Le azaraba continuamente la
monomanía centrífuga; prefería para sus divagaciones las
calles obscuras y extraviadas, donde rara vez se ve un
sombrero de copa. En tales sitios, y disfrutando de
sosiego, tiempo sin tasa y soledad, su poder imaginativo
hacía revivir los tiempos felices, o creaba en los presentes
seres y cosas al gusto y medida del mísero soñador.
En sus coloquios con Obdulia, Frasquito no cesaba de
referirle su vida social y elegante de otros tiempos, con
interesantes pormenores: cómo fue presentado en las
tertulias de los señores de Tal, o de la Marquesa de Cuál;
qué personas distinguidas allí conoció, y cuáles eran sus
caracteres, costumbres y modos de vestir. Enumeraba las
casas suntuosas donde había pasado horas felices,
conociendo lo mejorcito de Madrid en ambos sexos, y
recreándose con amenos coloquios y pasatiempos muy
bonitos. Cuando la conversación recaía en cosas de arte,
Ponte, que deliraba por la música y por el Real, tarareaba
trozos de Norma y de Maria di Rohan, que Obdulia
escuchaba con éxtasis. Otras veces, lanzándose a la
poesía, recitábale versos de D. Gregorio Romero
Larrañaga y de otros vates de aquellos tiempos bobos. La
radical ignorancia de la joven era terreno propio para estos
ensayos de literaria educación, pues en todo hallaba
novedad, todo le causaba el embeleso que sentiría una
criatura al ver juguetes por primera vez.
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PinkyPinky12 April 2020
-¿Y soportas, además de la miseria, la vergüenza, tanta humillación, deber a todo el mundo, no pagar a nadie, vivir de mil enredos, trampas y embustes, no encontar quien te fíe valor de dos reales, vernos perseguidos de tenderos y vendedores?

-¡Vaya si lo soporto!... Cada cual, en esta vida, se defiende como puede. ¡Estaría bueno que nos dejáramos morir de hambre, estando las tiendas tan llenas de cosas de sustancia! Eso no; Dios no quiere que a nadie se le enfríe el cielo de la boca por no comer, y cuando no nos da dinero, un suponer, nos da la sutileza del caletre para inventar modos de allegar lo que hace falta, sin robarlo..., eso no. Porque yo prometo pagar, y pagaré cuando lo tengamos. Ya saben que somos pobres..., que hay formalidad en casa, que que no haigan otras cosas. ¡Estaría bueno que nos afligiéramos porque los tenderos no cobran estas miserias, sabiendo, como sabemos, que están ricos!

-Es que tú no tienes vergüenza, Nina; quiero decir, decoro; quiero decir, dignidad.

-Yo no sé si tengo eso; pero tengo boca y estómago natural, y sé también que Dios me ha puesto en el mundo para que viva, y no para que me deje morir de hambre. Los gorriones, un suponer, ¿tienen vergüenza? ¡Quia!..., lo que tienen es pico... Y mirando las cosas como deben mirarse, yo digo que Dios, no tan sólo ha criado la tierra y el mar, sino que son obra suya mismamente las tiendas de ultramarinos, el Banco de España, las casas donde vivimos y, pongo por caso, los puestos de verdura... Todo es de Dios.
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PinkyPinky12 April 2020
En efecto: había existido años atrás una señora muy linajuda, llamada doña Guillermina Pacheco, corazón hermoso, espíritu grande, la cual andaba por el mundo repartiendo los dones de la caridad, y vestía humilde traje, sin faltar a la decencia, revelando en su modestia soberana la clase a la que pertenecía. Aquella dignísima señora ya no vivía. Por ser demasiado buena para el mundo. Dios se la llevó al cielo cuando más falta nos hacía por acá. Y aunque viviera, amos, ¿cómo podía ser confundida por ella, con la infeliz Benina? A cien leguas se onocía en ésta a una mujer de pueblo, criada de servir.
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PinkyPinky12 April 2020
Voy a tener otra vez el gusto de dar de comer a ese pobre hambriento, que no confiesa su hambre por la vergüenza que le da... ¡Cuánta miseria en este mundo, Señor! Bien dicen que quien más ha vistp, más ve. Y cuando se cree una que es el acabóse de la pobreza resulta que hay otros más miserables, porque una se echa a la calle, y pide, y le dan, y come, y con medio panecillo, se alimenta... Pero estos que juntan la vergüenza con la gana de comer, y son delicados y medrosicos para pedir: estos que tuvieron posibles y educación, y no quieren rebajarse...¡Dios mío, qué desgraciados son!
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EmilianoPDEmilianoPD28 January 2024
Las adversidades se estrellaban ya en el corazón de Benina, como las vagas olas en el robusto cantil. Rompíanse con estruendo, se quebraban, se deshacían en blancas espumas, y nada más. Rechazada por la familia que había sustentado en días tristísimos de miseria y dolores sin cuento, no tardó en rehacerse de la profunda turbación que ingratitud tan notoria le produjo; su conciencia le dio inefables consuelos: miró la vida desde la altura en que su desprecio de la humana vanidad la ponía; vio en ridícula pequeñez a los seres que la rodeaban, y su espíritu se hizo fuerte y grande. Había alcanzado glorioso triunfo; sentíase victoriosa, después de haber perdido la batalla en el terreno material. [...] El bienestar que el aseo y la frescura daban a su cuerpo, se confundía en cierto modo con el descanso de su conciencia, en la cual también sentía algo como absoluta limpieza y frescor confortante.
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Videos de Benito Pérez Galdós (10) Ver másAñadir vídeo
Vidéo de  Benito Pérez Galdós
La Real Academia española es el marco perfecto para conversar en este año del centenario de la muerte de Benito Pérez Galdós sobre la utopía y la distopía en su obra. La escritora y académica Soledad Puértolas y el también académico y cineasta Manuel Gutiérrez Aragón desgranan ambos extremos en una obra que alude a mundos posibles y aspira a una España regenerada y mejor frente al oscurantismo que rodeaba entonces al mundo de Galdós y aún nos acecha. Esta conversación se enmarca dentro de la programación del Festival Eñe.
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