Misericordia de Benito Pérez Galdós
En efecto: había existido años atrás una señora muy linajuda, llamada doña Guillermina Pacheco, corazón hermoso, espíritu grande, la cual andaba por el mundo repartiendo los dones de la caridad, y vestía humilde traje, sin faltar a la decencia, revelando en su modestia soberana la clase a la que pertenecía. Aquella dignísima señora ya no vivía. Por ser demasiado buena para el mundo. Dios se la llevó al cielo cuando más falta nos hacía por acá. Y aunque viviera, amos, ¿cómo podía ser confundida por ella, con la infeliz Benina? A cien leguas se onocía en ésta a una mujer de pueblo, criada de servir.
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