Todo lo que ganamos: ¿y si después es nunca? de Emilia Huelva
Cuando una persona está llena de amor y magia, solo hace falta mirarla a los ojos o abrazarla para conocer realmente su alma.
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Todo lo que ganamos: ¿y si después es nunca? de Emilia Huelva
Cuando una persona está llena de amor y magia, solo hace falta mirarla a los ojos o abrazarla para conocer realmente su alma.
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Mendel el de los libros de Stefan Zweig
Precisamente yo, que debía saber que los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido.
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Ecos del pasado de Alejandro Serrano Sánchez
Difícil otorgar caricias cargadas de un afecto que no puede ser entregado. Y pese a ello los sentimientos siempre se rebelan, mostrándose sinceros a pesar de la voluntad de su dueño. A veces resulta complicado determinar si uno es dueño de sus propias accio-nes, de sus decisiones, o es la marioneta de las emociones que lo embargan.
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Matilda de Roald Dahl
La forma como cuenta las cosas hace que me sienta como si estuviera observando todo lo que pasa. — Un buen escritor siempre te hace sentir de esa forma —dijo la señora Phelps—. Y no te preocupes por las cosas que no entiendas. Deja que te envuelvan las palabras, como la música. |
Anna Karenina de León Tolstoi
—No olvidaré nunca, porque no está en mi poder, ni una sola palabra suya, ni un solo gesto suyo.
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Marte: El fuego latente de cidonia de J. L. R. Alonso
[...] la Tierra puede aceptar muchas cosas a cambio de nuestros recursos, pero darle pruebas reales de nuestro monopolio oligárquico solo nos traería problemas. (cap. 24 "Deimy Os habla con Fobh Os")
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El papel pintado amarillo de Charlotte Perkins Gilman
SI YO FUERA UN HOMBRE Todo ello a la vez le transmitía la idea de poder y orgullo. Sintió lo que nunca antes había sentido: la posesión del dinero, de su propio y bien ganado dinero, que podía darlo o quedárselo; no tener que pedirlo, ni rogarlo, ni sonsacarlo, era suyo. |
El encaje roto de Emilia Pardo Bazán
Todo en ella quería alborotarse, quería la expansión de mocedad verde y golosa de los sabores del vivir. Y cuando una mujer siente tal instinto, gana un relucir especial de hermosura. Parece como si la alumbrasen por dentro luminarias de alegría.
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Rinconete y Cortadillo: Rinconete and Cortadillo de Miguel Cervantes
No es mucho que a quien te da la gallina entera, tú des una pierna della.
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Tenemos que hablar de Kevin de Lionel Shriver
Los niños viven en el mismo mundo que nosotros . Que nos engañemos suponiendo que podemos protegerlos de él , además de ingenuo , es pura vanidad .
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Los peligros de fumar en la cama de Mariana Enríquez
Supongo que lo que a los hombres y mujeres normales les provoca escuchar gemir de placer al sexo que les guste, a mí me lo provocaba escuchar el latir de esos corazones arruinados. ¡Tanta variedad! ¡Tantos latidos diferentes, todos significando cosas distintas, todos hermosos!
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Love Lettering de Kate Clayborn
Como si cuando a la gente le preguntas cosas, las cosas que de verdad son muy difíciles, no tuvieras nada que temer de su respuesta ni de tu reacción a ella.
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Orgullo y prejuicio de Jane Austen
Hay una parte tan grande de gratitud o vanidad en la mayoría de los afectos que es arriesgado dejarles obrar con independencia.
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Matar a un ruiseñor de Harper Lee
Sencillamente hay hombres tan...tan ocupados en acongojarse por el otro mundo que no han aprendido a vivir en éste...
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Anna Karenina de León Tolstoi
Sin renunciar a todo lo que había aprendido, reconoció que se había engañado al pensar que podría llegar a convertirse en la persona que le habría gustado ser. Era como si hubiera despertado de un sueño.
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Anna Karenina de León Tolstoi
«No —se dijo Levin—, por bella y sencilla que sea esa vida de trabajo, jamás podré adoptarla. La amo a ella».
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Marte: El fuego latente de cidonia de J. L. R. Alonso
[...] la conciencia del ser humano es diferente, la esperanza es el combustible de la fe en esta lucha. (cap. 29 "Primeras luchas conjuntas de los Vándalos de Cidonia")
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Anna Karenina de León Tolstoi
Quería decirle que esto debe terminar. No he tenido que ruborizarme nunca delante de nadie, pero usted me hace sentirme culpable de algo.
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Adiós, muñeca de Raymond Chandler
El matón trató de asestarle un golpe de rodilla en la entrepierna. El hombretón lo hizo girar en el aire y deslizó sus zapatos brillantes sobre el desgastado linóleo que cubría el suelo. (cap. 1)
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