Ya he comentado alguna vez (habrán sido muchas, pero seguro que me perdonáis) que me encanta Wilkie Collins y que intento leer todas las navidades algo suyo junto con algo de Dickens. De Dickens leí un par de relatos navideños, y con Wilkie me aventuré con la última traducción que ha salido suya en España, La nueva Magdalena. Y mirad que es un autor que yo pensaba que poco suyo podía quedar por traducir porque es de esos escritores clásicos que están muy publicados en España, pero de la mano de la editorial Funambulista hubo sorpresa el año pasado. Y cómo lo he disfrutado...
La historia comienza en medio de la guerra franco-prusiana, en una casa francesa donde un grupo de militares, junto con algunos heridos, se resguardan para pasar la noche al tiempo que intentan evitar llamar la atención de los alemanes, que también están en la zona. Junto a ellos viajan dos mujeres: Grace Roseberry, una joven huérfana de camino a Londres desde Italia, y Mercy Merrick, enfermera de la Cruz Roja que asiste como voluntaria a los heridos franceses. Entre ellas tiene lugar una escena en la que Grace le cuenta a Mercy que va a Londres para vivir con una tía a la que no ha visto nunca y que la acogerá en su casa, y Mercy le revela a Grace un pasado que probablemente en otras circunstancias jamás le hubiese revelado, un pasado que la ha llevado a estar en medio de esa guerra porque no puede aspirar a ningún otro futuro en sociedad.
Cuando cae una bomba alemana sobre la estancia y Grace muere, la tentación es demasiado grande para Mercy. ¿Y si suplanta a Grace y se presenta como si fuera ella en casa de esa tía suya en Londres? Podría aspirar a una vida digna, una vida sin tacha, en un hogar en el que nadie la conoce y nadie sospecharía jamás de su pasado. Solo tiene que hacerse pasar por ella cuando lleguen los alemanes, nadie va a enterarse; se merece una vida mejor, se merece respeto, porque lo ha intentado todo para reinsertarse en sociedad y la sociedad no hace más que expulsarla fuera. Está cansada de luchar, sabe que por sí misma jamás lo conseguirá, y lo hace, se presenta como Grace Roseberry cuando llegan los alemanes a la casa. Y comienza una nueva vida, una vida respetable que jamás hubiese imaginado y que solo dos cosas pueden amenazar: una, sus remordimientos por abusar de la amabilidad de lady Janet Roy bajo una identidad falsa; la otra escapa a su control y puede tener nefastas consecuencias... ¿y si la verdadera Grace Roseberry no hubiese fallecido realmente en aquella habitación en Francia?
Collins plantea la historia a modo de guión teatral, pero solo en la forma. Divide la novela en dos actos: el primero, muy corto, en la casa de Francia donde tienen lugar el bombardeo y el intercambio de nombres, y el segundo, que ocupa casi el total de la novela, en Villa Mablethorpe, hogar de lady Janet Roy al que acude Mercy suplantando a Grace Roseberry y donde transcurre todo el resto de la historia. Presenta cada acto con los personajes que intervienen en él, e incluso el desarrollo de las escenas es claramente teatral, puedes imaginar el cambio sobre las tablas entre una escena y otra. Pero la narración en sí es el de una novela normal y como tal transcurre toda la historia, que nadie se eche para atrás por eso. Simplemente quería mencionarlo porque ese estilo teatral, sin llegar a serlo técnicamente hablando, creo que favorece mucho a la historia. En Villa Mablethorpe todo transcurre entre unas tres o cuatro estancias, jamás salen de ellas, y y es todo como muy visual, muy escenográfico.
Wilkie Collins es un autor bastante desconocido en España, y esto puede parecer contradictorio con lo que digo arriba de que casi toda su obra está ya traducida al castellano. Pues sí, aun así es un autor muy desconocido. ¿Por qué? Porque normalmente solo se conocen sus dos o tres obras más famosas (La piedra lunar, La mujer de blanco...) o se piensa que era un autor que se dedicaba esclusivamente a las novelas de misterio, y eso es un craso error. Este señor se aventuraba con todo, y en su obra se pueden encontrar novelas muy, muy notables que apenas son conocidas por los lectores.
Y es que os lo digo sin rodeos: a mí me ha parecido una novela fantástica de principio a fin, que además el autor redondea con un final agridulce en el que no da ni un respiro a la sociedad de la época a la que critica casi desde la primera página. La nueva Magdalena pone sobre la mesa una antiheroína con todas las letras, un personaje principal que en la época debió levantar alguna ampolla. Y ya no porque esa Magdalena del título, en clara referencia a la Biblia, hace de la protagonista una prostituta reinsertada (que ya de por sí resulta atrevido para la melindrosa sociedad victoriana), sino que además sitúa a esta mujer pecaminosa muy por encima, moral y éticamente, de la virtuosa dama de sociedad que se permitía menospreciar a mujeres como ellas escudándose en su decencia. Realmente esta novela debió suponer un bofetada en toda la cara para muchas de sus lectoras femeninas que, por sentido común, seguramente se contaban entre las virtuosas e hipócritas que tanto critica en la historia.
Es verdad que Mercy Merrick es tan, tan virtuosa, honesta e íntegra durante toda la novela, tan elegante, hermosa y refinada a pesar de la vida que ha llevado, que a veces cuesta recordar el bagaje que lleva a sus espaldas y el mundo sórdido en el que se movía; quizás se echan de menos secuelas de la vida que ha llevado durante años. Si no fuese porque precisamente la base de la historia es la suplantación de personalidad (es decir, la mentira y el delito), Mercy es un dechado de virtudes sin tacha que a veces cuesta asociar con ese pasado tan turbio que nunca se narra de manera explícita y por el que el autor pasa de puntillas elegantemente. No sé si transmito lo que quiero decir exactamente... sí, tenemos su lucha por volver a ser aceptada en sociedad tras su reinserción, tenemos su lucha entre ser honrada y volver a las casas de acogida o mentir y seguir viviendo como una reina, pero se echa de menos alguna mella que dé fe de la vida que una vez llevó, porque de una vida así no se sale indemne y sin daños en muchos aspectos que en la novela no se llegan a abordar.
Aun así creo que esta perfección de Mercy es intencionada por parte del autor, que quiere poner sobre la mesa la reinserción total de una mujer que nunca debió acabar donde acabó, y cuya integridad moral está muy por encima de la de otras mujeres que lo han tenido muy fácil en la vida y sin embargo están corrompidas por dentro. Critica la posición de la mujer en la sociedad de la época, lo que se esperaba de ellas a todos los niveles, lo fácil que era acabar con su reputación y la imposibilidad de reinserción que sufrían aquellas que decidían vivir en sociedad después de haber malvivido fuera de ella. Mercy lo intenta una y otra vez, y una y otra vez lucha contra molinos de viento. ¿Es demasiado perfecta? Sí. ¿Es esto importante para la historia? Creo honestamente que no, en absoluto.
A todo esto, no os estoy contando nada de lo que ocurre en Villa Mablethorpe durante ese segundo acto porque creo que no debo extenderme mucho en ello. Baste decir que este acto transcurre varios meses después del primero; que Mercy Merrick, bajo la identidad de Grace Roseberry, ya se ha ganado el corazón de "su" tía, lady Janet Roy (y no bajo engaños ni subterfugios, sino simplemente siendo ella misma y dedicándose a ella por completo); que dos hombres forman parte de este escenario (Horace Holmcroft, prometido de Mercy, y el reverendo Julian Gray, que aparece en casa de su tía Janet para pasar una temporada);... y que todo se pondrá patas arriba del modo más inesperado. No solo Mercy tendrá que decidir si dar explicaciones sobre muchas cosas, sino que los demás personajes de esta obra también tienen mucho que ver en esa decisión.
La nueva Magdalena es un ejercicio elegante y agudo de crítica social, de reflexión y desmenuzamiento emocional (sobre todo del personaje de Mercy) sin caer en ñoñerías ni mojigaterías, y de trabajo duro sobre unos personajes que el autor define y perfila con mimo y pulcritud hasta el punto de que están tan rematados en las costuras y los conoces tan bien que sabes cuáles pueden ser, y serán de hecho, sus reacciones, y aun así devoras las páginas para ver qué ocurrirá en la siguiente escena. Y es que sí, Collins usa su buen hacer con el misterio, el suspense, para mantener en vilo al lector, y eso, cuando el lector sabe que el clímax tiene que llegar tarde o temprano y en qué va a consistir exactamente ese clímax, porque el camino de Mercy está marcado, tiene mucho mérito.
Aun así advierto que no es una novela de misterio propiamente dicha, que nadie se lleve a error; es un drama sobre el largo camino hacia la redención de una mujer devorada por los remordimientos que tiene que tomar una decisión difícil cuando la fácil implica lo que lleva anhelando toda la vida, y una crítica hacia la sociedad que no daba tregua a las mujeres como ella. El suspense solo le da el punto de sal necesario para que la hormiguilla de la curiosidad se mantenga alerta a lo largo de toda la novela, y el final agridulce te recuerda que el gris predomina mucho más que el rosa en esto de la vida.
Añadido de últma hora, que como no apunto ni tomo notas de nada luego se me pasan las cosas... hay una alusión evidente a Persuasión, de Jane Austen, que me hizo una ilusión tremenda xD.
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