Ya se ha convertido para mi en una costumbre leer todos los años una novela de Wilkie Collins. Es un autor con el que personalmente disfruto mucho y que se ha convertido con el tiempo en un lugar seguro para mí, pese a que sea la primera en admitir que no es un es escritor perfecto, ni mucho menos. Tiene una serie de limitaciones que creo que en este libro han lucido con especial fuerza junto a algunas de las grandes virtudes de Collins como escritor. En un pueblo abandonado de Francia, convertido accidentalmente en campo de batalla de la guerra franco prusiana , un variopinto grupo se refugia de las bombas enemigas. Ahí tiene lugar el encuentro entre dos mujeres que en circunstancias normales nunca se hubieran visto las caras. La primera es Grace Rosberry, una huerfana que viaja a Inglaterra para trabajar como dama de compañía para una rica y desconocida pariente. La otra es Mercy Merrick, una mujer de la calle despreciada por la sociedad que viene de una casa de acogida, con un pasado marcado por las penurias y el deshonor, y que ahora es enfermera del ejercito francés. El ataque de un obús alemán pondrá a Mercy frente a una decisión que marcara su vida: la de hacerse pasar por Grace y tomar su identidad, ya que parece que la joven ha fallecido por el proyectil alemán. Mercy sucumbirá a la tentación, y a pesar de los remordimientos, consigue interpretar a la perfección su nuevo papel, haciéndose con el amor y la consideración de su empleadora, la noble Lady Janet Roy. Sin embargo, el pasado nunca muere y no tardará en hacer acto de presencia para poner en peligro todo lo que Mercy acaba de conseguir. Si tengo que ser sincera “La Nueva Magdalena” no va a pasar, ni mucho menos, como una de mis novelas favoritas de Wilkie Collins, gran amigo Charles Dickens y padre del género de las sensationals novels. Estas obras surgieron al calor de los cambios económicos, industriales e ideológicos de la época victoriana. Gracias a ellos se favoreció la lectura en Gran Bretaña. La alfabetización y democratización de la sociedad, y las mejoras y reducción de costes en el mundo editorial hicieron que la lectura terminara por convertirse en el hobbie nacional. Empezaron a surgir las llamadas novelas de folletín; publicaciones por entregas a precios módicos que se llevaban acabo en revistas o seminarios. En cada numero salía un capitulo del libro que, posteriormente, saldría publicado en su totalidad, primero en ediciones en tres volúmenes, luego en una sola y, finalmente, en un tomo barato y fácil de llevar, pensado para ser guardado en un bolsillo y así poder ser leído en el tren (las primeras ediciones de bolsillo que actualmente podemos encontrar en cualquier librería, vamos). Como autor, Collins fue uno de los que mejor entendió los mecanismos de las publicaciones por entregas. Siempre pendiente de las reacciones del público a sus publicaciones, para saber qué es lo que podría gustarles más en la siguiente entrega, en sus trabajos encontramos historias creíbles, argumentos llenos de fuerza y vida, diálogos ágiles y misterios secundarios que lograran enganchar al lector, provocarle la necesidad de saber qué sucedería en la siguiente entrega de la publicación. Vamos, como las series o culebrones de la actualidad. Había nacido un género nuevo, el del suspense. Todo esto puede encontrarse en la obra que nos ocupa, “La Nueva Magdalena” . El misterio y el suspense son los dos elementos característicos que podemos encontrar en esta historia, y contribuyen a que sea una lectura que enganche. No es muy difícil imaginarse al lector del siglo XIX leyendo su ración mensual de esta obra, y quedándose con ganas de saber qué era lo que iba a pasar a continuación cuando la terminara, lamentándose por tener que esperar un mes para leer más. Si se piensa en esta obra como una publicación por fascículos, la verdad es que creo que funciona bastante bien. Y eso que la gracia de la historia no es tanto que el lector desentrañe un misterio que ya sabe, como el que el resto de personajes descubran la verdad sobre la protagonista. Y para ello el autor se baje sabiamente de escenas y giros de guion realmente potentes y que, mientras leía, a mi me animaban a continuar con esta lectura. Y por supuesto, la prosa de Collins es depurada y elegante, incisiva en los recovecos psicológicos de los personajes sin perder por ello agilidad, a lo cual contribuyen sus diálogos lleno de vida y naturalismo. Pero cogiendo toda la obra como un único volumen que puede leerse de un tirón, sinceramente, creo que la cosa cambia un poco. En general, mientras leía, he tenido una fuerte sensación de acartonamiento en todos sus elementos. Creo que en esto contribuye a que la novela tiene algo de obra de teatro. El texto se organiza en tres partes, y al principio de los dos primeros hay una acotación a la manera de una obra de teatro en la que aparecen los personajes y escenarios que vamos a encontrar en ellas. Éstos escenarios prácticamente se limitan a una casa abandonada en un pueblo francés y a diferentes salas de Villa Mablethorpe, hogar de Lady Janet. Y cinco son los personajes que van a intervenir esencialmente en la lectura: Mercy, Grace, Lady Janet y sus dos protegidos, quienes acabarán enfrentados por el amor de Mercy; el sacerdote Julian Grey y Horace Holmcroft. La tercera parte es un epílogo que está articulado en diferentes cartas y fragmentos de diario, un recurso que Collins uso habitualmente en sus trabajos y que se puede encontrar en muchas obras literarias victorianas, y que aporta no poco realismo y agilidad a la lectura. Al igual que la inmensa mayoría de sus obras, “La Nueva Magdalena” tiene un fin didáctico y una fuerte carga de critica hacia la sociedad victoriana en la que vivió Collins, una visión y un fin esenciales en toda su bibliografía. Mercy Merrick es un personaje novedoso para la literatura victoriana, una mujer caída y despreciada por la sociedad, víctima del sistema sin tener la culpa de nada. Ella se convierte en la personificación por la que Coliins recrea las mil y una injusticia que se pueden encontrar entre los más desfavorecidos. Como siempre, el autor habla de una forma empática sobre los más desfavorecidos, condenando la pasividad de la sociedad inglesa, que permite que muchos de sus miembros, viva en pésimas condiciones laborales, se vean obligados para subsistir a caer en las más viles y humillantes situaciones, frente a una alta sociedad que, más alla de diferentes ayudas y actos beneficios, es totalmente indiferente a los padecimientos de sus semejantes, más preocupada por su honor y por mantener su estatus frente a una nueva clase social más humilde que les está comiendo terreno en lo político, social y económico. Y Collins también demuestra una visión compasiva hacia la mujer, reconociendo las dificultades sociales y laborales por las que tienen que pasar para tener una vida digna. Mercy es una mujer inteligente y educada, llena de recursos y habilidades. Pero su pasado le cierra todas las puertas a tener un trabajo digno o a ser querida y respetada. Los errores y las manchas en la biografía de una fémina siempre serán tratados con más suspicacia y rigor que los de un hombre. Collins es un escritor estupendo, por lo que me ha sorprendido encontrar que estos pocos elementos han sido manejados de una forma que me ha resultado que el libro se me quedaba muy corto. En más reseñas de libros suyos ya he hablado que tiene cosillas que no acaban de convencerme; como las situaciones que resultan demasiado forzadas, las coincidencias milagrosas, y los personajes excesivamente melodramáticos. Y en “La Nueva Magdalena” siento que no ha sacado todo el jugo posible a sus personajes pese a la forma vivaz y colorida con que los expone frente al lector, una de las característica que cuando la hace bien es una de las cosas que más me gustan de él. Pero aquí siendo que todos se quedan inscrito en tres o cuatro aspectos de su personalidad y que no se mueven de ellos, y me ha faltado más cercanía. Es cierto que todos ellos tienen personalidades que se hacen fácilmente reconocibles para el lector, a lo largo de las casi 400 páginas que tiene la obra la mayoría tienen arcos evolutivos muy interesantes y pintorescos. Pero a veces me han dejado la impresión de ser un poco prototípicos y de tener poco de novedosos u originales. No se puede negar, que la gran protagonista de la obra es quien mejor desarrollada está a nivel psicológico. Collins habla con empatía de ella, haciendo que el lector pueda comprenderla y perdonarla. A pesar de su oscuro pasado y de la decisión moralmente cuestionable moralmente de suplantar a Grace, es un personaje con el que se empatiza . Su culpa no es suya si no de un sistema social y benéfico que es ineficaz por no llegar a todos y por no saber darse a conocer entre las clases más humildes para quienes está pensado. Si ella ha caído en la mentira y el engaño es porque ha tenido una vida dura e injusta y es consciente de que merece un poco de felicidad y amor. El autor la representa como una auténtica Magdalena moderna, una mujer arrepentida que busca encontrar la felicidad y la paz espiritual y se esfuerza por ello, y que, pese a sus muchas virtudes, tiene también sus defectos. Eso permite que no se ma santifique, que tenga una personalidad más humana y cercana para el lector. Pero siento que Colina se esfuerza demasiado por convertirla en una víctima. Ni siquiera, cuando nos cuenta su historia personal, ella no tiene la más mínima culpa de nada. Todas sus desgracias se deben a la mala suerte y a los demás, incluso su belleza conspira contra ella para perjudicarla. Y en cambio, la gran antagonista de la historia, el reflejo oscuro de Mercy, Grace, es representada desde el principio como una persona cerrada de mente, egoísta y mezquina. Grace ha perdido a toda su familia, se ha criado sin un céntimo y se ha visto obligada a abandonar el país en el que se crio, Canada. Y encima es víctima de un obús alemán y sometida a una operación a vida o muerte, que la deja, inequívocamente, fuertes secuelas mentales. Y todo para encontrarse con que otra ha usurpado su lugar y su nombre. Desde el primer momento no encuentra ninguna compasión o empatía por prácticamente ninguno del resto de personajes por exigir que se le devuelva su identidad, de hecho produce repulsión instantánea en la mayoría de ellos. Es verdad que es un personaje que con sus actos contribuye a que caiga mal y que se ha e antipático por si mismo. Pero mientras leía, no me quitaba la sensación de que algo de derecho a estar enfadada y ser la mala malísima de la historia tenía, que sus actos algo justos eran.No me ha gustado eso de que se haya tenido que degradar a este personaje para hacer lucir mejor el heroísmo y la bondad de Mercy. Hubiera preferido que se hubiera trabajado el antagonismo entre ambas y sus diferencias desde una perspectiva más humana, con más matices. Qué al personaje de Grace se lo hubiera otorgado alguna característica que la redimiese creo que es habría dado más juego psicológico a la trama. Y lo mismo puedo decir de los dos personajes masculinos de la obra, Julian Grey y Horace Holmcroft. Desde el principio uno percibe que no hay color entre uno y otro, por más que en ese inicio se le otorguen ciertas cualidades positivas a Holmcroft. Para acabar, aunque creo que ya ha quedado claro que “La Nueva Magdalena” no va a pasar por una de mis obras favoritas de Wilki Collins, sí que recomiendo su lectura. Para mí no ha sido un libro desagradable de leer, ni mucho menos, habido momentos en los cuales la he disfrutado mucho. Es una obra de fuerte crítica social, plagada, de momentos impactantes, giros de guion y mucha intriga muy bien llevada. Todo es un sin vivir, que a mí personalmente me ha logrado enganchar bastante. Se puede encuadrar dentro de la suplantación de género, y lo hace desde una perspectiva muy humana, demostrando que el pertenecer a una clase social alta y tener dinero no te convierte, automáticamente, en una persona moralmente respetable. + Leer más |