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Críticas sobre Kentukis (37)
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sinoloveo_nololeo
 16 February 2023
En una futuro no muy lejano y no muy distópico los seres humanos conviven con los ‘kentukis'. Estos funcionan a modo de mascota robótica que es manejada por una persona desconocida. Mediante esta fórmula se puede elegir ser “amo kentuki” o “kentuki”. El kentuki, cual mascota te sigue en tu día a día y ofrece la posibilidad de no estar solo pero sacrificando para ello toda tu intimidad a alguien a quien no conoces.

Este contacto único y no renovable al que se accede con una clave y que permanece vigente mientras las pilas del aparato tengan carga es una metáfora de una desigualdad electiva entre ambos polos de la comunicación. En ese futuro distópico la sociedad se divide en las personas que deciden comprar el juguete de moda, exponiendo su casa y su día a día (en general, su vida) a un desconocido que toma la forma de un inofensivo animal, y en las personas que optan por el voyeurismo, pasando a una sumisión elegida que se mezcla con el placer de ir descubriendo los secretos de una persona real.
A la vez, la autora incluye a una serie de personajes secundarios que dan voz a las dudas que nos surgen a los lectores de este libro: la desconfianza por este nuevo invento, la indignación por el trato desigual de los amos y los kentukis, y las advertencias por los peligros que estas ‘mascotas' pueden acarrear.
El libro se estructura en una serie de historias de distintas personas alrededor del mundo y que aparecen de forma alternante. Los distintos personajes, amos y kentukis, están situados en aipei, Villa Hermosa (Oaxaca, México), Mendoza, Erfurt (Alemania), Antigua, Umbertide (Italia), Honningsvag (Noruega), entre otras. En todos ellos se nos describe su relación con el nuevo aparato, pero a la vez abarcan diversidad de asuntos personales: las relaciones familiares, las consecuencias de los conflictos de pareja, la soledad, las pulsiones eróticas, los celos y suspicacias.
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Yolib
 19 November 2022
La novela plantea muchas cuestiones actuales, sobre todo desde que prácticamente todos los seres humanos del planeta han introducido en sus vidas la comunicación a través de las redes sociales, o desde que en el mundo de hoy, la exposición de la vida de cada uno es continua, ya sea la real, o la deseada, como cuando se suben las fotos más seleccionadas a instagram.
Pero este relato trata de algo más ominoso, exprime esta realidad hasta conseguir que pensemos qué nos gustaría más, ser los que exponemos nuestra vida, pero sólo a una persona, o ser esa persona mirona en la vida de alguien desconocido.
En la realidad que plantea la novela, se han puesto de moda unos muñecos parecidos a los furbys, (esos peluches tecnológicos que hicieron furor en los 90), que se venden en todo el mundo, y son caros, 279 $, al mismo tiempo, también se venden las conexiones digitales que hacen funcionar al peluche, pero a cualquier otro usuario, en cualquier otro lugar, y son algo más baratas.
La novela tiene una estructura de capítulos muy cortos, que no están ni enumerados, ni titulados, es algo muy singular: alterna capítulos, cuando cambia de personajes y de lugar. He contado 35 y por ellos pululan personas de diferentes países, culturas, o clases y la propia historia decide quienes serán los protagonistas, es decir: hay 5 historias muy cortas que se acaban en 3 o 4 páginas, porque los kentukis se rompen, o los desconectan, o no se establece la relación adecuada, como en el primer relato de las 3 chicas que tienen un peluche justiciero y las amenaza por su mal comportamiento. O en la historia nº 7, en la que se compran 2 kentukis conejitos, para una residencia de ancianos y a los 10 minutos las conexiones se perdieron, o se pararon y la reflexión que hace el director de la residencia es muy sugerente: “Nunca se le había ocurrido a Eider, que había que pensar si sería digno de un electrodoméstico vivir con uno o no”
En los 30 capítulos restantes se desarrollan a su vez 5 historias, de las cuales 3 personajes tienen tarjetas con conexión, Emilia, Grigor y Marvin y otros 2 protagonistas son Kentukis, Alina con un cuervo y Enzo con un topo.
La autora escoge a esos personajes para mostrarnos sus reflexiones acerca de la soledad, de la falta de comunicación dentro de las familias, de no saber encontrar su lugar en el mundo como es el caso de Alina, o de lo sobrecogedor que puede llegar a ser la falta de regulación en el comercio tecnológico, de lo cual se aprovecha Grigor, montando a su vez un negocio y vendiendo sus 68 conexiones.
También, como no, de los peligros que todo eso encierra, como la estafa de dinero de la que es víctima el jovencísimo Marvin, la historia de abuso que Emilia cree observar en la vida de su kentuki, o cómo Grigor y Nicolina consiguen salvar a una niña secuestrada.
Terminé de leer el libro con una sensación molesta en la nuca, que aumentó cuando me fijé en el roomba, el aspirador que circula libre por la casa y que él solito se va a su base de carga cuando termina su programa. ¡Caramba Yoli, me dije el aspirador no es un kentuki! También me fijo en mi portátil, del que no me separo mucho a lo largo del día, o en mi Smartphone, del que no me separo nunca. Esos sí que pueden convertirse en kentukis. Esta novela da más de sí de lo que en principio se puede esperar de ella y cada lector puede llegar a muchas conclusiones.



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luisagayon
 16 November 2022
Son novelas que te quitan el aire." Kentukis lleva el concepto de la invasión a la intimidad a través de la tecnología a otro nivel. Imagínate que el furby que compraste es en realidad una persona que está conectada desde su casa viendo todo lo que haces. Tú decides si ser kentuky o ser su amo (si observas o te observan). Claro, es una reflexión sobre lo solos que estamos y esta tecnología reemplaza emociones que antes se daban naturales y todas las consecuencias de esto.
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ornito
 20 December 2021
MI LIBRO FAVORITO DEL 2021.

Encontré este título un día como propaganda en facebook, o instagram, no me acuerdo muy bien, la verdad. Lo que sí tengo presente es que vi la portada de paso y seguí de largo, para menos de un segundo después volver para mirarla mejor.

Sí, me había llamado la atención, pero me agarró desprevenida.

Me quedé ahora sí, un ratito largo mirando la portada, teniendo un vago recuerdo de Cementerio de Animales y cuestionándome por qué alguien le pondría de título a su libro como el plural (y mal escrito) de una cadena de restaurante de pizzas.

Picada por la curiosidad fui a buscar una sinopsis que me explique un poco mejor qué es lo que estaba pasando. El buen pana Google hizo lo que tenía que hacer y yo, por otro lado, leí lo que tenía que leer.

Me quedé imbécil, porque no entendí absolutamente nada. En mi mente se dibujó una secta, pero tampoco sabía bien por qué. Carecía de sentido la correlación entre palabras y así como entré a la página preguntándome «¿De qué se trata?», salí de la misma forma.

Y entonces dije: LO NECESITO.

Leer más de un libro al mismo tiempo no es de mis actividades favoritas, no lo hago a no ser que sea muy necesario o que necesite un break de tal historia, aun así, si un nuevo libro se interpone, no vuelvo a agarrar el primero hasta terminar con el infiltrado. ¿Me estoy enredando mucho? Puede que sí.

La cosa es que no me resistí más, no había terminado Demian y dije «Voy a leer solo la primera frase de Kentukis, solo para saciar las ansias y listo». Madre de dios qué mala idea. Samanta no encontró una mejor frase para iniciar su narración, puso en la sinopsis y en aquella primera frase tanta incertidumbre que te atrapa desde el primer momento.

Terminé leyendo todo el primer párrafo, porque al final la primera oración no fue suficiente, cuando me di cuenta el primer párrafo tampoco me estaba calmando así que seguí con el siguiente. de repente mis dedos estaban en la punta de la página, a punto de pasarla. Y me frené. Si yo llegaba a dar vuelta esa página no iba a poder parar hasta terminarlo. Lo sabía. ¡Y solo había leído el principio! Me contuve. Usé una fuerza de voluntad enorme (una que al parecer tengo pero se hace inútil para las cosas importantes de la vida) y seguí con Demian, lo terminé, suspiré y me acuerdo también que dije que quería esperar un poquito a empezar con otra cosa porque ese libro realmente para mí significó algo. Pero la fuerza de voluntad aparentemente viene con una única muestra gratis cada cierto tiempo, después hay que pagar. Y para quienes no saben, estoy bastante pobre. Por lo tanto, apenas ese pensamiento se concluyó en mi cabeza, solté un libro y fui a correr atrás del otro como si me estuviesen ofreciendo el boleto ganador de la lotería como si no tuviese que pagar un impuesto a las ganancias.

Empecé otra vez, la primera oración, el primer párrafo, el segundo, el tercero y la primera hoja. Pasé página. Pasé página otra vez y pasé página otra vez. Terminó el primer capítulo y dije «¿Qué carajo acabo de leer? ¿Y por qué sigo sin entender nada?».

Gente, me estaba encontrando ante una tremenda joyita y todavía no me daba cuenta.

Déjenme, les explico.

Tal y como nos cuenta la sinopsis, los kentukis no son robots, ni fantasmas, ni mascotas, y no están en tu casa, pero están.

Los kentukis son unos aparatitos bastante tiernos, que tienen la forma de animalitos, los compras en el chino, en la tienda de regalos, en el bazar, en el supermercado, vos podés elegir el que más te guste. Hay conejos, dragones, cuervos, topos, entre tantos modelos más. Son básicamente peluches con ruedas y un sistema de carga en el interior, por supuesto vienen con su correspondiente cargador. Y estos peluches, gracias a sus rueditas, se mueven solos por la casa, parpadean, hacen ruiditos y se comunican como pueden. ¿Por qué? Porque detrás de toda esa superficie de ternura existe una persona del otro lado del mundo manejándolo. Los ojitos de esos bichos son una cámara, y a quien quiera que lo esté manejando, tiene en su pantalla de la computadora, tablet o teléfono tu viva imagen de lo que estás haciendo en tiempo real.

¿Y esto es ilegal? Por supuesto que no. Existe un contrato tácito entre kentuki y amo. El kentuki es quien decida comprar una tarjeta de usuario para pasársela detrás de una pantalla observando la vida de alguien más, amo es quien compra su muñequito en la tienda más cercana, lo enciende y lo trata como mascota y/o amigo.

La única condición que existe es que nadie puede elegir. El kentuki no puede elegir quién o qué parte del mundo le va a tocar, y el amo no puede elegir quién va a tener acceso a su casa. Así que sí, quien te esté mirando puede ser un pervertido; un niño de 7 años; o un ser humano decente que hasta puede convertirse en tu amigo de la vida real. Y lo mismo pasa del otro lado, el kentuki puede comenzar a vivir en Miami a través de los ojos del muñequito que maneja con las flechas del teclado, pero resulta que puede ser el regalo de cumpleaños de un infante que lo golpea; puede caer en una casa donde hay un perro que no deja de perseguirlo; quizá se convierte en la compañía cotidiana de algún ser humano que vive solo; o puede quedar en el medio de una casa desolada en la que no pasa absolutamente nada.

A través de esta “forma de vida” o “avance tecnológico” salen disparadas consecuencias tan distintas que es inevitablemente fascinante leer cada una de ellas. Entre amo y kentuki puede generarse un vínculo precioso y hasta pueden inventar juntos un idioma o una manera de comunicarse entre ellos. En esta historia tenemos la posibilidad de ver la vida a través de distintos personajes, pueden ser ellos kentukis o amos. Conocemos la sensación que tienen con la compañía de aquella otra persona del otro lado, las amistades que pueden surgir entre kentukis si llegan a conocerse entre ellos, los motivos por los que la gente se convierte en kentukis o amos. Incluso el provecho que saca la gente con esta nueva tecnología, porque siempre existen, los que los aman y a quienes les desagradan completamente. Las distintas historias que pueden (o no) llevar a cada uno a elegir ser uno u otro. Hay historias que te llegan al corazón, otras que te desesperan porque no hay nada que se pueda hacer y otras que te parten el alma porque junta ambos conceptos. Llega a ser hermoso como horrible, y cuando menos te das cuenta te estás cuestionando en cuál de los dos bandos estarías si esto algún día llegara a ser verdad.

Pero al final del día nunca hay que olvidar que quien está del otro lado no es una mascota o un amo, sino una persona. Se pueden ofender, pueden ser vengativos, pueden estar en desacuerdo y ellos sí pueden hacer algo, tanto amo como kentuki tienen cierto poder sobre la otra persona que no se puede evitar, y es algo que uno acepta al comprar uno o al abrir el servidor por primera vez.

Cuando terminé, la última oración se me quedó grabada en la cabeza, dejándome en blanco, de la misma forma que lo hizo la primera oración del libro. Pero esta vez la incertidumbre tuvo un sabor amargo. Primero, porque no hay nada que pueda calmar mi razón de ser porque no existe un capítulo siguiente; segundo, porque devolvió toda esa desesperación de no poder hacer nada como lo había logrado con el resto de las historias; y tercero, porque fue un golpe seco, duro y sin anestesia a la realidad. Y simplemente hay que vivir con eso.
Enlace: https://ornellassx7.wixsite...
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pasiondelalectura
 11 December 2021
Kentukis es una novela-fábula sobre la interfase máquina/humanos. Los kentukis son unas máquinas/peluche sobre ruedas y con formas de mascotas como pandas, conejos, cuervos, topos, etc. Los peluches están condicionados para ir solos al cargador cuando baja la energía. La energía la usa la máquina para filmar en permanencia lo que ven los ojos del peluche.
Esta máquina causa furor y se pelean por obtenerla por un puñado de dólares, con una producción más o menos fraudulenta a nivel planetario.
La máquina la monitorea a distancia el comprador de una tarjeta que dará imágenes en directo sobre el ordenador, a veces de un continente a otro…
El peluche sigue a las personas por toda la casa filmando en directo todo lo que ve, pero no se puede parar la máquina, sino cuando se agota la energía o cuando el detentor está tan harto que la rompe a mazazos o la tira por la ventana…
O sea, que tenemos un juego de voyerismo/exhibicionismo instalados según el lado por el cual mirar.
Como en otras textos de esta singular y brillante escritora argentina, el ambiente es denso, pesado e incluso malsano. En esta novela anduve algo perdida con la profusión de personajes e historias que se entrecruzan.

Aquí tenemos, bien expuestas, las posibles derivas del mundo numérico que nos inunda.
¿No es un juego perverso el incorporar en su intimidad una máquina programada para mirar? Hay que sentir demasiada soledad o incomunicabilidad para caer en esta necesidad.

Un libro de concepción inteligente, actual, con la buena prosa de la escritora Schweblin, pero por momentos la estructura me pareció complicada con algunos personajes carentes de profundidad.
Enlace: https://pasiondelalectura.wo..
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El_literal
 02 December 2021
Para mi gusto una lectura de corte minimalista, donde no llegan a suceder muchas cosas verdaderamente interesantes o por lo menos que atrapen al lector o que le permitan "devorar" el texto de alguna forma.
Es un libro con un lenguaje, a veces, muy local, y otras veces, muy moderno y técnico.
La autora maneja un estilo narrativo que conduce al lector por una serie de meditaciones y pensamientos, además de una extraordinaria capacidad de ilustrar espacios y desfigurar o desdibujar de alguna manera ciertos espacios que creemos inofensivos.

Un libro con una trama absolutamente innovadora, que nos hace pensar mucho y que en algunos casos llega a incomodar la idea de un futuro similar al que la autora plantea. Un futuro donde la privacidad y la otredad son dos conceptos absolutamente inexistentes y corruptibles.
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aguakte_verdekaki
 23 October 2021
Los Kentukis, son unos peluches-robots-mascotas mecanizadas con forma de animal (un cuervo, un topo, un conejo..), con ruedas en la base y una cámara en sus ojos.

En la novela siempre hay un observador y una persona observada. Quien lo compra, que sería la persona observada, sabe que el robot va a deambular por su domicilio, va a conocer sus hábitos y su rutina hasta donde él/ella decida que quiere que vea el otro. El observador, que ha comprado una especie de licencia, maneja al robot desde un dispositivo electrónico. Ambos, son totalmente desconocidos. Uno puede estar en Berlín y el otro en Vancouver. No hay comunicación alguna a priori.

Aunque el planteamiento parece un poco bizarro porque cuesta entender quién estaría dispuesto a abrir su intimidad a dicho nivel y quién estaría dispuesto a observar la vida ajena a modo Gran Hermano, según iba leyendo, he sentido que no se alejaba demasiado de nuestra realidad, de lo que ocurre con las redes sociales. Éstas nos permiten justo esto, observar y ser observados.

De una forma muy creativa, la autora habla de como buscamos combatir la soledad con las redes sociales, siendo inicialmente refugio de algo que posteriormente se convierte en aislamiento. Trata la sobreexposición de la vida personal y como el creernos conectados a las redes, en realidad nos hace estar muy desconectados de nosotros mismos y del mundo real.
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mylittlebookshelf
 06 October 2021
Los kentukis no son mascotas, ni fantasmas, ni robots. Son ciudadanos reales, y el problema —se dice en las noticias y se comparte en las redes— es que una persona que vive en Berlín no debería poder pasearse libremente por el living de alguien que vive en Sídney; ni alguien que vive en Bangkok desayunar junto a tus hijos en tu departamento de Buenos Aires. En especial, cuando esas personas que dejamos entrar a casa son completamente anónimas.
No sabía a lo que iba a enfrentarme con esta novela, y me ha sorprendido. Una historia que hace que nos planteemos nuestra relación con la tecnología y en mi caso también lo que mostramos o dejamos de mostrar. No sabemos quién está al otro lado, para bien o para mal.
Me ha gustado la manera que la autora nos cuenta las distintas historias de los kentukis, y es muy recomendable.
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Dayra_JL
 29 April 2021
Un libro que a través de relatos nos permite seguir la vida de diferentes personas alrededor del mundo, con las cuales descubriremos algunas cuestiones como el abuso de la tecnología, la necesidad de confrontar la soledad y sentirse acompañados. ⠀

Los relatos son en su mayoría cortos y nos dejan un mensaje en común “La tecnología no es buena ni mala, lo importante es como lo utilicemos” vemos como usadola de manera justa puede traer alegría a alguien y como algo inofensivo puede convertirse en algo triste o malvado. Podemos llegar a pensar que son cosas muy extremistas, pero lo cierto es que son situaciones que están pasando hoy en día o pueden pasar.⠀

El único problema es que con algunos relatos sentí que eran demasiado cortos o quedaban incompletos, otros los sentí algo densos, pero si diría que me ha gustado la idea del libro y que a través de esa conexión amo y Kentukis pusiera en consideración y dejará a nuestro reflexionar el ¿será que somos capaces de llegar a tanto? ¿Qué es lo realmente importante?
Enlace: https://www.instagram.com/p/..
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juanferbooks
 27 April 2021
Este libro tiene una historia especial. Hace parte de la lectura conjunta del #reto12autoras.
Si no fuera por esto quizá nunca lo habría comenzado. Pero el reto me hizo comenzarlo y seguir adelante a pesar que al principio no lo entendí.
La primer historia de Robin, Amy y Katia, por supuesto, atrapa, es irresistible. Luego vienen Emilia, Alina, Marvin, me gustaron pero comencé a sentir que las historias quedaban inconclusas y esa sensación de misterio sin resolver no me llenaba, así que el libro me fue aburriendo y muchas veces me dormí leyéndolo. Comencé a creer que todo el libro serían cuentos cortos inconclusos.

Sin embargo, gracias al reto continúe y logré darme cuenta que varias historias seguían más adelante. Así que hice mi propio índice de las historias (al libro le falta este índice que agradeceríamos los lectores) y comencé a leer cada historia saltando por el libro hasta completarlas y leer todas y cada una de ellas. Esta es una de las cosas que me encantan de los grupos de lectura y de las lecturas conjuntas, te obligas a seguir y eso te da la oportunidad de descubrir textos increíbles que quizá hubieras abandonado de otra forma.

Ahora pienso que este libro es una joya, te hace pensar, te enfada, de pone triste, tiene rasgos de ternura, suspenso, horror. Hay una crítica al interior del libro muy interesante para discutir en grupos de lectura o en eventos sobre la tecnología y las redes sociales. Así que finalmente el libro me encantó!!!
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Novela de ciencia ficción, escrita por Richard Matheson, en 1975 se titula: "En algún lugar del _________"

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