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Crítica de ornito


ornito
20 December 2021
MI LIBRO FAVORITO DEL 2021.

Encontré este título un día como propaganda en facebook, o instagram, no me acuerdo muy bien, la verdad. Lo que sí tengo presente es que vi la portada de paso y seguí de largo, para menos de un segundo después volver para mirarla mejor.

Sí, me había llamado la atención, pero me agarró desprevenida.

Me quedé ahora sí, un ratito largo mirando la portada, teniendo un vago recuerdo de Cementerio de Animales y cuestionándome por qué alguien le pondría de título a su libro como el plural (y mal escrito) de una cadena de restaurante de pizzas.

Picada por la curiosidad fui a buscar una sinopsis que me explique un poco mejor qué es lo que estaba pasando. El buen pana Google hizo lo que tenía que hacer y yo, por otro lado, leí lo que tenía que leer.

Me quedé imbécil, porque no entendí absolutamente nada. En mi mente se dibujó una secta, pero tampoco sabía bien por qué. Carecía de sentido la correlación entre palabras y así como entré a la página preguntándome «¿De qué se trata?», salí de la misma forma.

Y entonces dije: LO NECESITO.

Leer más de un libro al mismo tiempo no es de mis actividades favoritas, no lo hago a no ser que sea muy necesario o que necesite un break de tal historia, aun así, si un nuevo libro se interpone, no vuelvo a agarrar el primero hasta terminar con el infiltrado. ¿Me estoy enredando mucho? Puede que sí.

La cosa es que no me resistí más, no había terminado Demian y dije «Voy a leer solo la primera frase de Kentukis, solo para saciar las ansias y listo». Madre de dios qué mala idea. Samanta no encontró una mejor frase para iniciar su narración, puso en la sinopsis y en aquella primera frase tanta incertidumbre que te atrapa desde el primer momento.

Terminé leyendo todo el primer párrafo, porque al final la primera oración no fue suficiente, cuando me di cuenta el primer párrafo tampoco me estaba calmando así que seguí con el siguiente. de repente mis dedos estaban en la punta de la página, a punto de pasarla. Y me frené. Si yo llegaba a dar vuelta esa página no iba a poder parar hasta terminarlo. Lo sabía. ¡Y solo había leído el principio! Me contuve. Usé una fuerza de voluntad enorme (una que al parecer tengo pero se hace inútil para las cosas importantes de la vida) y seguí con Demian, lo terminé, suspiré y me acuerdo también que dije que quería esperar un poquito a empezar con otra cosa porque ese libro realmente para mí significó algo. Pero la fuerza de voluntad aparentemente viene con una única muestra gratis cada cierto tiempo, después hay que pagar. Y para quienes no saben, estoy bastante pobre. Por lo tanto, apenas ese pensamiento se concluyó en mi cabeza, solté un libro y fui a correr atrás del otro como si me estuviesen ofreciendo el boleto ganador de la lotería como si no tuviese que pagar un impuesto a las ganancias.

Empecé otra vez, la primera oración, el primer párrafo, el segundo, el tercero y la primera hoja. Pasé página. Pasé página otra vez y pasé página otra vez. Terminó el primer capítulo y dije «¿Qué carajo acabo de leer? ¿Y por qué sigo sin entender nada?».

Gente, me estaba encontrando ante una tremenda joyita y todavía no me daba cuenta.

Déjenme, les explico.

Tal y como nos cuenta la sinopsis, los kentukis no son robots, ni fantasmas, ni mascotas, y no están en tu casa, pero están.

Los kentukis son unos aparatitos bastante tiernos, que tienen la forma de animalitos, los compras en el chino, en la tienda de regalos, en el bazar, en el supermercado, vos podés elegir el que más te guste. Hay conejos, dragones, cuervos, topos, entre tantos modelos más. Son básicamente peluches con ruedas y un sistema de carga en el interior, por supuesto vienen con su correspondiente cargador. Y estos peluches, gracias a sus rueditas, se mueven solos por la casa, parpadean, hacen ruiditos y se comunican como pueden. ¿Por qué? Porque detrás de toda esa superficie de ternura existe una persona del otro lado del mundo manejándolo. Los ojitos de esos bichos son una cámara, y a quien quiera que lo esté manejando, tiene en su pantalla de la computadora, tablet o teléfono tu viva imagen de lo que estás haciendo en tiempo real.

¿Y esto es ilegal? Por supuesto que no. Existe un contrato tácito entre kentuki y amo. El kentuki es quien decida comprar una tarjeta de usuario para pasársela detrás de una pantalla observando la vida de alguien más, amo es quien compra su muñequito en la tienda más cercana, lo enciende y lo trata como mascota y/o amigo.

La única condición que existe es que nadie puede elegir. El kentuki no puede elegir quién o qué parte del mundo le va a tocar, y el amo no puede elegir quién va a tener acceso a su casa. Así que sí, quien te esté mirando puede ser un pervertido; un niño de 7 años; o un ser humano decente que hasta puede convertirse en tu amigo de la vida real. Y lo mismo pasa del otro lado, el kentuki puede comenzar a vivir en Miami a través de los ojos del muñequito que maneja con las flechas del teclado, pero resulta que puede ser el regalo de cumpleaños de un infante que lo golpea; puede caer en una casa donde hay un perro que no deja de perseguirlo; quizá se convierte en la compañía cotidiana de algún ser humano que vive solo; o puede quedar en el medio de una casa desolada en la que no pasa absolutamente nada.

A través de esta “forma de vida” o “avance tecnológico” salen disparadas consecuencias tan distintas que es inevitablemente fascinante leer cada una de ellas. Entre amo y kentuki puede generarse un vínculo precioso y hasta pueden inventar juntos un idioma o una manera de comunicarse entre ellos. En esta historia tenemos la posibilidad de ver la vida a través de distintos personajes, pueden ser ellos kentukis o amos. Conocemos la sensación que tienen con la compañía de aquella otra persona del otro lado, las amistades que pueden surgir entre kentukis si llegan a conocerse entre ellos, los motivos por los que la gente se convierte en kentukis o amos. Incluso el provecho que saca la gente con esta nueva tecnología, porque siempre existen, los que los aman y a quienes les desagradan completamente. Las distintas historias que pueden (o no) llevar a cada uno a elegir ser uno u otro. Hay historias que te llegan al corazón, otras que te desesperan porque no hay nada que se pueda hacer y otras que te parten el alma porque junta ambos conceptos. Llega a ser hermoso como horrible, y cuando menos te das cuenta te estás cuestionando en cuál de los dos bandos estarías si esto algún día llegara a ser verdad.

Pero al final del día nunca hay que olvidar que quien está del otro lado no es una mascota o un amo, sino una persona. Se pueden ofender, pueden ser vengativos, pueden estar en desacuerdo y ellos sí pueden hacer algo, tanto amo como kentuki tienen cierto poder sobre la otra persona que no se puede evitar, y es algo que uno acepta al comprar uno o al abrir el servidor por primera vez.

Cuando terminé, la última oración se me quedó grabada en la cabeza, dejándome en blanco, de la misma forma que lo hizo la primera oración del libro. Pero esta vez la incertidumbre tuvo un sabor amargo. Primero, porque no hay nada que pueda calmar mi razón de ser porque no existe un capítulo siguiente; segundo, porque devolvió toda esa desesperación de no poder hacer nada como lo había logrado con el resto de las historias; y tercero, porque fue un golpe seco, duro y sin anestesia a la realidad. Y simplemente hay que vivir con eso.
Enlace: https://ornellassx7.wixsite...
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