Un amor

Un amor era un eterno pendiente en mi estantería, parecía que nunca le llegaba su momento. El estreno de la película basada en el libro y el empezar a oír cosas sobre ella precipitó finalmente su lectura. Y no puedo estar más feliz de haberlo hecho. Me encanta la forma de escribir de la autora, directa, certera, descriptiva en escasas palabras.

El otro día leí que la autora decía que Nat era uno de los personajes femeninos más odiados de la literatura reciente en español, y que cómo es que Isabel Coixet se animaba a retratarla. Pues bien, yo he empezado queriéndola, deseando que se rebelara, pero he acabado detestándola un poquito. Cómo consigue eso Sara Mesa en tan pocas páginas solo puede ser un claro signo de su maestría con las palabras.

Un amor es una lectura desasosegante, incómoda (por lo real que podría ser), difícil por momentos, que te hace reflexionar acerca del efecto grupo, de los constructos sociales que se mantienen aún en zonas rurales apartadas del mundo (quizás también en “el mundo” en general). Es una novela que o bien la odias o bien la amas. Yo me declaro fan, estoy en el grupo de amantes de todo lo que escribe esta mujer.

Ahora me toca ver la película, que no sé yo si me convencerá, por lo que he oído. Por ahora me quedo con Nat y con el alemán y sus luces y sombras, con la lectura, en la que no todo es blanco ni negro.

¿Y tú? ¿Eres team Sara Mesa?

Menos amor, Sara Mesa incluye todo tipo de sentimientos en esta novela. Soledad, desesperación, desesperanza, miedo, angustia...

No sabemos cómo llega Nat hasta La Escapa, ni por qué. Ella lo explica a lo largo de la historia, pero no conocemos su historia previa, así que es difícil construir su carácter antes del que leemos en la novela. En La Escapa, Nat se escapa, se pierde, intenta encontrar algo e intenta seguir viviendo, sea eso lo que sea. El entorno que la rodea es amargo, en general. Gente desconcertante, que ella no entiende y a la que parece que juzga.

Mesa borda las sensaciones que genera su texto, corto y conciso. Para qué alargar más la historia. Seguiremos estando igual de solos cuando acabe.

Hace unos días, rescaté de mi lista de lecturas pendientes Un amor, de Sara Mesa, publicada por la editorial Anagrama, en 2020, hasta entonces siempre postergada por otras lecturas ante el recelo que siento, de entrada, hacia las obras alabadas, todas a una, por la prensa. No suelo coincidir, o a lo mejor es un problema de las expectativas que me crea tanto excelso halago para después convertirse en decepción. Pero, en septiembre, leí que Isabel Coixet llevaría la adaptación al cine y que la escritora Laura Ferrero había colaborado en el guion, así que decidí darle una oportunidad. En esta ocasión, me alegro de haberlo hecho.

El argumento gira en torno a Nat, una mujer que por un incidente abandona su trabajo y su vida en la ciudad, para trasladarse a vivir a una casa, en el campo, desde donde puede trabajar en la traducción de un libro que le han encargado. Como compañía solo tiene a un perro, Sieso, que le han cedido, pero que no ha elegido.

La obra, no muy extensa —192 páginas—, se divide en tres partes: la llegada de Nat al pueblo y los vínculos con sus habitantes, la relación amorosa que establece y, la tercera, aceptación de cierto acontecimiento y nuevo comienzo. Y aunque pudiera leerse en un rato, es de las obras que requieren tiempo para digerirlas.

Escrita en tercera persona mediante un narrador equisciente —la propia Nat—, por lo que sabemos lo que ella piensa, lo que siente, lo que percibe con sus cinco sentidos. Una protagonista a la que es difícil tender la mano, porque difícilmente sería aceptable su actitud en la vida real, al igual que esa forma indolente, enfermiza y tóxica de pensar. Y a pesar del rechazo que genera la protagonista, tengo que reconocer que Sara Mesa ha sabido construir un personaje fantástico. La voz literaria es única y muy potente, no hay ruido que distraiga al lector. Además, es una historia carente de diálogos, donde nuestra opinión sobre el resto de los personajes está sesgada por la mirada de Nat; es ella quien interpreta los silencios, sus actitudes y quien da el sentido a las escasas frases que intercambia con ellos.

Otro aspecto que destacar en la novela es la ambientación espacial elegida por la autora. Nat lo deja todo para irse a una casa necesitada de reformas, con goteras —como su propia vida—, con un casero abusón y desagradable, y ubicada en un pequeño pueblo, apartado de la civilización, que se llama —irónicamente— La Escapa; porque de ahí solo se puede sentir deseos de escapar. Huir de un entorno opresivo que se vuelve por momentos más claustrofóbico. El pueblo va empequeñeciéndose según aumenta la hostilidad de los vecinos. Y el tiempo… imposible tener noción de este, por el modo de narrar; podrían haber pasado días, semanas, incluso meses. Como lectora, no lo supe hasta que llegué a un párrafo que parecía estar dedicado a mí.

Y ese ambiente insólito y oscuro parece trasladarse al interior de la protagonista cuando, de forma inesperada, se enamora. Aquí no se trata del amor sano, generoso, cómplice que cabría esperar; todo lo contrario. Es un sentimiento obsesivo, compulsivo, tan perturbador desde el punto de vista emocional como físico.

Todos los aspectos hasta ahora comentados en relación con los personajes, el ambiente, el narrador, la falta de comunicación, etc., ayudan a crear una atmósfera opresiva tan lograda que repercute en el ánimo del lector. En mi caso, sentí desazón por la forma de pensar y el proceder de la protagonista, por la actitud del resto de los habitantes del pueblo, incluso por las reacciones del perro. Leí sin imaginar hacia dónde conduciría todo aquello o cual sería la moraleja final, si es que había alguna. El desenlace me pareció sencillo y abierto a interpretaciones. Yo me quedé pensando que el estado anímico y la actitud con la que afrontamos la vida afecta al sentido que damos al lenguaje y a las decisiones que tomamos: unos veremos luminosidad, donde otros —como Nat— ven oscuridad y vacío.

Considero que en Un amor, Sara Mesa hace alarde de un estilo pulcro y preciso, con el que crea una atmósfera opresiva que deja huella. Una lectura que nos hace reflexionar sobre los límites de nuestra propia moralidad.
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Me ha dejado sentimientos encontrados. Por un lado he padecido muchísimo por la situación de la protagonista. He sentido su angustia, su dolor y su no saber que hacer. Pero a la vez me ha parecido interesante ese descenso a los infiernos de Nat.

Creo que es una novela corta para reflexionar sobre el amor, o incluso dependencia o idealización. Con una protagonista rodeada de "antagonistas" en un entorno salvaje que la diluye y la devora por completo.

Nata, la protagonista, decide huir a un pequeño pueblo después de un incidente en su anterior trabajo. La novela nos cuenta los sucesos y sobre todo relaciones que Nata entabla en el pueblo. Un lugar en que la red que teje la comunidad atrapa a todo aquel que forma parte de ella impidiendo que nadie pueda ser realmente libre.
Qué bien domina la situación Sara Mesa. A través de una prosa certera y de quirúrgica precisión nos mete de lleno en un ambiente desagradable y opaco. Un territorio donde nada es transparente y donde la multitud de capas que cubren la realidad hacen imposible que atisbemos algo sincero, algo auténtico. Qué personajes más desagradables, todos sin excepción. En román paladino: ¡vaya panda de capullos! Todos ocultan algo. Mejor dicho, todos ocultan todo. Ni con la protagonista he logrado empatizar. Quizás soy demasiado cartesiano para intentar entender alguna de sus decisiones. Y el mérito de Sara Mesa es lograr contarnos todo esto de forma magistral. En otras manos hubiera sido una lectura muy desagradable.

Esta novela refleja a la perfección lo poco que una persona puede llegar a quererse. de ahí que "Un amor", ese título que tiene, sea desconcertante. Leí en un articulo que era buscado.

Nat es una joven traductora que se traslada a vivir a La Estepa y convive con unos vecinos quizá, algo distantes; muy suyos, como suele ser la gente de pueblos pequeños, aunque ninguno (o casi ninguno) autóctono.

La historia es sencilla, narra cómo se instala la protagonista a un lugar así. Y, tengo que decir, que no todo es tan relajante. Hay cosas feas y sórdidas, injusticias, pero sobre todo muchos pensamientos. Nat le da muchas vueltas a las cosas y la autora hace de lujo su oficio de moldear algo tan abstracto como lo es una idea y darle tal dimensión que casi pueda ser palpada.  En ese sentido me ha encantado la soltura de sus descripciones.

Curiosa narrativa, por ella le he dado tres estrellas de valoración que, para mí, es muy bueno. Nunca había leído una novela en la que, no sólo habla en tercera persona, sino que escribe en estilo indirecto prácticamente todos los diálogos, muy interesante y ágil de leer. Ahora, lo que es la trama y sobretodo, el personaje principal, me ha resultado un desquicie total.

Es una novela que envuelve y te acerca mucho a la protagonista, a sus pensamientos, a lo que siente. Precisamente por eso, resulta en un personaje totalmente tóxico consigo mismo, neurótico, que ahogada en una soledad interior que la arrastra sin rumbo, parece que no logra darse voz ante los demás, incapaz de tomar decisiones que la dignifiquen.

Me ha parecido un personaje lamentable, pero al mismo tiempo, estas historias sobre nadie, sobre imperfecciones e incertidumbre, siempre me atrapan.


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En la obra la protagonista supongo que trata de esconderse, refugiándose en el incómodo útero de una descuidada casa de campo, que la sitúa en el reino de los instintos primigenios y básicos. Allí nos damos cuenta de que nada es lo que parece o cómo ella interpreta.

Nat es traductora de profesión, pero no logra acabar la traducción que está haciendo, del mismo modo que tampoco entiende a la gente que la rodea. Es paradójico, pero la novela muestra una serie de personajes que no hablan el mismo idioma, como se lo indica la anciana que a veces cuida. Eso produce hostilidad, a veces directa como es el caso del casero, otras veces encubierta.

El espacio y la ambientación en sí producen tensión e incomodidad, lo cual le confiere al libro tiene ese sabor de terror psicológico, su punto más fuerte.
A ello, hay que sumarle esos personajes que se acercan y, de pronto, actúan con una violencia que Nat vive como muy directa.

La relación entre Sara y Andreas al principio me recordó a la que hay entre Ada y Baines de “El piano”, pero nada más lejos. Aquí no hay amor verdadero.

No entendemos a los personajes tan hoscos, pero tampoco a Nat, que se refugia en el campo huyendo de algo. Cuando nos cuenta la relación con la amiga que la abandona, sabemos que lleva toda la vida buscando que le regalen amor y huyendo, supongo que del dolor.
Al final, nos da la sensación de que Nat cambia, pero no estoy segura de que sea así, aunque tampoco creo que sea necesario. Lo que me llama la atención de ella es su incapacidad de adaptarse. Se va a otra casa, pero en cierto modo sigue en el mismo lugar por mucho que en el final nos trata de transmitir que ha dado un rodeo para llegar a algún sitio. No estoy tan segura porque también esperaba que ella fuese capaz de hacerse con Sieso, al que quería adiestrar, pero no lo consigue, al que quería encontrarle un nombre definitivo, pero nunca llega a hacerlo.

Es un libro fantástico para ser llevado al cine porque muchas de las escenas son muy fotogénicas.

Me ha gustado.
Es un libro con un argumento que al.principio parece una historia de tantas, y poco a poco te vas dando cuenta de que no es así.
Los protagonistas hacen cosas inesperadas pero que acaban pareciendo normales, y lo mismo le pasa a los acontecimientos.
Es convertir en normal algo que no debería serlo, y hacerlo muy bien.
la novela engancha y te introduces en ella disfrutando de su lectura.
Recomendable.

Nat, una chica joven, se instala en una pequeña localidad rural con la perspectiva de trabajar de forma autónoma como traductora. Allí alquila una casa por un precio muy económico, pero con un casero extremadamente desagradable. Poco a poco, Nat va conociendo a los pocos vecinos que hay y se va haciendo a la vida en La Escapa.

Empezando por la protagonista de esta historia, Nat actúa de una forma bastante extraña. Es tímida y reservada, parece que le cuesta relacionarse y da la sensación de que necesita ayuda psicológica por la salud mental que refleja. Se deja arrastrar por la gente de su alrededor, le falta personalidad y transmite soledad y depresión. Los vecinos no ayudan en absoluto. Son personas antipáticas y nada hospitalarias.

El entorno creado por Sara Mesa en este libro es asfixiante. Pocas veces me he sentido de tal manera con un libro. Cada vez que pasaba una página, me sentía tensa, abrumada, como si me faltara el aire; el ambiente que se respira en esa pedanía es claustrofóbico. Todo lo que pasa, la angustia de lo que ocurrirá después, la perspectiva con la que Nat ve las cosas… En este sentido, le doy un 10 a la autora porque su narración me ha parecido magistral al transmitir este tipo de sensaciones no tan comunes y difíciles de llegar al lector. El lenguaje que utiliza me parece exquisito y, de hecho, creo que es el fuerte de esta novela.

No obstante, no es un libro que haya disfrutado. No he conectado en ningún momento con la protagonista, hasta me cabreaba con ella por no salir y escapar de ese ambiente tan sumamente turbio. Si hay algo que me ha quedado claro es que Un amor no es un libro para hacer feliz a nadie, está hecho para producir incomodidad y desagrado.
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