Una novela muy bien escrita, con personajes bien desarrollados, en la que el paisaje y las atmósferas se convierten en verdaderos protagonistas. La autora tiene una maestría abrumadora a la hora de sumergirnos sin contemplaciones en la atmósfera opresora y agobiante de un pueblo de interior donde las miradas y las lenguas afiladas se esconden acechantes detrás de cada página. Con un final extraño y original que no deja indiferente y que nos hace reflexionar muchos días después de acabar la lectura acerca de las complejidades de la mente y el espíritu humano y la eterna búsqueda de uno mismo. Sin embargo, el final me decepciona frente a un inicio brillante y una trama que engancha. Hay detalles que me han parecido simplemente absurdos, como el motivo por el que se mudó al pueblo. Creo que se entendería más la bajísima autoestima y gran inseguridad de la protagonista si se ahondase más sobre su pasado. El personaje, a veces, ha conseguido frustrarme y parecerme insufrible. |