Matar a un ruiseñor

Tenía en la estantería este libro desde que leí "El club de lectura para corazones solitarios". Y bueno... Ahí ha pasado casi un año más.

No terminaba de decidirme porque el argumento, el juicio a un hombre negro acusado de violar a una chica en la Alabama rural de los años 30, me echaba para atrás. No me apetecía una lectura en la que lidiar con los sentimientos de impotencia y enfado que este tipo de historias suele despertar.

Pero, sin duda, la manera en la que está escrito el libro hace que nos enfrentemos a la realidad de una manera muy diferente ya que está narrada desde la perspectiva de Scout Finch, una niña de ocho años con un carácter que desafía las convenciones sociales, los roles de género, los prejuicios y, en general, el abotargamiento veraniego que reina en Maycomb.

Una niña que quiere aprenderlo todo, para quien la escuela se queda pequeña y a quien los convencionalismos aprietan tanto como los vestidos que se niega a vestir.

El racismo, las diferencias de clase, la violencia... Poco a poco vamos descubriendo todo aquello que marca las rutinas de este pueblo marcado por la Gran Depresión.

Y entre toda esa gente... Atticus Finch. Un hombre sencillo, honesto y valiente que, a pesar de las críticas y las presiones, educa a Jem y Scout de manera diferente. Y eso ya es mucho en Maycomb.

Es difícil no enamorarse de los personajes. de Atticus, de Scout, Jem y el fantasioso Dill, de Calpurnia y de la señorita Maudie.

Incluso del misterioso y fantasmagórico Boo Radley. Quizás del que más.

“Matar a un ruiseñor” cuenta la historia de una niña de seis años (en un principio) llamada Scout que vive en un pueblo de Alabama con su hermano y su padre viudo. El libro tiene dos tramas principales. Por un lado tenemos la historia de los juicios contra Tom Robinson, un hombre negro acusado de abusar de una chica blanca. El padre de Scout (llamado Atticus), que es abogado, intentará demostrar la inocencia de Tom, pero esto le causará algunos problemas a él y a su familia, ya que en aquella época era raro y mal visto ver a un blanco defendiendo a una persona negra. Por otro lado, tenemos la trama que gira en torno al misterioso vecino de Scout, Boo Radley. Parece ser que Boo nunca sale de su casa, lo que produce en los niños una curiosidad inmensa. Por ello, Scout, su hermano Jem y su amigo Dill se entretendrán acercándose a la casa de Boo para dejarle notas o hacer otras travesuras del estilo, siempre desde la más pura inocencia de la infancia.

Este libro es una crítica al enorme racismo que era recurrente en la época de la Gran Depresión, es decir, allá por el año 1930 en Estados Unidos, pero también se tratan otros temas tan importantes como la pobreza, la violencia, la inocencia de los niños, los estereotipos de género, etc. Está narrada bajo la perspectiva de Scout, que al ser una niña, nos ofrece una tierna visión de la vida y de los hechos que acontecen a lo largo del libro. Muchas partes de la novela tratan también del día a día de los niños, desde como pasaban el tiempo en los días de verano, hasta los sucesos en un día normal de colegio. A través de las valiosas enseñanzas de Atticus, los niños irán aprendiendo valores importantísimos y lecciones de vida esenciales. Es este un personaje al que se le coge un cariño increíble por su alma compasiva y humilde, siempre dispuesto a ayudar a los demás y a establecer justicia. Atticus representa la esencia de todo lo bueno que hay en los seres humanos.

El estilo narrativo es algo lento porque, como he dicho antes, además de la historia principal también están muy presentes en la novela las vivencias cotidianas de unos niños en un pueblo cualquiera de la Alabama de 1930. Sin embargo, vale la pena detenerse en el día a día de estos hermanos, pues gracias a ellos podemos recordar cómo era nuestra propia infancia y evocar al niño que todos llevamos dentro. Es un relato que me ha tocado la fibra sensible, pues me ha hecho reflexionar sobre las atrocidades que los humanos adultos cometen con frecuencia debido al erróneo pensamiento de que no todos nacemos siendo iguales.

Es una lectura tranquila, pero no aburrida, melancólica, pero no triste. Sus personajes están muy bien construidos y cada uno tiene algo que aportar a la historia, algo para hacernos pensar. Es un clásico que recomendaría a todo el mundo a partir de la adolescencia ya que lo considero esencial para meternos en la piel de aquellas personas que tuvieron que sufrir calamidades durante siglos por razones sinsentido.

Precioso libro, un clásico de la literatura americana y un ejemplo de pureza narrativa.Narrado desde la perspectiva de una niña de 8 años, en el profundo Alabama de los años 30, es un alegato contra el conservadurismo, el miedo al cambio y a la dignidad humana.Creo que libros como este deberían estar entre las colecciones que se llaman ahora pomposamente Young-Adults, lo que toda la vida se llamó libro juvenil, mejor que historias más superfluas como crepúsculos y similares.Las escenas del juicio son impresionantes, sobre todo el conocido alegato final de Atticus Finch, pero ni siquiera es la parte principal de la historia, es la historia de una niña atípica que despierta al mundo y narra lo que ve, influenciada por su padre, todo un modelo de virtud y su hermano mayor.La narración es sencilla y realmente tiene menos pretensiones de lo que parece, es el lector el que saca conclusiones de lo que pasa, realmente el libro solo cuenta lo que la niña ve y siente.Si estáis interesados en recuperar un clásico, esta es una buena lectura veraniega.

"-Si hay solamente un tipo de personas, ¿por qué no pueden llevarse bien entre ellas? Si son todas parecidas, ¿cómo es posible que algunos se desprecien tanto?"

Cuando alguien con miedo a los clásicos me pida una recomendación para iniciarse, sin duda le recomendaré la lectura de ‘Matar a un ruiseñor'. Por la sensibilidad de la prosa de Lee, por la profundidad de los temas explorados, por los personajes maravillosamente construidos y por contener una historia que te araña el corazón y se queda dentro para siempre. Es una auténtica obra maestra.

En ‘Matar a un ruiseñor' acompañamos a Scout, una niña de seis años que vive en Maycomb, Alabama, una población económicamente empobrecida y racialmente segregada, durante la década de 1930. En esta novela de formación, somos testigos de cómo la pequeña va aprendiendo a desenvolverse en el mundo que le rodea, y de cómo la sociedad y su familia le van inculcando poco a poco los valores (o la falta de ellos) de la época. Por parte de esa sociedad sureña de la Gran Depresión, Scout percibe lo que se espera de las mujeres, la discriminación racial y cómo afecta la riqueza y la pobreza en la posición social. Por parte de su padre, el joven abogado Atticus Finch, encargado de defender a una persona negra acusada de vi0lar a una joven blanca, Scout aprenderá valiosas lecciones morales y de integridad, el valor de la empatía y la comprensión, y el sentido de la justicia en una sociedad en que ser negro se convierte automáticamente en ser culpable.

El trabajo de Harper Lee en la creación de esta historia me ha parecido impecable. En primer lugar, por colocar a Scout de narradora en primera persona, ya que creo que la fortaleza de esta historia es, precisamente, poder vivirla a través de los ojos de una niña de seis años. Su inocencia filtrándolo todo, sus miedos, sus desengaños, su incomprensión ante las injusticias… es imposible no empatizar con ella.

La historia, por su parte, transcurre lenta, sin prisas, parece que no pasa nada, pero por supuesto que pasa. Lee, con una prosa aparentemente simple pero muy profunda, aprovecha para regalarnos descripciones maravillosas del sur de los EEUU de los años 30, convirtiendo la novela en uno de los máximos referentes del gótico sureño. Incluso introduce aspectos sobrenaturales, como marca el cánon del género, para finalmente mostrar al lector que la realidad puede ser incluso más oscura, más terrorífica, que los monstruos y fantasmas.

Entré a ciegas a la novela, y es algo que aconsejo hacer. Pensaba que era una historia sobre un juicio y, pese que este hecho ocupa una parte importante de la trama y está narrado de forma magistral, no es lo más destacable.  ‘Matar a un ruiseñor' es una historia profundamente humana que nos habla de la lucha encarnizada entre las injusticias sociales y raciales y la inocencia infantil, del choque de trenes entre los valores de la infancia y los valores de una sociedad podrida. de la necesidad de contar con referentes  incorrompibles para creer que no todo está perdido. Para mí es mucho más que una simple novela: es un testimonio conmovedor de un época y una fascinante exploración de la moralidad, la justicia y la ética.

Empezaré por el final. ¡UNO DE ESOS LIBROS QUE SIEMPRE RECOMENDARÉ! Es un libro que tiene unos personajes que marcan, que se quedan con nosotros. Atticus Finch es uno de esos personajes que no se marchan. Scout, la niña y narradora de la historia, nos enseña junto a su hermano Jem y su amigo Dill que los niños tienen una visión más bonita que los adultos, fuera de prejuicios, donde todos somos iguales.

La historia se desarrolla en Maycomb, un pequeño pueblo de Alabama en los años 30. Comienza como una aventura juvenil donde Scout, Jem y Dill juegan cada verano y crean nuevas aventuras, donde todo se envuelve de un misterio alrededor de Boo Radley y su casa. Y acaba como un novelón que merece toda la fama que tiene. Desde la inocencia de los niños se nos muestra una serie de problemas sociales graves, donde el racismo está en su máximo esplendor. Nos veremos envueltos en un juicio donde Atticus en su faceta de abogado deberá defender a Tom Robinson, un joven negro acusado de violar a Mayella Ewell. Veremos el desarrollo del juicio y como se vive todo este juicio en el pueblo y a la gente que envuelve.

Es un libro precioso, de personajes. Calpurnia, la cocinera negra de los Finch ayudará mucho a la educación de los pequeños Scout y Jem. Pero en verdad, diría que los pequeños Scout y Jem, educarán mucho a sus mayores y a los lectores. No solo veremos el racismo, veremos las desigualdades sociales y lo que ello conlleva, los prejuicios por pertenecer a “x” clase y todo lo que ello conlleva. ¡Una lectura necesaria!

Y para redondear, recomendadísimo el Podcast de Javier Peña “Grandes infelices” sobre la autora, Harper Lee, que nos muestra lo autobiográfico de gran parte de esta novela.

Frase destacada.

“Quería que vieras lo que es la verdadera valentía, en lugar de tener la idea de que valentía es un hombre con un arma en la mano. Es cuando sabes que estás vencido antes de comenzar, pero de todos modos comienzas, y sigues adelante a pesar de todo”

Me ha gustado, pero tampoco me ha apasionado, como le sucede a tanta gente. Y creo que para esto han jugado dos bazas en su contra: una es las buenas críticas que he leído siempre, por lo que iba con las expectativas súper altas y otra porque según iba leyendo iba recordando que había visto la peli, con lo cual perdí la “limpieza de mirada” con la que te enfrentas a un libro la primera vez que lo lees.
En algunos momentos me ha parecido lento y repetitivo, con lo cual deseaba pasar páginas rápidamente y no lo he saboreado como es debido, y más en un libro con un tema tan importante como es el racismo y los prejuicios de toda una sociedad, algo que por desgracia hoy en día no se ha erradicado totalmente.
Me ha gustado mucho la forma de narrar, basada en el punto de vista de una niña, Scout, lo que aporta un toque de ternura e inocencia. Pero he echado de menos leer la trama también desde otros puntos de vista .

La historia se sitúa en el Alabama de los años 30. Allí, Scout, la narradora de la historia, y su hermano Jem, tienen el auténtico privilegio de tener un padre como Atticus Finch, un personaje que cobra entidad propia en la historia y que, a pesar de no ser el narrador, es el verdadero protagonista.

Atticus es un abogado con unos principios fuertes, progresistas, que defienden la igualdad de las personas con independencia de su condición social, su sexo o su etnia. Un personaje admirado de forma excepcional por sus hijos, Scout y Jem, que ven en él un claro modelo a seguir.

La historia es narrada por Scout, que al tiempo de los hechos es una niña y, por tanto, nos ofrece un punto de vista inocente desde sus propios ojos. A lo largo de la novela, esos ojos van ampliando sus miras, entendiendo el contexto de todo lo que sucede y sus implicaciones, en gran medida gracias a su hermano Jem, algo más mayor que ella.

Tengo que reconocer que me ha encantado el mensaje de este libro. Un libro en el que se pone en el punto de mira el racismo del sur estadounidense de la época, pero también las desigualdades sociales y el machismo.

Si hay algo que he echado de menos, es que la parte judicial se extendiese más, aunque también os digo que eso es deformación profesional mía.

Una historia pausada, contada sin prisas y en la que al principio puede resultar difícil entrar en ella, pero os aseguro que, una vez dentro, se disfruta muchísimo.
Es una novela tierna, entrañable, con mucho fondo y adelantada a su época. Si os gustan las historias de esencia costumbrista y pausadas, y no os importa un punto de vista infantil, esta novela es una historia que podréis disfrutar.

Este libro me parece una obra de arte. Creo que es uno de esos libros obligatorios para todos los interesados en una carrera legal o que siguen una. Puede que tome el punto de vista de una niña pero me parece que es un punto de vista bastante detallado y agudo.

Una novela que pone el acento sobre el valor de la igualdad y, por lo tanto, en la valía de todas las personas con independencia de su raza, color o sexo.

El texto está ambientado en la Alabama de los años 30 y trata principalmente sobre el juicio de un hombre de raza negra acusado de haber violado a una joven blanca. A lo largo de la historia conoceremos a Scout (narradora), a su hermano: Jem, a su padre: Atticus, a su vecino: Boo; y a Tom Robinson: acusado de la violación, entre otros.

Si algo me ha gustado especialmente, además de la crítica a la sociedad de la época, eso han sido las alegaciones de Atticus en el juicio en el que se dilucidaba la culpabilidad o la inocencia de Tom.

Aunque me ha resultado entretenida, no puedo decir que ha sido una lectura que me ha dejado huella.

Qué complicado se me hace reseñar un libro que no ha sido lo que esperaba pero porque tenía una idea muy equivocada sobre él. Me explico.

No había visto la adaptación y lo único que sabía de este libro es que era considerado un clásico moderno que iba sobre un abogado que defendía a una persona de color en un juicio, cuando no ser blanco estaba peor visto de lo que está ahora. Así que cogí el libro pensando que iba a ir sobre un juicio y claro, el juicio ocurre prácticamente en el último tercio de la novela.

¿Qué es Matar un ruiseñor entonces? Es el relato de una niña, sobre cómo era vivir en un pueblo pequeño del Sur de América en los años treinta. Vemos desde su mirada inocente, y algo marisabidilla en un principio, los prejuicios que tenía esa sociedad en cuestiones de raza y clase social. Conocemos a Atticus, su padre, y para mí el auténtico protagonista de la novela.

Atticus cría a sus dos hijos de una manera preciosa, con respeto, confianza, dejándolos cometer errores y enseñándoles a asumir las consecuencias de sus actos. Es una persona muy especial que cree en la justicia y en la igualdad, e intenta inculcarle esos valores a sus hijos.

Es un libro que aún hoy en día está de actualidad, que aún hoy sigue haciéndonos reflexionar. Me recordó un poco a la sensación que me dejó El niño con el pijama de rayas, en el sentido de que ves los horrores a través de una mirada inocente, que no entiende por qué se castiga a alguien por ser diferente. Tiene ese velo de inocencia que choca con la crudeza de la realidad.

Me costó entrar en la historia porque, cómo os he dicho, esperaba que fuera diferente, pero una vez le cogí el punto lo disfruté bastante. No se cuela dentro de mis favoritos, pero sí que me alegro de haberlo leído. Ahora ¡a por la adaptación!