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“Matar a un ruiseñor” cuenta la historia de una niña de seis años (en un principio) llamada Scout que vive en un pueblo de Alabama con su hermano y su padre viudo. El libro tiene dos tramas principales. Por un lado tenemos la historia de los juicios contra Tom Robinson, un hombre negro acusado de abusar de una chica blanca. El padre de Scout (llamado Atticus), que es abogado, intentará demostrar la inocencia de Tom, pero esto le causará algunos problemas a él y a su familia, ya que en aquella época era raro y mal visto ver a un blanco defendiendo a una persona negra. Por otro lado, tenemos la trama que gira en torno al misterioso vecino de Scout, Boo Radley. Parece ser que Boo nunca sale de su casa, lo que produce en los niños una curiosidad inmensa. Por ello, Scout, su hermano Jem y su amigo Dill se entretendrán acercándose a la casa de Boo para dejarle notas o hacer otras travesuras del estilo, siempre desde la más pura inocencia de la infancia. Este libro es una crítica al enorme racismo que era recurrente en la época de la Gran Depresión, es decir, allá por el año 1930 en Estados Unidos, pero también se tratan otros temas tan importantes como la pobreza, la violencia, la inocencia de los niños, los estereotipos de género, etc. Está narrada bajo la perspectiva de Scout, que al ser una niña, nos ofrece una tierna visión de la vida y de los hechos que acontecen a lo largo del libro. Muchas partes de la novela tratan también del día a día de los niños, desde como pasaban el tiempo en los días de verano, hasta los sucesos en un día normal de colegio. A través de las valiosas enseñanzas de Atticus, los niños irán aprendiendo valores importantísimos y lecciones de vida esenciales. Es este un personaje al que se le coge un cariño increíble por su alma compasiva y humilde, siempre dispuesto a ayudar a los demás y a establecer justicia. Atticus representa la esencia de todo lo bueno que hay en los seres humanos. El estilo narrativo es algo lento porque, como he dicho antes, además de la historia principal también están muy presentes en la novela las vivencias cotidianas de unos niños en un pueblo cualquiera de la Alabama de 1930. Sin embargo, vale la pena detenerse en el día a día de estos hermanos, pues gracias a ellos podemos recordar cómo era nuestra propia infancia y evocar al niño que todos llevamos dentro. Es un relato que me ha tocado la fibra sensible, pues me ha hecho reflexionar sobre las atrocidades que los humanos adultos cometen con frecuencia debido al erróneo pensamiento de que no todos nacemos siendo iguales. Es una lectura tranquila, pero no aburrida, melancólica, pero no triste. Sus personajes están muy bien construidos y cada uno tiene algo que aportar a la historia, algo para hacernos pensar. Es un clásico que recomendaría a todo el mundo a partir de la adolescencia ya que lo considero esencial para meternos en la piel de aquellas personas que tuvieron que sufrir calamidades durante siglos por razones sinsentido. |
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