Esta novela nos narra esos miedos que nos "acosan" día tras día durante nuestra adolescencia. El miedo a no encajar en el instituto y ser víctima de bullyng, el miedo a no gustar, el miedo al qué dirán y, sobre todo, el miedo a lo que nos repiten hasta la saciedad nuestros progenitores como no hacer autostop porque "con la que está cayendo" a saber qué degenerado puede ir detrás del volante, no mantener relaciones se&uales porque puede dar como resultado un embarazo no deseado y esto conlleva a los temas tabúes en nuestros hogares que no se deben nombrar, como la menstruación y el se&o. En muchos momentos me he sentido muy identificada con Catalina, nuestra protagonista, ya que todo la trama se desarrolla en los años 90 y yo tenía su misma edad en esa época. No coincido con ella, afortunadamente, en la educación que le inculcaron sus padres, pero sí en qué estilo de vida llevábamos en aquellos tiempos. Lo que sí estaba muy presente y lo nombran varias veces es "lo que le pasó a esas tres niñas de Valencia" y a consecuencia de ese horrible suceso nos restringieron la mayor parte de las salidas nocturnas por miedo a que nos suceda lo mismo; esto sí que lo viví y no olvidaré ese nerviosismo convertido en pánico al escuchar el motor de un coche acercarse a nuestras espaldas. Durante todo el libro he sentido mucha pena por Catalina, nadie merece experimentar la crianza que le dieron sus padres. Puedo aceptar que haya padres "chapados" a la antigua, pero los miedos y desprecios hacia Catalina están fuera de lugae en un hogar normal que debería ser su mejor refugio y se convierte en su peor pesadilla. "Le gustaría vivir en un mundo en el que la gente pudiera ser chico o chica cuando le diera la gana, sin que hiciera falta cambiar de apariencia para que los demás mostrasen respeto, independientemente de lo que cada cual dijera ser". + Leer más |