Los Pazos de Ulloa. La madre naturaleza de Emilia Pardo Bazán
"A esto se reducía todo el ornato del cementerio, más no su vegetación, que por exuberante y viciosa ponía en el alma repugnancia y supersticioso pavor, induciendo a fantasear si aquellas robustas ortigas, altas como la mitad de una persona [...], se habrían encarnado, por misteriosa transmigración, las almas, vegetativas también en cierto modo, de los que allí dormían para siempre, sin haber vivido, sin haber amado, sin haber palpitado jamás por ninguna idea elevada, generosa, puramente espiritual y abstracta, de las que agitan la conciencia del pensador y del artista." (Pág.305).
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