El encaje roto de
Emilia Pardo Bazán
"Entonces Dios, mirándole con cierta lástima, se le acercó, y sutilmente le fue sacando, no una costilla como dice el vulgo sino unas miajitas del cerebro, unos pedacitos del corazón, unos haces de nervios, unos fragmentos de hueso, unas onzas de sangre..., en fin, algo de toda su substancia; y como Dios, puesto a escoger, no iba a optar por lo más ruin, claro que tomó lo mejorcito, lo delicado y selecto, como si dijéramos, la flor del varón, para constituir y amasar a la hembra. De suerte que, al ser Eva criada, Adán quedó inferior a lo que era antes, y perjudicado, digámoslo así, en tercio y quinto." (Cuento primitivo. Págs.145-146).