Ali Smith

Un árbol en invierno que no añora su verdor estival porque los árboles no recuerdan ni se lamentan de nada y precisamente por eso son felices.

Pero el verano es así. El verano es como andar por un sendero como este, encaminarse a la luz y a la oscuridad. Porque el verano no es solo una historia alegre. Porque no hay historia alegre sin oscuridad. Y sin duda el verano siempre gira en torno a un final imaginado. Nos dirigimos instintivamente a él como si significara algo. Siempre lo buscamos, siempre lo esperamos, todo el año nos dirigimos al verano como el horizonte que evoca la promesa del amanecer. Siempre buscamos la hoja abierta, la calidez abierta, la promesa de que pronto, un día, seremos capaces de recostarnos y que el verano nos ocurra; pronto, un día, el mundo nos tratará bien. Como si realmente hubiera un final más amable que no es solo posible sino seguro, una armonía natural que se extiende a nuestros pies como un paisaje iluminado por el sol solo para nosotros. Como si lo que siempre ha importado, nuestro momento en la tierra, fuese el feliz desperezarse de todos los músculos del cuerpo sobre la hierba cálida, con una brizna larga y dulce de esa hierba en la boca. Des preocupados. Qué idea. Verano.

muerte encuentra vida encuentra final encuentra principio una y otra vez, la historia de la naturaleza en sí, siempre inventiva, haciendo una cosa a partir de otra y convirtiendo una cosa en otra, y nada dura, ni nada se pierde, y nada muere nunca, y las cosas pueden cambiar, porque las cosas siempre cambiarán, y las cosas siempre serán diferentes, porque las cosas siempre pueden ser diferentes.

Ahora no queremos Información. Lo que queremos es desconcierto. Lo que queremos es repetición. Lo que queremos es repetición. Lo que queremos es a los poderosos diciendo la verdad no es la verdad. Lo que queremos es a parlamentarios electos diciendo se afila el cuchillo se le clava en el pecho y se retuerce

Solo la poderosa Greta puede doblegar la determinación de Internet de que la palabra heroína se refiera a una droga dura y no a un héroe en femenino. Como si cualquiera que escribiese la palabra en el buscador tuviera que hacerlo por la droga, pues la noción de heroicidad femenina es de lo más infrecuente.

La novela comienza con Daniel Gluck en una playa. Cree que ha muerto, mira a su alrededor a lo largo de la playa y ve más como él. Cadáveres de refugiados entre los bañistas y niños jugando que parecen no ser conscientes de lo que sucede a su alrededor.
Por suerte para Daniel, esta escena es todo un sueño.
Elisabeth es una joven que va todos los días a visitarle y tienen una amistad muy especial a pesar de la diferencia de edad. Ella no tiene padre y él está sólo.
Otoño es una narración de la vida en la situación actual y de los hechos (políticos, sociales) que acontecen como el Brexit, los refugiados...
Te hace reflexionar, tomar nota de la realidad y de los cambios que estos implican en nuestra sociedad.
Lo que más me ha gustado es la amistad entre Daniel y Elisabeth, como éste la introduce en el mundo del arte.
Como digo esta lleno de reflexiones y hay cosas que al no haberlas conocido de cerca no las he llegado a entender del todo.

Desde luego la autora tiene una pluma brillante. Fuera del marco de los dos protagonistas, el tema político no me ha llegado a resolver mucho, seguro es por mi falta de información supongo.

Decir que la historia tiene un punto cómico ácido que me encanta en los contextos que está metido.

Y mientras contemplaba el paisaje con la mirada perdida comprendí por primera vez, con un escalofrío que me recorrió el cráneo como si alguien hubiese roto un huevo con un cuchillo y me hubiera vertido el frío contenido sobre la cabeza y luego me hubiese resbalado por el cuello, comprendí que nunca, en ningún momento de mi vida, me había importado nada que no fuese yo, y que no tenía ni idea de cómo cambiar eso, o al menos modificarlo.

En todo el país, la gente pensaba que era un error. En todo el país, la gente pensaba que era un acierto. En todo el país, la gente tenía la sensación de que había perdido. En todo el país, la gente tenía la sensación de que había ganado. En todo el país, la gente tenía la sensación de haber actuado bien y de que los otros se habían equivocado.

¿Qué estás leyendo?
Ella le mostraría el libro.
"Un mundo feliz", diría Elisabeth.
Ah, ese viejo libro.
Es nuevo para mí.

Estoy cansada de que los gobiernos mientan. Estoy cansada de que a la gente ya no le importe que le mientan. Estoy cansada de que me hagan sentir miedo. Estoy cansada de tanta hostilidad y cansada de tanta pusilanimidad. //Esto creo que no se dice así, dice Elizabeth.// Estoy cansada de no saber decir las cosas, dice su madre.