«Esto no es más que la historia de cómo a un grupo de amigos se les jodió la vida una noche». Hay sucesos con la suficiente gravedad como para torcerte la vida, sucesos por cuya improbabilidad pondrías la mano en el fuego porque son de esos que solo les pasan a otros, a esos otros de dudosa moralidad. ¿Pero y si te quemas?, ¿y si te pasa a ti?, ¿y si es tu moralidad la que acaba siendo juzgada? Emilio, integrante del grupo, nos narra en primera persona lo que ocurrió esa noche. La verdad. Su verdad. Despertando en el lector todo tipo de juicios y reflexiones, y es que la miga de esta novela son las vueltas que le hace dar a quien a ella se enfrenta en torno a un tema que da para mucho: que no todos los cuervos son negros, ni todas las palomas blancas. O lo que es lo mismo, que ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos. No quiero hablaros de mis conclusiones porque os estaría revelando demasiado acerca de la trama, pero sí os diré que me costó horrores tenderle puentes a Emilio e incluso, la mayoría, los he volado después. Mi relación con el protagonista y voz de la novela ha sido una de las principales causas de que, ocasionalmente, la lectura se me haya hecho cuesta arriba. Una novela escrita con acidez y dureza, porque la vida tiene también un lado oscuro, muy oscuro y Emilio no tiene remilgos a la hora de mostrarlo. Una historia que incomoda e impacta y que también demuestra la destreza de su autor, aunque yo eliminaría algún circunloquio que otro en el discurso de Emilio. + Leer más |