Literatura infantil

MAYDAY, MAYDAY! UNA LECTORA ACABA DE SALIR DE SU ZONA DE CONFORT😱!
Por santa Cachucha, que alguien la detengaaaa😱😱!
Nah, olvídalo, ya es demasiado tarde...🤭

🌸Y es que, cuando una lectora sale de su zona de confort y sonríe al leer la primera frase del libro, ya no hay vuelta atrás. Es ese instante mágico; esa puerta que se abre frente a ella llena de palabras por descubrir; ese atisbo de aventura, de ir sin frenos, de qué pasará a la siguiente hoja...

🌸Porque, no nos olvidemos de que cuando nos adentramos por primera vez en esas páginas llenas de magia, en esos párrafos misteriosos, en esas construcciones de frases aún por degustar como si del mejor vino se tratara, aún nos mantenemos en la cuerda floja de lo desconocido, de la aventura por descubrir.

🌸Pues bien, en esas estaba yo cuando leí el primer párrafo de un libro que no tenía en mi radar de novedades...

¿Eres madre? ¿Eres padre? ¿Eres hijo/hija?

🌸El mundo es un lugar muy curioso...
Las personas somos seres curiosos, nos movemos por grupos, por ideas, buscando siempre la aprobación de los demás. Pero lo que más ansiamos es la aprobación de nuestros padres. ¿Qué pasa cuando no la tenemos? ¿O qué pasa cuando no la has tenido y la sociedad no te ha preparado para ser padre?

🌸Alejandro Zambra nos relata con ironía y con sutiles y divertidos momentos lo que fue para él ser padre...

Nos encontramos frente a un ensayo en el que el autor, Alejandro Zambra, hace un recorrido a través de sus recuerdos y experiencias mediante las cuales hace una reflexión sobre lo que es ser padre, hijo y abuelo y las relaciones entre ellos.
La novela comienza fuerte y con un sinfín de reflexiones y experiencias sobre su vivencia con la paternidad en la actualidad. Esta parte en mi opinión es de las más reflexivas y además divertidas de todo el libro.
El hecho de que esta parte sea la primera creo que te hace hacerte una idea errónea de como va a seguir el libro; lo que puede provocar, como me ocurrió a mi, llevarte una pequeña decepción.
La parte central del libro, para mi ha sido la más floja de todas y con la que ha habido momentos que incluso he llegado a aburrirme. al principio de esta parte no llegas ni a entender su relación con la novela aunque poco a poco terminas entendiendo el porqué de esta. Creo, que aunque esté relacionada, podría haber enfocado ciertas partes de otra manera.
La última parte de todas vuelve a coger algo de ritmo dejándote con un sabor agridulce en cuanto a todo el conjunto del libro.
La prosa en general es bastante intensa. Alejandro sabe conducir al lector hilando cada palabra y dotando a cada frase de un sentido muy vivo. Sin duda es esto lo que más me ha gustado del autor.
Creo que estamos frente a un buen libro que si bien no ha sido para mi el más interesante de todos, podría convencer a un público un poco más concreto.
Lo mejor de todo ha sido la capacidad de debate que nos ha aportado la novela a todos aquellos que hemos participado en su lectura.

El amor del padre que desprende estas páginas por su hijo es el que deberían de recibir todos los niños.
No he podido leer este título en mejor momento. Hace apenas dos meses he sido padre y me he visto reflejado en mil párrafos de este libro. Ha puesto palabras delante mía que han pasado por mi mente en los primeros días de la vida de mi hijo.
Se trata de un ensayo compuesto por varios relatos cargados de ternura sobre la experiencia de la paternidad de Alejandro Zambra. Los primeros relatos nos presenta al propio autor desde el punto de vista de padre así como vivencias cotidianas en los primeros años de vida de su hijo.
Posteriormente, hay otra serie de relatos en los que nos cuenta momentos desde el punto de vista de hijo, la relación que tiene en el presente con su padre, cómo fue su infancia y las diferencias entre las paternidades de entonces y las de ahora. Nos cuenta cómo además tiene el corazón dividido en la distancia, con sus padres y su pasado en Chile; y su vida actual, pareja e hijo en México.
Ser hijo y ser padre. El autor nos relata cómo cambia la perspectiva y manera de ver con el tiempo a nuestros progenitores tras convertirnos en padres. El punto clave en el que te pones en su lugar y entiendes de primera mano sus preocupaciones y la responsabilidad que conlleva tener un hijo.
El relato que más he disfrutado ha sido el primero de todos, donde deja notas y pensamientos internos a lo largo del primer año de vida de su hijo. Palabras tan especiales, con ternura que le dedica a su hijo, multitud de sentimientos, y emoción a flor de piel. Ha puesto en letras lo que muchos (me incluyo), hemos vivido con el nacimiento de un hijo.
Ha conseguido con este ejemplar que mi mente viaje por mi pasado como hijo, valore la infancia que me dieron mis padres y prepare mi mente para la reciente paternidad. No ha podido gustarme más esta lectura.
Lo recomiendo sobre todo para aquellas personas que se están embarcando en el camino de la paternidad. Dan ganas de hacer como Alejandro Zambra y dejar constancia de los mil pensamientos que pasan por tu mente cuando eres padre y que algún día, si mi hijo quisiera, los leyera. Imprescindible leer con un lápiz al lado para subrayar infinidad de frases que nos regala el autor.
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El autor nos sumerge en su vida a través de un viaje donde nos narra sus vivencias, desde que es padre hasta su relación con su padre. Es un guiño a la paternidad de la que no te quedarás indiferente e incluso te verás reflejada en alguna de sus frases.

Este libro está dividido en dos partes donde el autor nos muestra la parte de ser padre y la parte de ser hijo. Para mí, el punto fuerte, o que más me ha gustado, ha sido el primero. Ha sido con el que más he podido conectar. Es un libro que empieza muy fuerte y, tal y como está escrito, se lee rápido.

No sé bien si catalogarlo como ensayo o como un libro de relatos, así pues, este libro tiene pequeñas historias con saltos temporales y que no se entrelazan entre ellas, pero que tiene un fundamento vital, que es la paternidad.

Estamos muy acostumbrados a leer libros que tratan sobre la maternidad, pero no a leer libros que sean narrados por la otra cara de la moneda. Y me ha encantado poder descubrir este otro lado.

Sin duda esta lectura ha sido un acierto desde su primera página, no he podido no sentirme identificada en la parte que habla sobre la manera de ser padre, me he visto reflejada en muchas frases.

¿Por qué leer este libro?
- Paternidad
- Vivencia, poemas, relatos, reflexiones…
- Amistad y perjuicios
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«El nacimiento de un hijo anuncia un amplio futuro del que no seremos totalmente parte»
 
Muy pocos libros he leído que hablasen de la paternidad y ese es el hilo de esta historia que más me gusta, sin ninguna duda, el resto de cuentos, relatos, tiene su valor pero yo me quedo con la paternidad.
                Alejandro Zambra con el nacimiento de su hijo Silvestre, va narrando la reinterpretación de su vida en base a esta experiencia. «La paternidad es una especie de convalecencia que nos permite aprender todo de nuevo», no sé si yo usaría la palabra “convalecencia”, pero sí que es cierto que permite aprender las cosas de nuevo, a disfrutar de películas, cuentos, paseos y actividades, con otros ojos, más infantiles, más esperanzados, como una nueva oportunidad de ser niños a través de nuestros hijos, de tirarnos en el suelo y jugar con los coches y la plastilina, saltar en los charcos o hacer galletas con formas…
 
«¿Qué clase de espejo es un hijo?»

                La primera pregunta que habría que contestar antes que esta, qué es un hijo para un padre, aquí hay tantas respuestas que nos sorprenderíamos. Padres que piensan que los hijos vienen a este mundo para cumplir con las metas que el padre no consiguió, por lo tanto, el hijo se convierte en un fracaso o un éxito. Padres que creen que los hijos están para cuidarles de ancianos, el hijo será un ingrato o un agradecido.
                La lectura con los hijos. Las bibliotecas de los hijos, ¿conservarlas o donarlas? En esto no tengo ninguna duda, conservarlas, como hicieron mis padres; cada libro, cada cuento es una huella de mi memoria, de su memoria, de nuestra memoria. ¿Qué aportar cada uno en la crianza de los hijos? Lo mejor de cada familia, cada cual sabe en su fuero interno lo que sumó y lo que restó, pues no hay más que sumar; lo más importante es caminar en la misma dirección, construyendo juntos, aprendiendo y cubriendo huecos, sorteando o cruzando lo inesperado. Estos y otros muchos temas va dando voz y pensamiento Alejandro a lo largo de su obra.
 
«Lo que escribo son las respuestas que no se me ocurrieron a tiempo»
 
 
Nadie nos puede enseñar a ser padres, yo no podré enseñar a mis hijos, soy consciente que para ser maestro hay que tener respuestas, y no las hay, cada hijo es un mundo, lo que se hace con el primero, rara vez sirve para el segundo. Somos padres como fuimos hijos, esa es la única clave, la única enseñanza que tenemos, lo importante es no reproducir los errores y aplicar los logros. Y os voy a contar un secreto, la crianza es más o menos fácil hasta que los hijos empiezan el colegio, aquí entramos en una espiral muy peligrosa.
Feliz lectura 

Veamos... "Literatura infantil" ha supuesto salir totalmente de mi zona de confort, pues el ensayo es un género que leo en contadísimas ocasiones. Y sí, lo he disfrutado aunque con algún que otro pero...

La novela está plagada de hermosas y profundas frases que nos hacen reflexionar, principalmente, sobre la paternidad, del vínculo que se crea entre padre e hijo y de los roces y fricciones que, inevitablemente, se crean en dicha relación, los recuerdos, los pequeños detalles, la complicidad, la empatía y la falta de esta, los momentos compartidos y los momentos olvidados.

Frases como "El nacimiento de un hijo anuncia un amplio futuro del que no seremos totalmente parte" que como madre, me han calado muy hondo.

Pero (aquí vienen los peros) aunque en general la he disfrutado y me ha dejado un gran poso, ha habido momentos en los que pensaba ¿Hacia dónde va esta historia? ¿Por qué me está contando todo esto? ¿Qué quiere decirme? Y todo salpicado con mucha expresiones chilenas que en ocasiones me costaba entender.

A pesar de esos peros ha sido una agradable lectura que me ha hecho reflexionar sobre mis propios padres. Y es que al ser padres, y echamos la vista atrás, nos damos cuenta que nuestros padres (a los que tanto criticábamos) pasaron por los mismos momentos de incertidumbre que nosotros ahora, porque los niños no vienen con manual ni con un pan debajo del brazo, y tanto ellos como ahora nosotros lo hacemos lo mejor que podemos.
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Si hay algo que está claro es que «Literatura infantil» es un libro inclasificable. Es sumamente personal, de estos que salen del corazón. El autor nos da pinceladas, retazos, pensamientos, fragmentos de paternidad e «hijidad» en una estructura singular que parece obedecer a nada más que al capricho de querer contar.

Y por eso, quizás, este libro me ha dejado un poso de confusión. Es un libro tan sumamente personal que creo (y por lo que hemos comentado en el grupo de la lectura conjunta lo confirmo) que se disfruta más cuanto más te identificas con las experiencias. 

Es que además es un libro tan ecléctico que despista, que rompe constantemente con lo que se estaba contando y te introduce algo nuevo que no esperabas. Por eso hay partes que me han encantado y otras que han pasado sin pena ni gloria. Y es que esta variación y falta aparente de cohesión hacía parecer que leía libros diferentes a cada meta. Quizá por eso me ha perdido un poco en su mitad, mientras que el principio y el final me han emocionado. 

Lo que está clarísimo es que el estilo de Zambra me ha gustado muchísimo: es certero, introspectivo, sin florituras. Y aunque este no sea el libro de mi vida ni haya conectado al 100%, sí que tengo que reconocer que me ha provocado curiosidad para darle una oportunidad a algún otro libro del autor.

¿Cuántos libros habéis leído que aborden la paternidad? Alejandro lo titula Literatura infantil, aunque ninguno de los textos reunidos en este libro puede considerarse infantil. Alejandro Zambra se refiere a ellos como bocetos que remiten a la infancia, la incipiente de su hijo y la suya ya lejana, pero también el cambio de su percepción de la infancia a raíz de la llegada de Silvestre. Para ello, intenta ver como por primera vez las cosas, vuelve a ser un niño que aprende de nuevo a caminar o, por defecto, a escribir. El autor estructura el libro en diferentes secciones. La primera, que debo reconocer como mi favorita, reúne las impresiones sobre los primeros meses de vida de su hijo y también sus primeras reflexiones sobre su paternidad en particular y la paternidad como concepto general. Es destacable la falta de tradición a la que alude en cuanto a la buena paternidad: los padres enseñan a sus hijos a ser buenos hombres, no buenos padres. ¿Cómo iban ellos a saber lo que significaba ser buenos padres, si tampoco lo habían aprendido de sus padres?

Tal y como nos advierte, convertirse en padre es volver a ser hijo, por lo que no es de extrañar que el padre de Zambra tenga protagonismo en estos bocetos. Por ello, en el resto de historias, aunque su hijo vuelva a aparecer como eje vertebrador, nos descubre episodios de su infancia, adolescencia y edad adulta que le llevaron hasta el momento en el que estaba escribiendo el libro. Porque sí, durante el proceso creativo el autor no deja de dialogar consigo mismo, con su memoria, con el resto de personajes, con el texto que está creando y con sus lectoras. Y así asistimos a la primera cita con la madre de Silvestre, a la amistad de dos niños que dicen garabatos solo para demostrar su amor, a las salidas familiares a pescar, al ritual masculino del fútbol y su relación con la literatura o a la negativa de un hijo literato a leer ese libro que su padre le recomienda como su favorito. Todo esto y más encontraréis en este libro, un libro que os recomiendo que leáis acompañadas, porque necesitaréis comentarlo, compartirlo y pensarlo.

Zambra dice al principio que en la historia de la literatura abundan las cartas al padre, pero pocas cartas al hijo, y en la primera parte eso es lo que parece ser “Literatura infantil”: una manera de legar a su hijo por escrito las emociones y reflexiones que le generó su paternidad en tiempos pandémicos, así como sus ideas sobre crianza y educación (precioso el capítulo sobre la lectura).

En la segunda Alejandro hace un zoom inverso y nos lleva a su pasado. Conocemos cómo fue él de hijo, e incluso de joven enamorado, cuando andaba muy lejos la idea de la paternidad. También incluye un descolocante relato de ficción sobre cómo se forja la amistad entre dos críos, que no tengo claro si tiene algo de autobiográfico. Y me hace gracia porque Zambra hace un poco de burla de este desconcierto lector sobre qué es ficción y qué no en esta obra cuando más adelante su mujer le dice que le encantó el “cuento” y él la corrige “es un ensayo”... para después equivocarse él y llamarlo de nuevo “cuento”.

Creo que Alejandro, consciente o inconscientemente, ha acabado creando también una carta al padre. Un hombre del que a veces habla con cierto rencor, pero que se va haciendo cada vez más presente a lo largo de las páginas. Y me parece preciosa la idea de que esa relación frágil e imperfecta pueda reconducirse a un lugar más saludable gracias a ese nuevo lazo que se está forjando en las videollamadas entre abuelo y nieto, de las que Alejandro es testigo mudo, y esos ilusionados planes de futuro en que irán los tres de pesca.

En definitiva, una lectura que se paladea, “Literatura infantil” es una estimulante mezcolanza de reflexiones, anécdotas personales, vivencias, poemitas y relatos, que conviven en dos partes diferenciadas, un collage de géneros y formas narrativas en la que he reído (el capítulo de los hongos es hilarante), me he conmovido, y he subrayado como posesa.

Este libro podríamos clasificarlo como ensayo ya que en el analizaremos el tema de la paternidad y sus vivencias desde un punto muy personal del autor.
A modo de diario el autor nos contará su experiencia personal antes y después de ser padre, sus sentimientos durante todo el proceso y muchas anécdotas, pero también podremos ver desde su punto de vista algunos de los estigmas de la sociedad por los que ha pasado.

El libro no es una lectura lineal e igual que estamos leyendo esto, de repente podremos volver a la niñez del autor, conocer la relación con su padre, sus amistades en aquellos momento y veremos las cosas que unen una generación con otra que quizás pueden ser las mismas que unan abuelo y nieto, nunca se sabe.

Por ella esta lectura te invita a sumergirte en vivencias relacionadas con la paternidad y con momentos que unen a padres e hijos como puede ser la lectura, y este es uno de los momento que más me ha gustado del libro, cuando compartían estos momentos. Quizás nuestro autor no llegó a tener una relación con su padre que lo uniera en ese punto, por ello trabaja para tenerla con su hijo.

Como toda historia personal, han habido momentos en los que he conectado más con la historia y otros en los que simplemente estaba conociendo la historia que nos contaba. Por ellos me ha parecido un libro diferente, con un tema poco compartido y escrito de manera sencilla. Quizás si eres padre incluso puedas disfrutar más algunas partes de esta historia.

Los adultos solemos rendirnos a la superstición del final, del desenlace, porque a veces necesitamos suponer que las historias terminan, obedientemente, en la última página.