Un cuarto propio (Edición ilustrada)

Una edición de gran formato, tapa dura e ilustraciones de uno de los libros más importantes de Virginia Woolf, Un cuarto propio, que recoge un serie de conferencias realizadas por la autora en 1928 alrededor de la mujer, la escritura y la novela. Un libro que se ha convertido en pieza fundamental para la crítica literaria y el feminismo. Había leído fragmentos de esta obra cuando estudiaba la Universidad pero, por lo que fuese, nunca había accedido a su totalidad, es una lectura que siempre terminaba postergando y que por fin he completado. Woolf es una autora que disfruto mucho, suelo releer sus relatos y ninguna de sus novelas ha pasado desapercibida, por esto y porque me interesa la escritura como oficio decidí hacerme con este ejemplar.

Si bien el libro se presenta como una obra de no ficción, para desarrollar sus ideas la autora crea un personaje, la narradora, Mary Beton y un escenario también ficticio, Oxbridge. Mary de manera bastante poética intenta desentrañar filosófica u ontológicamente la escritura como acto humano y explicar de manera más vivencial y contundente, que hay espacios prohibidos para la mujer, condenadas a la pobreza y a cumplir sobre todo su papel de esposa y madre dentro de un hogar, partiendo de esta idea avanza con otras cuestiones como la diferencia entre las costumbres y placeres permitidos entre un género y otro, porqué los hombres escriben con tanta soltura sobre las mujeres y no ocurre lo mismo al contrario, existe una escritura femenina , cuáles son las condiciones que debe tener una mujer para crear y de ahí viene el título del libro: debe tener dinero y un cuarto propio, idea que desarrolla a lo largo de todas las conferencias recurriendo a la historia, la antropología y sobre todo a la realidad de la Inglaterra del siglo XIX.

Lo primero es agradecer a Babelio y a la editorial Lumen por ofrecer este libro en la Masa crítica. Era uno de mis eternos pendientes de los que al final se quedaban ahí, y también tenía mucha curiosidad por las buenas críticas que tenía este clásico, además de que tenía ganas de leer algo de esta autora.

A Virignia Wolff le piden que escriba un texto con dos palabras: mujeres y novela. Nada más. No le dan ninguna dirección de hacia dónde enfocarse. Y ella lo tiene clarísimo, habla tanto del rol de la mujer en las novelas, de la dificultad que tienen las mujeres de escribir novelas y de cómo se las trata en diferentes obras.

Al principio me costó encontrarle el punto porque llevaba algunas lecturas de Young adult seguidas y fue un cambio bastante brusco de ritmo, pero en cuanto me acostumbré me enganchó. Son 6 capítulos y perfectamente se puede leer en 1 o 2 días.

Hay una cosa durante todo el libro que deja claro cada vez que toca algún aspecto y es que una mujer necesita dinero y una habitación propia para poder escribir. En muchos aspectos, desde que se escribió el libro, la mujer tiene mucha más libertad, pero esto no quiere decir que actualmente la balanza esté igualada, hay cosas que Virginia cuenta en este libro que pueden ser perfectamente actuales.

Está escrito de una forma muy coloquial en la que la autora habla con el lector en todo momento y mientras va investigando sobre las dos palabras que le han dado, va haciendo una vista atrás sobre las obras publicadas por hombres y mujeres y diferenciando a los personajes de estos libros dependiendo del sexo del autor. Algo que sí que hacía que me saliera del libro es que pasa de hablar de forma coloquial a algo un poco más poético en algunas partes, no es algo negativo, pero sí que me ralentizo la lectura.

También me ha gustado la reflexión de que no es que se crea que la mujer sea inferior, es que el hombre tiene la necesidad de sentirse superior y es por eso por lo que sale esta ansia de decir que es física y mentalmente la mujer es inferior. Obviamente, a día de hoy ese pensamiento ha cambiado, pero todavía existen este tipo de creencias aunque en aspectos algo más específicos.

Me ha encantado la reflexión que hace sobre que cada persona, independientemente del sexo con el que haya nacido, tiene una parte de “hombre” y una de “mujer”, vamos a llamarlo una parte “masculina” y otra “femenina”, y que ningún hombre puede vivir sin tener una parte “femenina” en su mente al igual que pasa al contrario con la mujer. Obviamente todo esto son estereotipos de cualidades que se supone que una persona de un sexo determinado debería tener, pero no me malinterpretéis, estoy hablando de la época en la que se escribió, que parece que hace más, pero en realidad se publicó hace 92 años, que parece mucho, pero no lo es tanto.

Había escuchado o por lo menos es lo que había entendido, que Virginia no era muy fan de Jane Austen, pero me ha gustado todas las veces que la ha nombrado tanto a ella como a las Brontë, porque son autoras que no tuvieron una habitación propia con silencio y tranquilidad y mucho menos el dinero necesario para poder escribir y ser lo que ella se refiere un Shakespeare.

Esto es algo que también he sentido curiosidad y es que nombra mucho a Shakespeare y que por lógica no podría haber habido una mujer como él porque no había forma de que una mujer pudiera dedicarse exclusivamente a escribir por culpa de la sociedad.

Otra reflexión que también me ha llamado la atención es la de que ¿cómo serían las novelas si al hombre solo se le considerase el amante de la protagonista, si la protagonista fuera un personaje con independencia, libertad para ir sola a la calle o viajar y un espacio propio? y es algo que me ha costado imaginar, porque aunque tenemos muchos libros con protagonistas femeninas poderosas y cada vez más, lo cual aplaudo, el interés romántico no se queda tan secundario, siempre tiene también protagonismo y se quedan a la par (que es como debe ser), en cambio si es al revés, el interés amoroso femenino suele estar en segundo plano y no hacer nada importante o hacer algo “femenino” como hacer el papel de cuidadora o de sacrificarse. Por supuesto habrá excepciones, pero pensad en libros de este tipo y ponédmelos en comentarios.

En resumen, es un libro para reflexionar y entender un poco más de donde viene el feminismo, cómo se vivía en esa época y toda la historia que hay sobre las mujeres desde 1929 para atrás y también para ver que, aunque hemos avanzado en 90 años, todavía queda mucho por hacer para hacer todo igualitario para ambos sexos.

«Un cuarto propio» no es una lectura fácil. Durante el primer capítulo estuve a punto de abandonar varias veces. Pero si tienes paciencia y continúas leyendo, si logras atravesar esas páginas más enrevesadas, encontrarás ideas interesantísimas y actuales sobre la igualdad de derechos, sobre feminismo.

Ya lo dice Kirmen Uribe en el prólogo de esta preciosa edición: «Diría que Woolf acierta, con la reivindicación de un espacio propio, a dar voz no solamente a las mujeres sino a todas las individualidades y comunidades que en algún momento se han sentido excluidas y sin lugar. Resumiendo, abre ventanas a la libertad».

Como he dicho, me costó leerlo. Tiene partes que se entienden bien, con buenas e interesantes reflexiones llenas de ironía y verdades como puños, y otras más densas, que no he entendido y que hacen un poquillo cuesta arriba su lectura.

Pero me parece un libro importante, y su valor reside en las ideas feministas que escribió la autora ¡en 1928! Habla de temas que todavía hoy podríamos reivindicar: de los privilegios de los hombres, del patriarcado, de la vida a la que estaban destinadas las mujeres, de su falta de oportunidades y, concretamente, de las dificultades para ser escritoras en ese sistema patriarcal.

«Esa indiferencia pública, que Keats, Flaubert y otros hombres de talento encontraron tan difícil de soportar, era en su caso no indiferencia sino hostilidad. El mundo no le decía lo que a los hombres: Escriban si quieren; no me importa. le decía con una carcajada: ¿Escribir? ¿Para qué escribir?».

Al mismo tiempo, resulta abrumador: noventa y tres años después todavía tenemos que reclamar lo mismo, esa igualdad de derechos de la que ya hablaba Virginia Woolf. Supongo que, en su momento, sus palabras causasen una pequeña revolución (o, al menos, escandalizasen): una mujer escritora hablando ante un público femenino sobre ideas feministas, criticando a la sociedad británica, al patriarcado, y reclamando igualdad de derechos.

Y es que, como indica el título del ensayo, Woolf reclama que las mujeres escritoras tengan su propia habitación para poder escribir en libertad, sin distracciones, con lo que, además, esto significa: tener su propio trabajo remunerado y lograr su independencia. Pero, dado el sistema en el que vivían, muy pocas mujeres lograban dedicarse a la literatura, y las que lo hacían (Woolf recuerda el trabajo de Jane Austen o las hermanas Brönte), escribían rodeadas de gente, cuando podían o las «dejaban».

En resumen: «Un cuarto propio» es una lectura difícil, pero con reflexiones interesantes, importantes y necesarias. Vale la pena hacer el intento de leer este ensayo.

Además, esta edición ilustrada es una auténtica preciosidad, uno de los libros más bonitos que he tenido nunca. Gracias a la editorial Lumen por el envío del ejemplar y a Babelio por la iniciativa Masa Crítica.

«Me atrevo a adivinar que Anónimo, que escribió tantos poemas sin firmarlos, era a menudo una mujer».