Esta es una novela que me ha gustado y me ha disgustado a partes iguales. Me ha gustado porque te metes de lleno en los personajes (que, por cierto, nunca llegas a saber sus nombres) y puedes notar su angustia y desesperación de primera mano. Eso sí, para conseguirlo está escrito de una forma poco habitual, en la que se mezclan pensamientos y conversaciones con la narración. Es decir, no hay separación con guiones, ni comillas, ni paréntesis. Todo son comas y solo sabes que está hablando otra persona por el uso de las mayúsculas. Es un poco lioso al principio, pero se le acaba pillando el ritmo. En ese sentido, es una novela digna del premio Nobel que recibió.
Por su parte, lo que no me ha gustado no tiene, en realidad, una relación directa con el libro. Es más bien mi frustración ante ciertos pasajes que se describen. Es mi grito de desesperación por ciertas situaciones que se repiten cada vez que se produce una catástrofe y, como tal, se reflejan en el libro. Es decir, ¿por qué siempre que hay una catástrofe, por qué siempre que las reglas por las que se rige la sociedad se van a la mierda, por qué siempre hay un grupo de gilipollas machotes hombres que encuentran placer en forzar mujeres? ¿por qué?? Lo he pasado muy mal leyendo esa parte y mentiría si dijera que no me ha afectado. Y muchos me dirán que, que tontería, que es el pan de cada día, que eso ocurre desde que el mundo es mundo, pero ¿por qué? ¿Por qué tiene que ser así siempre?
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