Tokio blues

“Estaba en una edad en que, mirara lo que mirase sintiera lo que sintiese, pensara lo que pensase, al final, como un bumerán, todo volvía al mismo punto de partida: yo.”

Reconozco que durante estas dos semanas que ha durado mi lectura de Tokio Blues he aprendido a apreciar el estilo del autor. Tengo que admitir que en un principio, en esas primeras páginas en las que conocemos al protagonista, en las que leemos como evoca al pasado, como se enfrenta desde muy joven a la perdida de seres queridos y como se da cuenta de esa actitud egocéntrica que formó parte de su juventud, el autor me tenía enganchada. Más adelante me desconcertó su forma de crear personajes, de pasar de una escena a otra sin miramientos y el empleo de relaciones íntimas excesivas a las que en ocasiones no encontraba sentido. Aun así considero que Murakami tiene un estilo exquisito, cuidado, nada complicado, misterioso. Es capaz de mantener tu atención aun cuando los protagonistas puedan no convencerte.

Watanabe nos cuenta su pasado tras escuchar una canción de los Beatles que lo traslada al Tokio de los años sesenta, a sus dieciocho años, al recuerdo de unos amigos, Kizuki y Naoko, que marcarían su existencia para siempre.

Cuando comencé este libro sabía que iba a enfrentarme al suicidio como tema recurrente. Y en este aspecto he echado en falta el conocer más a fondo a los personajes. Me habría gustado leer los pensamientos de aquellos que no pudieron hacer otra cosa que quitarse la vida. Dejar un poco de lado a ese narrador, Watanabe, perdido, indeciso y un pelín pasota con el que no he podido conectar en bastantes momentos de la historia.

Me ha llamado especial atención como el autor hace aparecer y desaparecer a los personajes a su antojo para usarlos siempre para beneficiar y satisfacer al protagonista. En ocasiones al leer un libro sientes que los personajes son los que han guiado al autor durante la escritura de este, en esta ocasión he sentido que el autor hacía con ellos todo lo que quería de forma descarada. Y os voy a expresar de forma sencilla y un poco bruta las sensaciones que iba teniendo durante la lectura sobre los pensamientos del autor a la hora de escribir el libro:

“Que en este momento me molesta alguien pues hago que se enfade con el protagonista. Que ahora lo necesito pues que reaparezca ¿por qué no? Y si hago que se lie con el protagonista mejor que mejor. Ah! Pero ahora me molesta otra vez porque tengo que liar al protagonista con otra chica. Pues adiós muy buenas, unos meses de desconexión. Y por supuesto, las relaciones sexuales pueden solucionar todo, hasta el duelo”

No he sentido que la trama se desarrollará de forma continuada y siguiendo un hilo conductor, sino con saltos que en mi caso no han beneficiado a la lectura. Leer Tokio Blues ha sido como interpretar un problema en el que falta información para poder llegar a una solución.

Diciendo todo esto parece que en general el libro no me ha gustado y no es así, algunas partes han estado bien, es solo que a veces me concentro demasiado en aquello que no comprendo del todo y le doy demasiadas vueltas. Me ha gustado el estilo del autor, algunas de sus reflexiones aunque los personajes no me hayan convencido del todo y no haya podido conectar con ellos. No va a ser el único libro de Murakami que lea.

Como nota curiosa tengo que decir que no sé cómo ha pasado pero últimamente todos los libros que he leído han tratado el tema del suicidio de una u otra manera, necesito cambiar un poco jaja..

Cuando comencé este libro no me había leído ni la sinopsis. Lo cogí de la biblioteca porque había visto que era bastante popular y decidí incluirlo en mis tres lecturas que me dejan llevarme al mes.

Pues bien, siento llevar la contraria a todos esos afortunados que han disfrutado de este libro, pero a mí este Tokio Blues me ha dejado más bien frío. 🥶

Es cierto que he disfrutado de ciertas partes del libro pero en otras ocasiones se me hizo pesadísimo. Explicaciones larguísimas que no llevan a ningún lado y sobre todo un empalagoso diálogo entre personajes que en más de una ocasión me hizo cortar la lectura y cerrar el libro.

Aún así le pongo tres estrellas porque como digo he disfrutado de ciertos pasajes, aunque no me resulte imprescindible haberlo leído.

🥱🥱🥱

Leída, por fin, una de las novelas más famosas del señor Murakami. En mi segunda toma de contacto con el autor he tenido la sensación de estar empezando a conocerle antes de lo que preveía y eso no sé si me asusta o me maravilla. Me asusta en el sentido de pensar que todas sus historias tratan temas repetitivos de los que parece que le gusta hablar, y me maravilla porque siento muchísima curiosidad por saber cómo tratará esos posibles temas u otros diferentes.

Siento que de Murakami estoy aprendiendo muchísimo al escoger, al menos para mí, el orden adecuado para empezar a leer su obra. Sin embargo y a pesar de todo esto, Tokio Blues me ha disgustado un pelín. No he empatizado demasiado con los personajes ni con los sucesos y decisiones que van condicionando su vida. Me ha dejado con varias incógnitas y hay ciertas partes que no he entendido por qué suceden, lo que me ha llevado a desencantarme al final de la historia. Sin embargo, he disfrutado de la escritura del autor en prácticamente cada página y eso lo reflejo en la cantidad de frases que me he guardado. Su forma de contarnos la historia, de dirigirse hacia nosotros, los lectores; el proceso que sigue, cómo habla de las cosas importantes, cómo reflexiona sobre ellas mientras escribe y a la vez te invita a reflexionar con él. Me ha encantado y creo que es algo de lo que siempre voy a disfrutar de este autor.

En resumen, “Tokio Blues” me ha parecido una obra con un contenido exquisito, pero floja en el desarrollo. Me ha faltado lo que esperaba encontrar: muchísimo amor, un amor de esos que duelen pero te encandilan. Me creé expectativas, pero puedo decir que no han afectado a mi gusto final. He tenido ya experiencias parecidas a esta con otros libros, y me doy cuenta de que un libro no lo forma solamente la historia que contiene, sino sus palabras y esa manera que elije el autor/a para contarla. Me parece muy interesante este último punto.

Toru Watanabe, un ejecutivo de 37 años, escucha casualmente mientras aterriza en un aeropuerto europeo una vieja canción de los beatles, y la música le hace retroceder a su juventud, al turbulento Tokio de finales de los sesenta. Toru recuerda, con una mezcla de melancolía y desasosiego, a la inestable y misteriosa Naoko, la novia de su mejor -y único- amigo de la adolescencia, Kizuki. El suicidio de este les distancia durante un año hasta que se reencuentran en la universidad. Inician allí una relación intima; sin embargo, la frágil salud mental de Naoko se resiente y la internan en un centro de reposo. al poco, Toru se enamora de Midori, una joven activa y resuelta. Indeciso, sumido en dudas y temores, experimenta el deslumbramiento y el desengaño allá donde todo parece cobrar sentido: el sexo, el amor y la muerte. La situación, para el, para los tres, se ha vuelto insostenible; ninguno parece capaz de alcanzar el delicado equilibrio entre las esperanzas juveniles y la necesidad de encontrar un lugar en el mundo.

Lo tenía pendiente desde hacía tiempo y por fin lo he leído.
La historia es entretenida y empatizas con el protagonista muy rápido.
Sorprende como trata la sexualidad y se nota que la cultura nipona dista de la occidental.
Lo peor del libro el desenlace.

Este es uno de esos libros que quería leer de corrido y no quería terminar de leer. Había postergado su lectura y no me arrepiento de haberlo hecho ya que a esta altura de mi vida creo que lo disfruté más que si lo hubiera hecho antes. Totalmente lleno de melancolía, me dejaba muy triste en algunas partes de la historia.

Creo que la palabra que mejor define a este libro es desolador. Pero esa desolación resulta envolvente, te atrapa sin que te des cuenta y te hace disfrutar de una forma inquietante.

La forma de narrar de Murakami es exquisita pero la historia es triste, muy íntima, a veces incluso estremecedora. Personajes solitarios y frágiles, moviéndose de forma confusa y temblorosa entre el amor y el sexo, la vida y la muerte.

Y cómo no, con la omnipresencia de la literatura y la música durante toda la experiencia.
Yo lo volvería a leer con Kind of blue de fondo.

Trata la llegada a la edad adulta de un joven que además acaba de cumplir la mayoría de edad, La obra está ambientada en los años 68 y 69, en el contexto de las protestas universitarias y los cambios sociales que se produjeron a partir de esta fecha, en sumo, la llegada de la libertad. Un libro lleno de muerte y sexo, y, aunque está envuelto en melancolía, se siente alegre, cosmopolita y moderno. Me hizo sentirme a gusto, como en un rincón íntimo de mi propia casa.
En el libro Watanabe conoce el amor con diferentes mujeres. al mismo tiempo, aparece atrapado en tríos emocionales: Naoko, Kizuyi y Watanabe; Naoko, Rioko y Watanabe; Nagasawa, Hatsumi y Watanabe. Con la única con la que está en “dúo” es con Midori, que viene a ser el retrato de una joven absolutamente fantástica. Para mí, lo mejor de la novela es la complejidad de los personajes. Como lectora he sentido que los iba descubriendo a fondo, y los iba queriendo a todos. al que menos, al protagonista Watanabe, tal vez porque el libro logra que nos sintamos Watanabe, que descubramos el mundo a través de sus percepciones en lugar de verlo a él.
La ambientación también es perfecta. Nos sentimos dentro de la residencia, de los barrios de Tokio, de ese sanatorio tan maravilloso. Muchos quisiéramos estar recluidos en un lugar así. Lo curioso es que pese a que los hechos relatados son tristes desde una óptica objetiva, la lectura es intimista y llena del placer de la nostalgia, sin estridencias melodramáticas.

Sin palabras.

Que no os confunda mi primera frase, pues no lo digo en el buen sentido. Que tampoco os confunda mi segunda frase, pues no lo decía en sentido negativo. A estas alturas estaréis tan confundidos como yo con este libro y es que quizá esa sea la palabra que en un principio no encontraba: confundido.

Confundido porque, por un lado me ha parecido un libro con un ritmo que adormece, acompañado de una accion igual de lenta y de descripciones innecesarias que aportan poco o nada. Sin embargo, los temas que aborda, las reflexiones que te provoca y la incómoda posición a la que te lleva en muchas ocasiones me ha parecido realmente atractiva. Me ha resultado especialmente interesante ver la diferencia cultural que existe a la hora de tratar la sexualidad.

Es posible que las segundas sensaciones sean causa de las primeras, no estoy seguro, pero me parecía injusto puntuar negativamente a un libro que ha conseguido algo que no muchos hacen.

En definitiva, si no te importa hacer frente a una narración parsimoniosa, puedes disfrutar de una lectura muy estimulante.

Tiene momentos y frases muy buenas pero no conozco mucho de la cultura japonesa por lo que muchos conceptos se me pierden. En la traducción (y por el contexto cultural) los diálogos son algo extraños y las escenas (o los detalles que se describen) no se aprecian en profundidad.