Leída, por fin, una de las novelas más famosas del señor Murakami. En mi segunda toma de contacto con el autor he tenido la sensación de estar empezando a conocerle antes de lo que preveía y eso no sé si me asusta o me maravilla. Me asusta en el sentido de pensar que todas sus historias tratan temas repetitivos de los que parece que le gusta hablar, y me maravilla porque siento muchísima curiosidad por saber cómo tratará esos posibles temas u otros diferentes. Siento que de Murakami estoy aprendiendo muchísimo al escoger, al menos para mí, el orden adecuado para empezar a leer su obra. Sin embargo y a pesar de todo esto, Tokio Blues me ha disgustado un pelín. No he empatizado demasiado con los personajes ni con los sucesos y decisiones que van condicionando su vida. Me ha dejado con varias incógnitas y hay ciertas partes que no he entendido por qué suceden, lo que me ha llevado a desencantarme al final de la historia. Sin embargo, he disfrutado de la escritura del autor en prácticamente cada página y eso lo reflejo en la cantidad de frases que me he guardado. Su forma de contarnos la historia, de dirigirse hacia nosotros, los lectores; el proceso que sigue, cómo habla de las cosas importantes, cómo reflexiona sobre ellas mientras escribe y a la vez te invita a reflexionar con él. Me ha encantado y creo que es algo de lo que siempre voy a disfrutar de este autor. En resumen, “Tokio Blues” me ha parecido una obra con un contenido exquisito, pero floja en el desarrollo. Me ha faltado lo que esperaba encontrar: muchísimo amor, un amor de esos que duelen pero te encandilan. Me creé expectativas, pero puedo decir que no han afectado a mi gusto final. He tenido ya experiencias parecidas a esta con otros libros, y me doy cuenta de que un libro no lo forma solamente la historia que contiene, sino sus palabras y esa manera que elije el autor/a para contarla. Me parece muy interesante este último punto. |