Una mujer

De manera sobria pero efectiva, Annie Ernaux se propone realizar un análisis, a pocos días de su fallecimiento, de la persona más influyente y trascendente en su vida.

Bajo el sencillo y simplista título de "Una mujer" se esconde LA MUJER con mayúsculas, la persona que desarrolla el papel más importante en la vida de todos nosotros, la que nos alimenta con su propio cuerpo durante meses y crea un vínculo afectivo insuperable.

Ernaux trata con esta obra de reflejar los hechos y particularidades más notables en la vida de "una mujer" que trató de dar lo mejor de si misma y dejar atrás las limitaciones del lugar en donde nació y creció.

Una mujer que como una buena parte de las mujeres de su tiempo (principio del siglo XX) tuvo que dejar los estudios a los 12 años para comenzar a trabajar.

Ernaux va desgranando los hechos principales y algunas anécdotas de una manera un tanto aséptica y fría aunque también incorpora sus propias impresiones cuando ella se convierte en parte activa en la historia. Acompaña la narración con algunas expresiones propias de su madre para reflejar mejor su personalidad y describe las vicisitudes propias de una madre trabajadora.

El comienzo y el final del libro hacen referencia al sentimiento de pérdida tras el fallecimiento y a las dificultades propias de una edad avanzada cuando se presenta la enfermedad.

Ernaux escribe con un estilo bastante directo y austero pero su narración resulta honesta y creíble. Como ella misma refiere:
"Esto no es una biografía, ni una novela, quizá algo entre la literatura, la sociología y la historia."

«No volveré a oír su voz... He perdido el último vínculo con el mundo del que vengo.»

Novela tremendamente humana y conmovedora como no podía ser de otro modo al hablar de una persona tan cercana y amada como lo es una madre

La autora nos pasea por la vida de su propia madre y de como ella en el papel de hija va cambiando percepciones con el pasar de los años, desde niña, pasando por la juventud hasta hacerse adulta y ya en el ocaso de su vida cuando la enfermedad y la vejez terminan por separarlas definitivamente  

Una historia llena de profundo amor, de reflexión, comprensión, autoestima, aceptación y resignación ante lo inevitable; el adiós a quien nos da la vida, ella, que al final simplemente es "Una Mujer"

El primer libro que leo de la autora quién obtuvo el premio nobel en 2022 y seguramente no será el último, me ha encantado por su profundidad, de estos libros que por cortos que sean fan mucho de sí 

Me maravilla cuando un escritor, en este caso escritora, tiene ese don de ofrecernos tanto en pocas palabras 

A raíz de ser nombrada Premio Nobel de Literatura el año pasado leí su novela “La mujer helada”, que me gustó mucho por mostrar una perspectiva femenina actual sobre el papel social de la mujer. Desde entonces he leído otras muchas reseñas de sus obras y la lista de libros suyos que quiero leer no ha dejado de aumentar, así que en mi última incursión a la biblioteca me decidí a hacerme con este pequeño ensayo en el que la autora habla de su madre a raíz de su muerte.

A modo de recordatorio de lo que fue la vida de su madre (algo que ella misma no habría podido hacer dado el estado de demencia en el que vivió durante los últimos años), Ernaux nos cuenta cómo fue la vida de su madre desde que nació. Posiblemente debido a las difíciles circunstancias que experimentó en su infancia, se nos presenta como una mujer con mucho carácter, decidida y resolutiva. de sus primeros trabajos como obrera pasa a ser comerciante, negocio que mantendrá a lo largo de su vida a pesar de los diferentes devenires del pasado siglo.

Como madre nos encontramos con una mujer posesiva y, al mismo tiempo, distante con su hija, ella que se recuerda como tratando siempre de complacerla, preocupada por hacer algo que pudiera desagradarle y feliz con los escasos gestos de afecto de su madre. Por cómo describe su relación, parece que ella fue un proyecto de lo que su madre no pudo ser (sobre todo en cuanto a instrucción y nivel de vida), pero, al mismo tiempo, hay un rechazo a “su creación” por no haber podido ella misma estudiar y ser así. Sobre todo no quiere que le suceda como a ella, que se quede embarazada pronto y vea truncada su formación.

Hay en este texto una profunda reflexión sobre quién ha sido su madre y cómo han influido su modo de ser y pensar y sus limitaciones en la propia autora, pero con esta imagen del pasado se entrelaza la de la mujer demente y dependiente a la que la autora cuidó, aunque no por ello desaparece el sentimiento de culpabilidad tan humano que nace cuando te preguntas si podrías haber estado más o haberlo hecho mejor. Un texto profundo y conmovedor que es también espejo para el lector y su propia vida.

Nadie como Annie Ernaux ha mostrado, a mi modo de ver, la complejidad de las emociones y los pensamientos en las situaciones más puramente « humanas »: desamor, muerte o deseo. Lo hace de una forma tan honesta y brutal que en un primer momento me hace sentir distancia (temo identificarme con algo que aún no he destapado en mi misma) pero solo es una coraza para consolarme diciéndome que yo no soy así, tan incoherente, contradictoria y « humana ». Pero lo soy. En mis condiciones y experiencias. Pero LO SOY.
Algunas de las más sencillas afirmaciones de Annie Ernaux son un bofetón en la cara. Qué fuerza, cuanta verdad. Que es la suya, pero la siento un poco mía también, porque en sus textos francos y libres de pudor me reconozco. Y en este mucho más que en ningún otro que haya leído con anterioridad. Aún trato de averiguar por qué.
Usa las palabras justas. Sus mensajes concisos son incontestables. Escoge las palabras más adecuadas. No rehuye ninguna emoción ni pensamiento, por muy asfixiante, doloroso o trágico que sea. Y todos destilan una belleza natural. Yo creo que porque contienen una verdad desnuda, descarada y honesta.
Y además, no contenta con narrar, al mismo tiempo escribe acerca de por qué escribe, o de cómo escribe o de para qué, o de lo que le supone. Y con ello alcanzo un estado de plenitud lectora por el que siempre le estaré eternamente agradecida.
Diría que este libro es un homenaje o una carta de amor a una madre pero son meros clichés. Esto es un viaje personal y opera a otro nivel, uno que me es ajeno y desconocido, que supone una inmersión plena en la intimidad del otro.
He llorado con las imágenes cotidianas que destilan todo lo que se puede sentir cuando se quiere mantener vivo el recuerdo de una madre, y especialmente cuando se desea conocerla y comprenderla reconstruyendo una historia. Sé que algún día, cuando pierda a la mía, tendré que volver a habitar en este libro y recorrerlo de forma pausada, dolorosa, errante, construyendo mi propio duelo.

Una vez más confirmo que para mí, Annie Ernaux nunca falla. El modo tan natural y sencillo pero a la vez brutal en la que nos relata sobre las emociones humanas y su complejidad, lo conmovedora que pueda a llegar a ser su pluma sin necesidad de recurrir a tantas palabras, el verte atrapado en un vértice de sensaciones mientras vas siendo parte de la historia, la capacidad de transmitir usando frases concisas y todo lo que uno reflexiona al terminar una obra suya es parte de la magia que la rodea.
Aún me quedan muchos títulos por descubrir de Ernaux y me queda claro que, de esta autora, me leería hasta su lista de compras.