Una mujer de Annie Ernaux
Ese estado desaparece poco a poco. Perdura la satisfacción de que el tiempo siga siendo frío y lluvioso, como a principios de mes, cuando mi madre estaba viva. Y unos instantes de vacío cada vez que constato «ya no tengo que» o «ya no necesito que» (hacer esto o lo otro por ella, para ella). La brecha de este pensamiento: la primera primavera que ella no verá. (Sentir ahora la fuerza de las frases corrientes, de los clichés incluso).
|