Esta novela es algo más que romántica, es una elegante crítica a la sociedad de la época en que se desarrolla la historia.
El contexto tiene como tema principal el matrimonio, y lo más importante para la señora Bennet es encontrar marido para sus cinco hijas. Existía entonces el mayorazgo, una situación en la que los bienes del padre, al morir este, los heredaba el hijo mayor o, en caso de no haberlo, un descendiente familiar.
Como ya sabemos, los Bennet tienen solo hijas y la preocupación de la señora Bennet por casarlas no cesará hasta ver su cometido cumplido.
Desde el principio se ve venir lo que ocurrirá, pero no importa, porque lo importante llega casi al final. La novela, en general, transcurre con el trasiego de la familia Bennet. La madre sin más preocupación que la ya mencionada, el padre que no se ve en exceso preocupado y las hijas pensando en encontrar marido. Y todo en un escenario sometido a las opiniones de una sociedad que vive de las apariencias. Tanto tienes tanto vales.
En este ambiente tan familiar el personaje principal es Elizabeth, la segunda hija de los Bennet. Con sus prejuicios se enfrenta al orgullo de Darcy, quien goza de una posición social y económica elevada y no es comparable con la de ella.
Ya sea por la edad, ya sea por el carácter de las hijas, o por ambas cosas, las dos mayores adoptan un comportamiento más sensato en esta cuestión. La tercera, la de en medio, ahí se queda, y las dos menores son más alocadas y menos exigentes para encontrar marido.
El orgullo, la vanidad, los prejuicios, son cualidades que están muy presentes en esta novela. Elizabeth, aunque también algo orgullosa, son sus prejuicios los que la llevan a juzgar en base a lo que ha oído y observado. le ocurre con el señor Wickham y Darcy.
Darcy en cambio, aparenta un tipo duro y tímido a pesar de su orgullo y superioridad. Me llamó la atención cuando, en una conversación con Elizabeth, le confiesa que sus padres no lo educaron en corregirle esas cualidades que no le gustan de sí mismo.
El mensaje de esta novela viene a decir hasta donde las personas estamos dispuestas a aprender unas de otras, y tener disposición para aceptar los errores cometidos. El orgullo puede no ser malo, según su magnitud y como sea utilizado.
En cuanto a los prejuicios, quien no los ha tenido nunca. Son inevitables, siempre tendemos a juzgar antes de tener la información completa.
Así, cuando Elizabeth descubre la verdad sobre Darcy se avergüenza de sus prejuicios y le pide perdón. Por su parte, Darcy, descubre en ella a una mujer inteligente y deja de lado su arrogancia y orgullo.
La he disfrutado mucho.
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