Miquiño Mío de Emilia Pardo Bazán
“Perdóname el agravio y el error, porque he visto que te hice mucho daño; a ti, que solo mereces rosas y bienes”
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Miquiño Mío de Emilia Pardo Bazán
“Perdóname el agravio y el error, porque he visto que te hice mucho daño; a ti, que solo mereces rosas y bienes”
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Miquiño Mío de Emilia Pardo Bazán
“Siento no saber cómo se pone en dinamarqués acuérdese V. de mí; pero en fin, vaya en castellano, que por ahora es nuestra lengua.”
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Doña Milagros de Emilia Pardo Bazán
Confesemoslo sin rebozo:mi corazón juvenil latía dulcemente solicitado por misteriosas voces y por ansias indefinibles. Un aguijón, un estímulo suave me incitaba sin cesar a que me aproximarse a la mitad bella de la humana progenie.
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Los pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán
La luna de aquella noche de diciembre semejaba disco de plata bruñida colgado de una cúpula de cristal azul oscuro; el cielo se ensanchaba y se elevaba por virtud de la serenidad y transparencia casi boreales de la atmósfera.
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Miquiño Mío de Emilia Pardo Bazán
[...] nadie puede sustituir en ese punto a tu Porcia [...] Es que estimo en ti lo que solo en ti se encuentra, sin dejar de saborear lo otro, que es mejor por ser tuyo. En prueba te abrazo fuerte, a ver si de una vez te deshago y te reduzco a polvo. En cuanto yo te coja, no queda rastro del gran hombre.
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Los pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán
Parecía que la leñosa corteza se le iba cayendo poco a poco al marqués, y que su corazón bravío y egoísta se inmutaba, dejando asomar, como entre las grietas de la pared florecillas parásitas, blandos afectos de esposo y padre.
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Memorias de un solterón de Emilia Pardo Bazán
Que no se puede ser impasible ;que necesitamos sentir, aunque el sentir nos atormente, y que ciertos estados del alma no piden retraimiento, piden guerra y conflicto...
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Los pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán
Amén de estas reliquias, entre las vigas pendían pálidas telarañas, y por todas partes descansaba tranquilamente el polvo, enseñoreado allí desde tiempo inmemorial.
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Insolación de Emilia Pardo Bazán
Señor, ¿por qué no han de tener las mujeres derecho para encontrar guapos a los hombres que lo sean, y por qué ha de mirarse mal que lo manifiesten?[ ...] Si no lo decimos, lo pensamos, y no hay nada mas peligroso que lo reprimido y oculto, lo que se queda dentro.
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El saludo de las brujas de Emilia Pardo Bazán
Es imposible que las brujas de Macbeth, al saludarte rey, te hayan arrancado el corazón y te hayan puesto en su lugar un guijarro.
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Un destripador de antaño y otros cuentos de Emilia Pardo Bazán
Agarrábase a Inés, absorbiendo su respiración sana, su hálito perfumado, delicioso, preso en la urna de cristal de los blancos dientes; aquel era el postrer licor generoso, caro, que compraba y que bebía para sostenerse; y si creyese que haciendo una incisión en el cuello de la niña y chupando la sangre en la misma vena se remozaba, sentíase capaz de realizarlo. ¿No había pagado? Pues Inés era suya.
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La sirena negra de Emilia Pardo Bazán
Estoy desnudo de compasión, desnudo de bondad, soy exaltado en mí mismo, despreciador de los otros... Si he recogido al niño ha sido por instinto egoísta y de conservación; por no dejarme llevar del atractivo que ejerce sobre mí la Guadañadora.
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Cuentos de Emilia Pardo Bazán
Hay sitios a los que vamos atraídos, no por nuestro gusto, sino por el que damos a los demás.
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Cuentos góticos de Emilia Pardo Bazán
Un murciélago, descolgándose de la bóveda, empezaba a describir torper curvas en el aire. Una forma negruzca, breve, se deslizó al ras de las losas y trepó con sombría cautela por un pliegue del paño mortuorio. En el mismo instante abrió los ojos [...], yaciente en el túmulo.
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La sirena negra de Emilia Pardo Bazán
En árida llanura amarilla, cercada por un anfiteatro de montañuelas calvas y telerañosas, iba atardeciendo muy despacio. Crepúsculo interminable; del cielo cárdeno parecía descender lluvia de ceniza sutil; y el sol, que detrás de los cerros se ponía, era un globo sin calor, medio apagado, enorme, una pupila de cíclope agonizante.
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La tribuna de Emilia Pardo Bazán
¡Estos malditos de Dios, recondenados, que sólo están para echar a perder a las muchachas buenas! ¡Estos señores, que se divierten en hacer daño! ¡Ay, si alguien se portase así con sus hermanas, con sus hijitas, quién los oiría y quién los vería echársele como perros! ¿Por qué no se establecía una ley para eso, caramba?
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Insolación de Emilia Pardo Bazán
La infeliz de ustedes que resbala, si olfateamos el resbalón, nos arrojamos a ella como sabuesos, y, o se salva casándose con el seductor, o las matriculamos en el gremio de las mujeres galantes hasta la hora de la muerte. Ya puede, después de su falta, llevar la vida más ejemplar que la de una monja: la hemos fallado..., no nos la pega más.
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Insolación de Emilia Pardo Bazán
La marquesa de Andrade vivía contenta, algo envanecida de haber soltado la cáscara provinciana, y satisfecha también de conservar su honradez como la conservan allí en Vigo las señoras muy visibles, que no dan un paso sin que el vecindario sepa si fue con el pie izquierdo o el derecho.
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Insolación de Emilia Pardo Bazán
Para ciertas personas no rigen las ordenanzas sociales. La Sahagún, no sólo es muy experta, y muy despabilada, y discretísima, y una de esas mujeres a quienes nadie se les atreve no queriendo ellas, sino con su alta posición convierte en excentricidad graciosa e inofensiva lo que en las demás se toma por desvergüenza y livianidad. Hay gentes que tienen permiso para todo, y se imponen, y les caen bien hasta las barrabasadas. Pero yo, que soy una señora como todas, una de tantas, debo respetar ek oren establecido y no meterme en honduras.
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El retrato de Dorian Gray