Insolación de Emilia Pardo Bazán
La infeliz de ustedes que resbala, si olfateamos el resbalón, nos arrojamos a ella como sabuesos, y, o se salva casándose con el seductor, o las matriculamos en el gremio de las mujeres galantes hasta la hora de la muerte. Ya puede, después de su falta, llevar la vida más ejemplar que la de una monja: la hemos fallado..., no nos la pega más.
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