Cómo acabar con la escritura de las mujeres

En Cómo acabar con la escritura de las mujeres, la feminista radical Joanna Russ desgrana todos los mecanismos que actúan en nuestra sociedad para obstaculizar el acceso de las mujeres (y de otras minorías) a la producción literaria.

En cada capítulo la autora estudia una de las estrategias que se ponen en marcha sistemáticamente cada vez que una mujer escribe, y sobre todo, cuando quiere aspirar con ello al reconocimiento de la crítica y el público. Desde «Prohibiciones» hasta «Aislamiento» pasando por «Negación de la autoría» y «Doble rasero del contenido», expone toda una serie de tácticas destinadas a menospreciar, falsear o censurar la escritura de las mujeres.

Joanna Russ fue descrita como una autora «enfadada», pero lo cierto es que el tono de este libro es bastante humorístico (un humor, claro está, caracterizado por la ironía y al servicio de una denuncia muy necesaria). Ingeniosa y exhaustiva, por desgracia la mayoría de sus conclusiones no han perdido actualidad casi cuatro décadas después de la publicación de este ensayo en 1983.
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Un ensayo muy interesante y revelador sobre cómo las mujeres han sido borradas y silenciadas en la literatura. Es abrumador y terrible el saber cómo nuestras experiencias han sido olvidadas a través de los siglos, minimizando los pensamientos y manifestaciones artísticas basadas únicamente en el género y sexo. La autora señala cómo la literatura escrita por hombres se ha convertido en el grueso del cuerpo de clásicos y parte de un canon a seguir, aun y cuando escriben sobre experiencias personales o muy íntimas –pero cómo son hombres, es validada por ese hecho. Si fuera una mujer, siempre habría un “pero”, un cuestionamiento, una duda sobre la calidad de su trabajo. En ese sentido, hay mucho sobre lo cual pensar y sobrepasar en el mundo literario porque no es justo que la experiencia femenina no sea considerada suficiente para ser buena literatura. Este libro también me invitó a pensar en cómo personalmente he percibido la ficción y no ficción de mujeres y he de confesar que, por muchos años, únicamente leí autores masculinos. Sin embargo, esto no fue porque pensara que fueran mejores: de entrada, las listas de mejores libros, best sellers, recomendaciones, siempre ha estado dominada por hombres. Pero, por otra parte, también soy consciente que algunas “críticas literarias” me llevaron a tener un cierto sesgo, en algún momento de mi vida, y el cual afortunadamente he superado. Tengo tan presente cuando, en una ocasión, leí que alguien había considerado que Rosario Castellanos escribía como una “plañidera” y eso me marcó porque dije, yo nunca quisiera escribir así, y me quedé con una impresión negativa, pero sin razón. Porque, ¿qué hay de malo? ¿Quién determina que escribir con sentimiento es hacer mala literatura? Y la respuesta es el canon impuesto que discrimina a la mujer. Sin duda, considero que ha habido un cambio en los últimos años –este ensayo fue escrito en la década de los setentas- pero todavía queda mucho por hacer pues persisten muchos prejuicios que superar. En cuanto al libro como tal, lo que me hubiera gustado es que la autora incluyera algunos ejemplos de la literatura universal ya que el texto se centra únicamente en la tradición anglosajona cuando pudo haber ejemplos de otras literaturas.

Cómo acabar con la escritura de las mujeres (1983), Joanna Russ

«La ignorancia no es mala fe. Pero perseverar en la ignorancia sí que lo es [...]»

«Cuando se entierra la memoria de nuestras predecesoras, se asume que no había ninguna y cada generación de mujeres cree enfrentarse a la carga de hacerlo todo por primera vez.»

El ensayo de Russ empieza, como no podía ser de otra manera, con ciencia ficción. Se nos habla de una especie lejana en la que existen desigualdades, una especie conocida por una técnica artística muy peculiar que solo puede ser producida por la clase «legítima», desechando todo aporte que no venga de ella.

A raíz de esta historia, Russ va acercándose al que va a ser el tema del ensayo, esto es, la manera en que se ha intentado, directa e indirectamente, que las mujeres no escriban. Russ nos habla con muchos (muchos) ejemplos de la negación de la autoría (no lo escribió ella), la contaminación de esta autoría (no lo debería haber escrito), la reclasificación (ella es una loca, la «esposa de») o la presentación de una obra como anómala.

Centrándose en la literatura en inglés, se nos va a proporcionar de una manera muy accesible claves que en algunos casos siguen vigentes, que nos van a hacer conectar piezas sueltas; en algún momento dado todas nos hacemos las preguntas (¿por qué no estudio autoras? ¿Por qué no leo autoras?), y lo que se propone Russ es responderlas. Responderlas con humor, con sarcasmo, con enfado, pero sobre todo con muchísimo rigor.

El trabajo de Cómo acabar con la escritura de las mujeres es el trabajo de una lectora, de una profesora que se cuestiona continuamente. Lo que tenemos aquí es una puerta para empezar a analizar un sistema literario y reconstruir parte de una genealogía.

No es un libro definitivo (tampoco sé si eso existe), entre otras cosas por lo que apunta @avrilconuve en su reseña: ya ha pasado tiempo desde su publicación y el campo que se trabaja es el de una literatura concreta, pero creo que Russ es consciente de ello al acabar proponiéndonos que continuemos con este estudio en constante cambio. Tengo la sensación de que poco a poco lo vamos haciendo.

Este magnífico ensayo defiende mucho a las minorías literarias, sobre todo a las mujeres, pero recuerda también que el rechazo en el mundo editorial también lo sufren otras personas, da igual su género, que no pertenecen al modelo óptimo del patriarcado: hombres y mujeres de otras culturas y razas que no sea la blanca, personas con discapacidades distintas, etc.

Está más que claro que la mujer siempre ha sido silenciada a lo largo de la historia, pero esta historia puede cambiar si hacemos un esfuerzo y leemos fuera de nuestra zona de confort. Por eso, la autora recuerda a muchas mujeres en su libro, mujeres que escribieron bajo pseudónimos masculinos, o que al intentar publicar sus textos fueron vilipendiadas y rechazadas por el hecho de ser mujer. Incluso da opiniones de hombres que dan escalofríos: al publicarse Jane Eyre, muchos hombres dijeron que si hubiera sido escrita por un hombre, esta novela hubiera sido fabulosa, pero que una mujer no podía escribir acerca de ciertas cosas porque era escandaloso.

A través de la lectura de este ensayo he podido crear una lista de futuras lecturas que quiero hacer, y yo ya después de leer podré formar mi propia opinión sobre ellas. Está bien hablar de libros y escuchar la opinión de los demás, yo misma leo muchos libros recomendados por familiares y amigas, pero hasta ahora es verdad que solo se ha escuchado la opinión masculina de libros según su propio cánon. Ya es hora de cambiar este cánon y abrirlo más a las minorías silenciadas.

«Y sin embargo escriben.»
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Vaya por delante que la primera vez que cogí el libro lo dejé tras leer las primeras líneas de la introducción porque no entendía nada. Me alegro de haberlo retomado, ha valido la pena.
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Joanna Russ hace en ‘Cómo acabar con la escritura de las mujeres' (publicado en 1983 y coeditado en nuestro país en 2018 por @editorialbarrett y @editorialdosbigotes con traducción de Gloria Fortún) un excelente trabajo de investigación acerca de la invisibilización de las mujeres en el mundo del arte (centrado en la literatura obviamente pero aporta también ejemplos de pintura) y describe algunas de las “técnicas” empleadas para ello como las prohibiciones (a veces no explícitamente pero sí de forma indirecta: impedimentos para acceder a la educación, imposibilidad de dedicar el tiempo, etc.), la negación de la autoría y el doble rasero entre otras.
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Un libro cargado de citas y menciones que debe leerse con calma para no enloquecer porque aporta mucha información. En palabras de la propia Russ: «Llevo tratando de finalizar este monstruo durante un montón de páginas y no lo logro. Evidentemente, no está acabado. Tú lo terminas.»
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Me ha hecho mucha gracia recordar de la mano de Russ el pasaje de ‘La hija de Robert Poste' de Stella Gibbons en que un personaje sin muchas luces defiende a capa y espada que Branwell Brontë era el autor de las obras de sus hermanas. Fue para mi la parte más divertida de la novela.
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Me ha resultado muy curioso el caso que cuenta la autora sobre Charlotte Brontë para ejemplificar la poca visibilidad que se da muchas veces a las (buenas) obras de escritoras. En 1971 Russ quería trabajar la obra de Charlotte en una clase de estudios de las mujeres y decidió usar ‘Villette' en lugar de ‘Jane Eyre' pero descubrió para su asombro que no había ninguna edición decente de esa novela editada en EEUU (solo existía una edición universitaria con letra minúscula) y tuvo que encargarla en Inglaterra. En 1972 preguntó a sus estudiantes (tres clases del curso mencionado antes) si habían leído ‘Jane Eyre', la mitad lo habían leído pero sólo una persona sabía que Charlotte había escrito otras novelas. Russ sostiene que de haber tenido a mano otras obras de Charlotte sin duda quienes habían leído ‘Jane Eyre' también las hubiesen leído.

Lo leí para el club de Hijas de Mary Wollstonecraft y me gusto a ratos me explico es un ensayo donde se menciona autora que conozco y he leído y otras que no y eso me hace feliz descubrir siempre cosas nuevas, aunque ver lo que pasan las mujeres para publicar o porque no están representadas en las universidades o en otros ámbitos infravalorandolas me saco un poco de mis casillas.Hay que reconocer la forma de narrarnos a pesar de que a veces resulta un poco técnico por eso tiene esa nota, y creo que no se puede leer en cualquier momento.

nos muestra con diferentes ejemplos y vivencias propias o de alumnas o compañeras de profesión, cómo los hombres tapan a las mujeres en esta profesión en concreto, pero que se podría extrapolar a cualquier otra profesión. Donde las mujeres para destacar tienen que ser igual o mejor que el hombre más premiado. Puede estar rodeada de hombres mediocres, pero ella no destacará porque antes van ellos.
Y esto lo muestra a través de diferentes testimonios en conferencias, clases universitarios o reportajes de revistas especializadas en literatura donde los hombres que hablan o escriben sobre literatura, muestran una serie de calificativos muy despectivos hacia las mujeres escritoras
Leyendo este libro me ha dado mucha rabia porque, aunque ahora se empieza a notar más la presencia de las mujeres, en otras se las tiene totalmente olvidadas. El ejemplo más reclamado por los lectores de fantasía es Robin Hobb. Escritora muy destacada, con una gran trayectoria pero que en España no tenemos todas sus obras publicadas, ni siquiera se tienen los derechos comprados por ninguna editorial. Pero oye, vamos a sacar otra versión del Señor de los Anillos o de Juegos de Tronos...
Y esto ha pasado durante siglos. No digo años, siglos
Otro ejemplo que me vino a la cabeza leyendo uno de los capítulos fue el del epílogo de una obra de Elia Barcelo, donde explica que le concedieron un premio de ciencia ficción porque el jurado (todo hombres) pensaban que era un hombre. Y se lo dijeron a la cara "es que escribes como un hombre" Esto es a lo que llegan muchas autoras para poder publicar, hacerlo bajo pseudónimo masculino o imitar a escritores. Y no hay una forma diferente de escribir entre hombres y mujeres, es lo que nos han querido vender, que las mujeres no saben escribir "bien" ¿Quién crea las normas para saber escribir "bien"? ¿Otro hombre?
Lectura muy recomendable que además fue muy pionera porque fue escrita a comienzos de los años 80

Hablar de que algunas escritoras han sido “descubiertas” a estas alturas es, cuanto menos, cuestionable. Ellas no han salido de la nada ni han aparecido milagrosamente.

Treinta y cinco años después de su primera publicación por fin tenemos en español “Cómo acabar con la escritura de las mujeres”, coeditado por @editorialbarrett y @editorialdosbigotes. Publicado por primera vez en 1983, en “How to Suppress Women's Writings” Joanna Russ examina las formas en que las mujeres, las personas de color y otros grupos minoritarios han visto como su talento y creaciones han sido minimizados -incluso borrados- a lo largo de la historia por la excavadora de la cultura dominante.

Las excusas que han servido para silenciar a las grandes literatas de nuestra historia son innumerables, pero Russ, a través de un exhaustivo análisis de las obras y de sus críticas, consigue exponer las formas en que el trabajo de las escritoras fue devaluado: las prohibiciones, la mala fe, la negación de la autoría, la contaminación de la autoría, el doble rasero, la falsedad, la categorización, el aislamiento, la anomalía y la falta de modelos.

Cada capítulo muestra claramente cómo funcionan e interactúan las diferentes estrategias para hacer que las escritoras sean prácticamente invisibles, y se basa en citas de otros escritores de las últimas décadas para mostrar que estos problemas son endémicos y no sólo accidentales. Incluye además estadísticas sobre la frecuencia con la que se incluye a las escritoras en los temarios de literatura de las universidades, así como la cantidad de obras editadas de autoras en comparación con los escritores masculinos.

La escritura es clara, relevante y precisa y, más que señalar un problema cultural, lo que hace este ensayo es revelar el sesgo tramado dentro de la sociedad, la estructura cultural sobre la que se fundamenta la violación de los derechos humanos de las mujeres.
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Me ha gustado leer este libro que nos da a conocer de forma irónica algunas tácticas (mirad la segunda foto) utilizadas por las editoriales, periódicos, críticos y demás para menospreciar la escritura de las mujeres, por considerar que no era su cometido, que escribían cosas ridículas porque no tenían estudios o no conocían cosas de la vida, con opiniones diferentes para la misma obra si llevaba un nombre masculino o femenino. Para confirmar su tesis va poniendo ejemplos de conocidas conocidas autoras como Virginia Woolf, las Brontë o de escritoras actuales como Úrsula K. Leguin. Aunque el libro tardó más de 30 años en editarse aquí, podría pasar por un libro mucho más reciente. Creo que el panorama ha mejorado algo, pero todavía creo que se siguen dando las circunstancias que menciona la autora que hace que las mujeres lo tengan más difícil que los hombres. Aunque al principio me confundió un poco me ha gustado el cuento/introducción de ciencia ficción de la autora, sobre la sociedad "glotolog", y también el posfacio con citas de escritoras que había ignorado por ser de otro color. .
Esa es la única pega que le puedo poner : que el libro está centrado en autoras anglosajonas; que echo en falta escritoras de otras lenguas; quizás eso sería demasiado extenso

Sé que llego "tarde" a este libro, pero si tuviera que recomendar una sola de las lecturas que he hecho a lo largo de 2020, aunque estemos aún en agosto, sería esta.
Es mucho más que una crítica feminista, es mucho más que repensar y reconstruir la historia de la literatura, es una invitación a vivir en un proceso de continua deconstrucción. Nos aporta herramientas para examinar los mecanismos que quienquiera que sea que esté en una situación de poder emplea para ocultar a quien siente inferior. Es un libro valiosísimo en todos los sentidos, miremos hacia el pasado, nos quedemos en el presente o queramos contribuir a hacer un futuro mejor.